«¿Qué necesitan?», les preguntó el general Juan Domingo Perón, presidente de la Argentina. «Un autódromo», contestaron a coro Juan Manuel Fangio, Froilán González y Benedicto Campos, que volvían de Europa tras iniciar sus experiencias en la Fórmula 1. Era 1950: así empezaba la historia del coliseo porteño que hoy lleva el nombre de los hermanos Juan y Oscar Gálvez.
El autódromo se terminó inaugurando del 9 de marzo de 1952. Hubo varias carreras y un accidente fatal. Mañana serán 70 años.
A aquella reunión en la Casa de Gobierno acompañaron a los pilotos Francisco «Pancho» Borgonovo, presidente del Automóvil Club Argentino y artífice de la histórica carrera Buenos Aires-Caracas de 1944, y el periodista Luis Elías Sojit, precursor de las transmisiones radiales de automovilismo.
Tras el pedido, encabezado por Fangio (el más grande piloto de la historia de la F1, con cinco títulos en sus alforjas), Perón les respondió: «¿Pero qué problema hay muchachos? Vayan a ver al intendente Juan Debenedetti».
Contó Froilán González, quien hizo ganar a una Ferrari por primera vez en 1951 en Silverstone, que cruzaron la plaza de mayo y las piernas les «temblaban» camino a la intendencia, pero tenían la aprobación del general, un apasionado del deporte.
Los “tuercas” salieron corriendo de la Casa Rosada, cruzaron la Plaza de Mayo y se sentaron aún “agitados” con el intendente para asesorarlo ya en la planificación de la obra que soñaban.
El 19 de enero de 1951, la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires hizo el anuncio oficial del “nuevo autódromo” a construirse en tierras fiscales, con una duración de obra de 15 meses.
El 28 de octubre de 1951, el “Chueco” Fangio consiguió en Barcelona su primer titulo mundial de F1, pero su obsesión eran las obras que, sobre un terreno de 20.000 metros cuadrados, se estaban realizando muy cerca del Riachuelo, en el límite con la provincia de Buenos Aires, entre el Bajo Flores y Villa Lugano.
El 9 de marzo de 1952, finalmente, el general Perón y su esposa, Evita, inauguraron oficialmente el “Autódromo 17 de Octubre” en la intersección de las avenidas General Paz y Roca, con la presencia de más 100.000 espectadores. Hubo ese día varias pruebas de autos y una de motociclismo.
En la categoría Sports ganó Adolfo Schlweln Cruz con Alfa Romeo, pero la carrera tuvo un episodio trágico: en la curva próxima a la entonces denominada Avenida de la Ribera se mató en un accidente el corredor Félix Martínez.
En la competencia de mecánica nacional ganó Pablo Birger al comando de un Ford; en la prueba de motociclismo de 500 cc fuerza libre el ganador fue el italiano Nello Pagani, con Gilera; y el campeón mundial de F1, Fangio, al comando de una Ferrari 2000, se impuso en la prueba principal sobre 30 giros a su amigo Froilán González por solo dos décimas de diferencia.
Finalizada la competencia “el Chueco de Balcarce”, ante la prensa internacional y muy contento repetía: “Es el mejor autódromo hecho hasta hoy, es muy seguro y atractivo para correr y, además, se pueden usar 10 circuitos distintos”.
Argentina tenía asignada una fecha por el campeonato mundial en 1952, pero al no contar todavía con un autódromo, la carrera se hizo en Estados Unidos. Al año siguiente sí llegó la F1 al país: el italiano Alberto Ascari (con una Ferrari) fue el primer ganador del “Gran Premio Oficial de Argentina, F1”.
El autódromo fue también testigo de los Grandes Premios del TC, que luego de recorrer los extensos caminos de la país finalizaban allí y aún sigue siendo “la catedral” de una las máximas pasiones de los argentinos, el duelo Ford-Chevrolet; y en 1972 fue escenario del debut en la F1 de Carlos Alberto Reutemann, al comando de un Brabham, consiguiendo un honroso séptimo puesto.
El 13 de enero de 1974 Reutemann protagonizó uno de sus carreras más recordadas: se encaminaba a la victoria y se quedó sin nafta. Perón, otra vez presidente argentino, se subió al helicóptero y llegó al autódromo a darle un abrazo al santafesino y, a modo de consuelo, le obsequió su lapicera.
Cuando irrumpió la sangrienta «Revolución Libertadora» en 1955, el coliseo pasó a llamarse «Autódromo Municipal» y por la crisis del petróleo la Fórmula 1 dejó de correr en el país.
En 1989 se lo bautizó Oscar Gálvez, en homenaje al «Aguilucho», cinco veces campeón de TC, y después, tardíamente, se le agregó el nombre de Juan, con nueve coronas en la categoría.
En 1990 se lo privatizó a manos de D’Port Motor Tercer Milenio, empresarios argentinos, y se disputaron competencias de Fórmula 3000, Moto GP y Fórmula 1 (de 1995 a 1998). En 2005 se ha izo cargo la empresa ACBA SA; y en 2016 la Asociación Argentina de Volantes, que preside el exmulticampeón Juan María Traverso, conjuntamente con el Gobierno de la Ciudad, tomaron la dirección.
En su rico historial se disputaron en el Gálvez 20 grandes premios de Fórmula 1, nueve de Moto GP y múltiples carreras de TC, como los 1000 kilómetros, las Dos Horas, y varias ediciones de los 200 kilómetros de Buenos Aires del denominado TC2000.
Hoy, el Gálvez tiene un Centro de Alto Rendimiento (CAR) para formación y entrenamiento físico y mental para pilotos, y un Centro de Atención Médica, equipado con elementos de última generación bajo la tutela de la Asociación Argentina de Volantes.