Gatos, perros y pequeños peces llegaron a las casas, ya que la gente encontró el tiempo que antes escaseaba debido a las obligaciones a atender fuera de casa
Durante el período de aislamiento por la pandemia de Covid-19 muchos fueron los que sintieron la necesidad de contar con algún tipo de compañía para no sentir soledad y eso se tradujo en una mayor adopción de mascotas, algo que conlleva responsabilidad a la hora de los cuidados que merecen los animales domésticos.
Gatos, perros y pequeños peces se sumaron a los hogares en tiempos de aislamiento, ya que la gente encontró el tiempo que antes escaseaba debido a las obligaciones a atender fuera de casa.
«Durante la pandemia, tanto la adopción como la compra de mascotas creció mucho, y eso se vio reflejado en los consultorios veterinarios sobre todo a nivel pediátrico, ya que si bien se adoptan perros mayores, predominan los cachorros», señala Julia Fenley, coordinadora de asesores técnicos de una empresa proveedora de veterinarias.
Existen numerosos estudios que reflejan el impacto que tiene la convivencia con mascotas sobre el estado anímico de las personas y también, sobre su salud.
«Este contacto disminuye los niveles de Cortisol, una hormona que está asociada al estrés. Además, también está vinculado a la disminución de la sensación de soledad en las personas, que durante la pandemia tuvo mucha implicancia», afirma Fenley.
Quien decide tener una mascota asume la responsabilidad de encargarse de sus necesidades y de su bienestar, algo que eso ayuda a redireccionar las preocupaciones, más allá de tener que destinar tiempo a los juegos y a planificar los paseos. En este sentido, hay animales que forman parte de terapias o acompañan en la educación de personas que tienen trastornos de comportamiento, indica un informe.
Un estudio de la Sociedad Cubana de Cardiología indica que entre los principales beneficios de la tenencia de animales en pacientes con enfermedades cardiovasculares se encuentran la motivación a cuidarse más y la estimulación a realizar actividad física como caminatas.
Asimismo, hay perros que son capaces de intuir cuándo se va a producir una crisis epiléptica y alertar a su dueño o asistirlo cuando ocurre.
También, «se entrenan perros para detectar cuando a una persona le cambian los niveles de glucosa en sangre y para guiar a personas no videntes: entre ellos y sus dueños se genera un lazo que resulta de total confianza y que les brinda seguridad para desarrollar sus rutinas diarias», cuenta Fenley.
Queda para los dueños de las mascotas instruirse en el rubro alimentación y cuidados ya que cada especie tiene necesidades nutricionales diferentes.
Otro detalle a considerar es la etapa de vida: si se encuentran en crecimiento al ser cachorros, o en etapa senior si son adultos, se tiene que ir modificando el alimento.
Aquí aparece un largo listado de recomendaciones, que enumera Fenley -representante de la firma Vitalcan-, quien puntualiza: «Se debe considerar el tamaño del animal, no es lo mismo alimentar a un perro de mayor tamaño por sus necesidades energéticas y su capacidad estomacal que a uno pequeño. Los perros más grandes suelen tener predisposición a tener afecciones en articulaciones y el alimento debe tener los nutrientes necesarios para preverlo. En tanto, en los más pequeños es más común que tengan problemas bucales como sarro o placa bacteriana en dientes y el alimento debe tener ingredientes específicos que lo inhiban».
Por último y, según un informe de la agencia de prensa Brad Partners, siempre surge la duda acerca de si hay mascotas más recomendables para tener con niños.
«No hay una respuesta universal sobre este tema. Algunos factores a tener en cuenta tienen que ver con aquellas que mejor se adapten al estilo de vida de las personas. Esto dependerá de la conformación de la familia y del lugar en donde habiten, con su disponibilidad de espacio y los momentos dedicados al paseo y al ocio», finalizó la veterinaria.