Opinión

El Amazon de los fondos buitres, Argentina, la Biblia y el negocio digital


Por Carlos Duclos

Las escrituras sagradas encierran verdades que pueden ser aplicadas a la vida diaria, y no necesariamente deben ser vistas como citas dogmáticas vinculadas a lo estrictamente religioso. “No hay nada oculto que no sea revelado, nada que finalmente no vea la luz”, dice el Evangelio de Marcos y esto es de una certeza incontrastable. Todo, más tarde o más temprano, emerge.  Momentos antes de escribir este texto, la agencia de noticias NA, dio a conocer un breve cable, muy breve y casi inadvertido, que comienza diciendo: “El jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, se reunió en Casa Rosada con representantes de  Amazon Web Services (AWS), en medio de versiones que indican que la compañía podría llegar a radicarse en la Argentina. Según pudo confirmar NA, el encuentro comenzó pasadas las 17:00 y se extendió por más de una hora en el despacho del jefe de Gabinete, en medio de un total hermetismo”. Visto así, no significa mucho, pero para aquel que sabe quienes son los propietarios de una de las plataformas digitales más grandes del mundo, que maneja en el planeta una gran porción del comercio electrónico y otros negocios que involucran cifras de dinero monumentales, la cosa cambia. Si bien la cara visible de Amazon es el magnate Jeff Bezos, los grandes accionistas son tres y dos de ellos le sonarán a muchos argentinos: Vanguard Group y BlackRock Group; sí, en efecto, son los principales fondos buitres históricamente acreedores de la Patria.

Pero no todo acaba con esto: además de ser tenedores de bonos argentinos, estos dos grandes grupos tienen muchas acciones en empresas nacionales. BlackRock, por ejemplo, posee acciones en los bancos Galicia, Macro, Santander, Supervielle, y es accionista de YPF, Edenor, Telecom y de Central Puerto, Pampa Energía, IRSA, etcétera. Por supuesto que estos grandes fondos buitres tienen suficientes acciones en otras compañías importantes del mundo tales como Coca Cola, Apple, Microsoft, Bayer-Monsanto. Sí, Bayer-Monsanto, la tan cuestionada productora de contaminantes y que ha perdido muchos juicios en países del primer mundo por los efectos de los plaguicidas.

Ahora Amazon, una de las empresas de las que son dueños estos inmensos fondos buitres, Amazon, que participó de alguna manera en la aplicación Cuidar, quiere instalarse en el país. No es para menos, el comercio electrónico y los servicios digitales, tras esta larga cuarentena y extendidas restricciones, han cobrado un auge increíble y las cifras de dinero que se mueven son enormes.

Doc humanité: le monde selon Amazon | Un monstre en liberté | 7 Jours

¿Y cómo podría negarse el gobierno argentino a abrir las puertas a un inversor que se avino a negociar la deuda, aunque sin perder demasiado de ganar, por supuesto? El acuerdo al que llegó Argentina en su momento, como se sabe, fue la reducción del capital de deuda y la baja en los intereses ¿Y ahora? Pues ahora el poder internacional parece estar diciendo que ha llegado la hora de empezar a recuperar aquello que entregó. Un gesto histórico del poder en todas partes del mundo, pero sobre todo en naciones sometidas: como en el juego de la oca, retroceder una casilla para avanzar tres.

Al margen, pero no tan al margen, la incoherencia y la ausencia de cohesión argentina histórica, se han manifestado en los últimos días: una cara del gobierno se manifestó contra la violación de los derechos humanos en Venezuela ante la ONU y la otra se abstuvo de votar en la OEA por la transparencia y elecciones libres y democráticas en el país de Nicolás Maduro. Difícil equilibrio, casi imposible de sostener, y una vez más el retorno a las sabias citas de las escrituras sagradas que adquieren siempre vigencia:  Dice Mateo en su Evangelio: “Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro” ¡Cuánta verdad! Por eso, porque nadie sabe en el mundo con quien históricamente Argentina estuvo alineada; porque además sus gobiernos hicieron gala de ausencia de coherencia y se mofaron de la seguridad jurídica, es tenida como poco fiable. Ni siquiera confían, como ha quedado demostrado en las últimas horas, en las cifras de contagiados y muertos por Covid. Y vuelta al Evangelio, esta vez Apocalipsis: “Por cuanto eres tibio, ni frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”.  Eso ha ocurrido siempre con los especuladores, con los que se afanan por quedar bien con todos y no se comprometen con ninguno.

Por último, no es novedad que el comercio tradicional, el de mostrador, en Argentina y en el mundo, ha sufrido un golpe mortal. Hoy se impone el negocio electrónico, el que mueve billones de dólares, el negocio que tiene en sus manos el verdadero poder que, según algunos locos conspiradores (¿locos?)  es el mismo demonio, ese al que en el Apocalipsis se alude con esta cita: “hacía (el demonio) que nadie pudiera comprar ni vender si no tenía la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre”. Para algunos investigadores el número de la bestia (666) refiere al nombre del emperador Nerón escrito en hebreo, para otros alude a los emperadores (poder real) de todos los tiempos y no falta quien crea que el número refleja el emblema del comercio electrónico, el código QR tan impuesto en nuestros días.

Como sea, los dueños de Amazon, los acreedores, buscan establecerse en Argentina para hacer negocios, de servicios y poco productivos para el país.