Efemérides

Efemérides: por qué cada 4 de julio es el Día Nacional del Médico Rural


Esteban Laureano Maradona fue un médico rural símbolo de austeridad y humildad toda su vida, la cual dedicó al cuidado de los otros, como así también, su contribución al estudio de la flora y la fauna, su apoyo a las comunidades indígenas, sus artículos de medicina, y su desprejuiciada contribución para la cultura y los derechos de los trabajadores.

Este médico rural, naturalista, escritor, filántropo argentino, nació en Esperanza, un pueblo de la provincia de Santa Fe, un 4 de julio de 1895. Pero pasó la mayor parte de su vida en una remota localidad de Formosa, por un acto del destino que lo puso ahí, y lo signó a ser el médico más querido del pueblo “Estanislao del Campo”.

Pero antes de todo eso, vayamos a su infancia, creció en una familia acomodada, rodeado de naturaleza. Una vez terminado los estudios secundarios se trasladó a la gran Buenos Aires para estudiar medicina, se recibió en 1926 en la UBA y abandonó la capital federal en 1930, donde se dirigió a Resistencia, Chaco, y se instaló allí junto a su consultorio médico.

Viajó a la Isla del Cerrito, donde la lepra inundaba las calles, y pregonó la instalación de un lugar para poder asistir a los enfermos. Allí publicó numerosos artículos en “La Voz del Chaco” el periódico local acerca de la lepra, la lactancia e incluso sobre los alcances de la Ley 9.688 que hacía referencia a los accidentes de trabajo y dónde se gano la enemistad de los empleadores, ya que ayudaba e instaba a los empleados a defender sus derechos laborales. También hablaba en contra del gobierno de facto de José Félix Uriburu, lo cual hizo que fuera perseguido por el régimen.

Partió rumbo a Paraguay donde se iniciaba la guerra del Chaco Boreal y allí pudo ofrecer sus servicios de médico. Estuvo preso por algunos meses acusado de espionaje. Tras recobrar la libertad ejerció la medicina en el Hospital Naval, donde lo designaron director.

En Paraguay se enamoró de Aurora Ebaly, una chica de 20 años que falleció a causa de la fiebre tifoidea. Hecho que le ocasionó tanto dolor, que nunca más volvió a enamorarse.

En 1935, más precisamente un 2 de noviembre, decidió volver a Argentina para instalarse en la ciudad donde pondría su consultorio, pero nunca llegó. Ya que el tren en el que se disponía hacer el trayecto tuvo una parada de emergencia en la localidad de Formosa, a la altura del KM 234 del Paraje de Guaycurú, donde oyó una voz desesperada que pedía ayuda para una mujer que se encontraba en trabajo de parto desde hacía varios días con muchas complicaciones, Maradona lo recordaría tiempo después:

“Un grupo de personas preguntaba a voz en cuello si algún pasajero se animaba a asistir a una parturienta en estado de gravedad. Tomé mi maletín y me subí a un sulky, de las riendas tiraba una mujer cincuentona. El parto fue difícil. La parturienta en verdad estaba grave. Se llamaba Mercedes Almirón y a mano saqué a esa criatura, una nena”, dijo el médico santafesino.

Ese pueblo recóndito de Formosa llamado Estanislao del Campo solo contaba con 2 médicos y un veterinario, que también, mediante un permiso especial y a vistas de la falta de especialistas, asistía de vez en cuando a personas. Hizo que el doctor se replanteara su decisión de viajar a la gran ciudad, y entendió que sus conocimientos iban a ser más necesarios en ese lugar, en donde no había nada y en el que finalmente residió hasta los 90 años.

Vivió en un rancho sin luz eléctrica, por elección y sin ninguna pretensión, solo lo necesario para subsistir y brindó servicios de manera gratuita, apoyó y aportó a las comunidades indígenas desde sus servicios así como también ayuda económica, cultural y humana. Y realizó grandes aportes al conocimiento de las colectividades del Noroeste Argentino.

Pero no fue fácil al principio, según un extracto del programa “Historias de la Argentina Secreta” de (1986) Esteban dijo:

«Cuando yo llegué empezaron los problemas. Todo esto era monte, solo había cuatro o cinco ranchos y estaba todo rodeado de indios, que por otra parte me querían matar. Tanto que uno de ellos, que era famoso, me agarró de las solapas y me sacudió, amenazándome. Pero nunca les tuve miedo ni me demostré asustado. Y no por dármelas de valiente. Sino porque soy así nomás. Pero con la palabra dulce y la práctica de la medicina, tratando las enfermedades, dándoles tabaco y consiguiéndoles ropas, las cosas fueron cambiando. Así los traté hasta hoy. Me remangué, me metí en el monte sin ningún temor, arriesgando mi vida y también mi salud.

A lo largo de su vida escribió y publicó varias obras científicas sobre antropología, flora y fauna de la región y artículos de medicina. Renunció a todo tipo de honorarios y premios materialistas.

En varias oportunidades fue nominado para el premio Nobel del cual siempre se refirió:

«No quiero recibir el Nobel. Y si me obligaran, donaría todo el dinero para la niñez. Porque, una vez que yo parta, no quiero que quede un solo chico sin saber leer, escribir y sin atención médica. Ellos son los verdaderos dueños del país”.
Hoy en día más de 20 libros de su autoría esperan ser publicados por el Congreso Nacional Argentino para ser donado a las bibliotecas públicas del país.

En 1986, enfermó a la edad de 90 años y decidió viajar a la ciudad de Rosario, donde vivía un sobrino/nieto. Llegó en muy malas condiciones, por lo que fue hospitalizado de urgencia. Una vez recuperado y dado de alta se quedó a vivir con la familia de su sobrino hasta el día de su muerte, un 14 de enero de 1995, los 99 años.

“Si algún asomo de mérito me asiste en el desempeño de mi profesión, éste es bien limitado, yo no he hecho más que cumplir con el clásico juramente hipocrático de hacer el bien a mis semejantes”. Dijo alguna vez con sentida humildad.

Es por eso que en recuerdo de su vida ejemplar, que se une a la de todos los médicos rurales argentinos, y mediante la ley 25.448, se declaró el Día del Médico Rural, el mismo día en el que nació este altruista ejemplar llamado Esteban Laureano Maradona.

Fuente: filo.news