En 2010 Naciones Unidas la reconoció el derechos de los seres humanos. Pero mientras en unos países abunda, en otros hace falta. Al menos 2.000 millones de personas en el mundo sufren de escasez de agua
El agua es un derecho humano. Hace 11 años, la Asamblea General de las Naciones Unidas lo reconoció. Pero, mientras que en unos países abunda, en otros hace mucha falta. Es así que, según la organización mundial, al menos 2.000 millones de personas en el mundo sufran de escasez de agua.
El agua limpia es una fuente de energía para todos los seres vivos. Pero, cuando se escucha que países como China, India o varias naciones en África tienen dificultades para que sus habitantes accedan a fuentes de agua potables, la pregunta que surge entonces es: ¿cómo garantizar este derecho humano, tal y como lo sugiere la Organización de las Naciones Unidas?
El agua es fundamental para el desarrollo socioeconómico, la energía, la producción de alimentos, los ecosistemas y para la supervivencia de los seres humanos. Es uno de los vínculos más importantes entre nosotros y el medio ambiente. Pero esa conexión, que para algunos no va más allá de suplir una necesidad fisiológica, está fracturada por la poca conciencia que se tiene de un recurso que no va a ser ilimitado por mucho tiempo, según expone un informe del portal www.france24.com.
Desde ya se anuncian posibles guerras por el agua en el futuro y se observa que gobiernos como el de Brasil buscan soluciones al problema del acceso a este recurso hídrico transfiriendo a la empresa privada la responsabilidad que le toca asumir al Estado. Según Alexander Turra, profesor de la Universidad de San Pablo y miembro de la Red de Especialistas en Conservación de la Naturaleza (RECN), de la Fundación Grupo Boticário, “la guerra por el agua ya existe, pero no con armas. Existe a través de discusiones geopolíticas, entre países que están conectados a través de afluentes de ríos, así que esta guerra ya existe. Por eso necesitamos gestionar este fenómeno de forma holística e integral”.
Lamentablemente, ya no se puede considerar que el agua es un bien ilimitado. Pero, según Turra, “no es solo el acceso al agua lo que muchas personas no tienen. Tampoco tienen acceso a alimentos, refugio, paz, salud y dignidad en general. El agua es un elemento más en este drama que viven millones de personas excluidas y marginadas del planeta. Lo que tenemos que hacer es buscar una forma de detener esta exclusión para que podamos llevar a estas personas a una vida digna”.
Mientras que unos países aún pueden decir que tienen fuentes inagotables de agua, otros, en cambio, tienen que fabricarla de sus propios desechos.
El agua que proviene de los excrementos humanos
Hace unos años, según el informe de France 24, se vio cómo Bill Gates tomaba un vaso con agua que, cinco minutos antes, era excremento humano. Esto sucedió en Senegal y era parte de uno de los proyectos de la Fundación Bill y Melinda Gates para mejorar las condiciones sanitarias en países en desarrollo.
El llamado Janicki Omniprocessor es la maquina mágica que logra convertir los excrementos humanos en agua de consumo.
Según el filántropo, en los países donde no hay sistemas de alcantarillado adecuados, la gente se ve obligada a usar letrinas que no están debidamente drenadas. Y otros simplemente defecan al aire libre. Esto hace que el agua se contamine con los desechos y provoque enfermedades mortales.
Con el sistema desarrollado en Senegal, muchos países podrían manejar los desechos humanos de manera más inteligente y ecológica. Y, si el invento que se probó en la nación africana puede provocar asco a muchos, otra solución que también ha generado la misma reacción es el reciclaje del agua.
La técnica, que poco se ha explotado, sabe cómo aprovechar este recurso. Pensemos, por ejemplo, en el agua que gastamos cuando lavamos los platos o cuando nos duchamos. ¿Qué pasa con ese líquido una vez desaparece por completo de nuestro hogar?
Para muchos, el proceso posterior es completamente desconocido. En varios países existen tecnologías que pueden potabilizar el agua sucia para que sea consumida por los seres humanos. Según la organización Ecoembes, “el tratamiento de potabilización del agua sirve para eliminar las bacterias y la suciedad que puedan resultar dañinas para las personas, animales y plantas”.
Pero, por más de que se eliminen los sólidos, se retiren partículas y se esterilice el agua para reutilizarla, la propuesta sigue provocando asco a muchas personas.
El agua proveniente de los excrementos o de su mismo reciclaje son algunas de muchas propuestas que existen para darle una solución a países donde hay sequías extremas o sistemas sanitarios precarios.
Por otro lado, en otros lugares donde el recurso hídrico abunda, los problemas para su consumo se dibujan de forma distinta.
La fábrica de agua más grande del mundo vive en una constante amenaza
Con 333.420 hectáreas, el páramo de Sumapaz en Colombia es la fuente de agua más extensa del planeta. Y lo es gracias a lo que allí sucede.
El páramo es un ecosistema de montaña único que se encuentra en pocos países. Es un lugar estratégico en zonas de altura para la retención de aguas y la regulación hídrica durante todo el año. Durante periodos de sequía o de fuertes veranos, el agua queda depositada en el suelo del páramo que actúa como un colchón hídrico en el que el líquido va goteando a tierras bajas formando los ríos, riachuelos, acueductos o quebradas.
Esta fábrica natural de agua posee una vegetación que solo se puede encontrar allí, como es el caso del frailejón, una planta que crece apenas un centímetro por año y que se logra adaptar a las bajas temperaturas y la radiación solar. Las hojas de la Espeletia tienen vellosidades que absorben el agua de la neblina y la guardan. El viaje continúa al interior de su tronco, que la lleva a niveles subterráneos para que se una con el agua depositada por otras plantas del páramo, como el musgo.
El recorrido de cada gota de agua que cae del frailejón hasta las fuentes de agua podría ser todo un espectáculo si el ojo humano tuviera acceso a ello.
Pero, este evento único que ofrece el ecosistema se ha vuelto vulnerable por diferentes razones. Una de ellas es el uso de químicos para el cultivo de papa o vegetales. Otra amenaza es el retamo espinoso, una planta invasora que crece muy rápido y fue introducida al páramo de Sumapaz desde Europa. El extractivismo y la minería también amenazan a la producción de agua en otros páramos del país.
La fábrica de agua de los colombianos sufre constantemente de estos daños provocados por el hombre o por la misma naturaleza. Por ahora, el país suramericano puede aprovechar de los beneficios de este ecosistema, pero, las amenazas siguen avanzando, algunas silenciosamente, y podrían afectar a mediano plazo el suministro de agua que allí nace.