La presidencia egipcia organiza el evento climático de este año con el desafío de acelerar el ritmo de la transición energética de aquí a 2030
«La situación geopolítica ha relegado el cambio climático» explicó el máximo funcionario de la Cancillería egipcia para asuntos de clima, Mohamed Nasr, en alusión a la guerra en Ucrania, que disparó los precios de la energía de origen fósil, de las materias primas y de los metales, imprescindibles para la conversión eléctrica de los vehículos de transporte.
«Nos enfrentamos a un enorme desafío», admitió Nasr, que tiene cargo de embajador y es miembro del equipo organizador egipcio, durante una pausa de negociaciones en curso esta semana en Bonn, Alemania, entre la ONU y sus Estados miembro sobre los compromisos a adoptar en la COP número 27 desde el inicio de estas conferencias.
«Llegó el momento de enfrentarse a la realidad. Hemos estado planeando una y otra vez», comentó Nasr. «Ahora la cuestión es: ¿vamos a cumplir con nuestros compromisos?», preguntó el embajador en declaraciones a la agencia de noticias AFP.
La presidencia egipcia organiza el evento climático de este año con el desafío de acelerar el ritmo de la transición energética de aquí a 2030 y negociar un acuerdo de reparación para los países en vías de desarrollo que, pese a ser los que menos contaminan, son los que más sufren las consecuencias del cambio climático.
La COP27 de Sharm el-Sheij tendrá «sabor y visión africanas» explicó Nasr, quien por otro lado, admitió que las negociaciones pre COP27 en Bonn no estuvieron a la altura de sus expectativas. «No era lo que esperábamos», lamentó.
En la COP26 del año pasado en el Reino Unido, en la ciudad escocesa de Glasgow, los países desarrollados se habían comprometido a financiar a partir de 2020 la transición energética de los países en desarrollo con 100.000 millones de dólares anuales, un monto que no ha sido alcanzado por el momento.
Y otro escollo negociador, pendiente desde Glasgow, son los denominados «daños y pérdidas» causados por el cambio climático inducido por el consumo de combustibles fósiles en los países más avanzados. Esos países prometieron abrir un «diálogo» respecto a ese punto de aquí a 2024.
El histórico acuerdo de París en 2015 para luchar contra el cambio climático, que marcó la agenda para las próximas décadas, fue «un balance muy delicado» de objetivos y la realidad de los países miembros, dijo Nasr.
«Tenemos que ofrecer garantías a los países en desarrollo de que sus prioridades son escuchadas de la misma forma» que las propuestas de los países más avanzados en materia ecológica, advirtió.
Un aspecto clave será la transformación de los bancos de desarrollo, y del sector financiero internacional, para ayudar a financiar el enorme cambio tecnológico para reducir la dependencia del carbón, el petróleo y el gas, y para llevar a cabo las necesarias obras de infraestructura.
Los representantes de casi 200 naciones que se reunirán en la primera quincena de noviembre en Egipto ya saben cómo deben desarrollarse las negociaciones, advirtió Nasr.
«Deberían facilitar la tarea a la Presidencia (egipcia) y a los demás y empezar a dar resultados», exigió.