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El 16 de junio y la selección argentina: «La Gloria y Devoto»


Un día como hoy, para la Albiceleste, conviven dos páginas luminosas y una, la más cercana, dolorosa

En la copiosa simultaneidad que ofrece el mes de junio en materia de partidos de la Copa del Mundo, la selección argentina goza de algunos talismanes (por ejemplo, jamás perdió en 21 y siempre ganó en 25, incluido el título de 1978), pero de forma específica en el 16 conviven dos páginas luminosas y una, la más cercana, desdorosa.

El lunes 16 de junio de 1986, en Puebla, la selección dirigida por Carlos Salvador Bilardo y alumbrada por un Diego Armando Maradona celestial dejó en el camino a Uruguay y se dispuso a afrontar el mitológico mano a mano con Inglaterra que se haría efectivo seis días después en el Azteca.

El único y decisivo gol del partido fue anotado por el santafesino Pedro Pablo Pasculli a los 42 minutos del primer tiempo, en una formación que completaron Nery Pumpido, José Luis Cuciuffo, José Luis Brown, Oscar Ruggeri, Oscar Garré, Sergio Batista (Jorge Olarticoechea), Ricardo Giusti, Jorge Burruchaga y Jorge Valdano.

Esa tarde Maradona jugó un partido tan excepcional que según refirió en el libro «México 86, mi verdad» consideró «el mejor de todo el Mundial, no perdí un mano a mano, les gané a todos los uruguayos que me pusieron enfrente».

(También, por cierto, el árbitro italiano Luigi Agnolin declinó convalidarle un segundo gol, legítimo, a guisa de una presunta plancha de Maradona en perjuicio de Miguel Bossio).

Exactamente veinte años después, el jueves 16 de 2006, en Gelsenkirchen, Alemania, se consumó una goleada de 6-0 a expensas de Serbia y Montenegro que ofreció el bonus track del más maravilloso gol argentino en términos de elaboración colectiva: lo convirtió Esteban Cambiasso a los 31 minutos del primer tiempo.

La jugada nació con una intercepción de Javier Mascherano y terminó en la red de los balcánicos tras una sucesión de 26 pases y una asistencia de Crespo, de taco, para la rúbrica con zurda de Cambiasso un cuarto de hora después de reemplazar a Lucho González.

Aquella tarde en el Veltins Arena de Gelserkinchen se estrenó en la red de los Mundiales un adolescente Lionel Messi que a ocho días de cumplir19 años ingresó por Maximiliano Rodríguez a los 30 minutos de la segunda etapa y anotó a los 43 con el pie derecho.

Las otras cuatro conversiones fueron cosa del propio Maxi Rodríguez por duplicado, de Hernán Crespo y de Carlos Tevez.

Esa lujosa formación orientada por José Néstor Pekerman, que al cabo se iría de Alemania invicta en el juego mismo y sólo eliminada por los anfitriones en la serie de penales, alistó a Roberto Abbondanzieri, Nicolás Burdisso, Roberto Ayala, Gabriel Heinze, Juan Pablo Sorin, Maxi Rodríguez, Javier Mascherano, Luis González, Juan Román Riquelme, Javier Saviola y Hernán Crespo, más el posterior concurso de Cambiasso, Tevez y Messi.

Pero no en todos los 16 de junio de partido en Mundiales los planetas se alinearon para Argentina, puesto que doce años después, en el Otkrytie Arena de Moscú, apenas si pasó del empate de 1-1 con la modesta representación de Islandia, un país de 358 mil habitantes, nada más que 120 futbolistas profesionales y un director técnico cuyo oficial primordial era y es el de odontólogo.

Así como el 16 de junio de 2006 el rosarino Messi había gozado de un debut soñado, el sábado 16 de junio de 2018 sufrió una jornada de pesadilla: anduvo a contramano, sin cambio de ritmo, chispa, inventiva, contundencia, y para colmo de sus males a los 19 minutos de la segunda parte dispuso de un tiro penal y su remate fue neutralizado por Hannes Halldorsson, el arquero cineasta.

Así y todo, el equipo que orientaba Jorge Sampaoli dominó por completo, monopolizó la pelota y se puso en ventaja a los 19 minutos gracias a un medido zurdazo del Kun Agüero.

El despiste inmediato y el empate establecido por Alfred Finnbogason condicionaron el desarrollo del juego y sembraron el nerviosismo, la impotencia y un resultado adverso que al cabo representó la desdicha a plazo fijo: clasificada a duras penas, en el primer cruce exigente, el de octavos de final, Argentina fue eliminada por Francia en Samara.