El 17 de enero de 1817 se oficializó como la fecha de partida de la campaña libertadora del Ejército de los Andes. Hace mención a una carta del 13 de enero de 1817 donde el General San Martín le comenta a su amigo y confidente, Tomás Guido, la salida de la vanguardia de la columna principal de la expedición más recordada y fundante de nuestra historia: el Cruce de los Andes.
“El 17 empieza la salida de la vanguardia: las medidas están tomadas para ocultar al enemigo el punto de ataque. Si se consigue y nos dejan poner pie en llano, la cosa está asegurada. En fin, haremos cuanto se pueda para salir bien, pues si no todo se lo lleva el diablo”, cuenta San Martín en su carta.
Carlos Eduardo Larrosa, investigador del Instituto Nacional Sanmartiniano, comenta que no existe un consenso unánime pero mayoritariamente se considera al 17 de enero de 1817 como la fecha más trascendente del Cruce de los Andes. Si bien las seis columnas que partieron hacia la cordillera lo hicieron en diferentes fechas, se toma como referencia para conmemorar el aniversario del inicio del Cruce de los Andes la partida de la columna al mando del General San Martín.
A su vez, el investigador considera que hay cuestión numérica simbólica en el consenso de la fecha que se vincula con la épica del acontecimiento, teniendo en cuenta que, además, San Martín fallece un 17 de agosto.
(Monumento al Libertador en el Instituto Nacional Sanmartiniano)
«Hay autores que mencionan el 18 y hasta el 19, pero no es relevante la fecha exacta. ´Un día 17 del primer mes de 1817´refuerza la significación simbólica-histórico-jurídico-política de esa partida de un Ejército Libertador de una Nación Independiente, compuesto mayormente por argentinos y chilenos, para garantizar el cumplimiento de un Plan Continental que aseguraría la Independencia de la Argentina y se proponía lograr la de Chile y de Perú», analiza Larrosa.
Si bien el General San Martín no fue el primero en cruzar los Andes -en 1811 lo había hecho el Coronel Manuel Dorrego-, sí lo fue como parte de la estrategia militar de liberación que San Martín comenzó a planificar durante los tiempos en que estuvo al frente del Ejercito del Norte.
El plan continental
Para 1815, España estaba triunfando en su ofensiva para recuperar los territorios y hacerlos retornar al absolutismo según los deseos del monarca Fernando VII. Luego de numerosos reveses para derrotar al ejército realista, San Martín comprendió la dificultad de combatir en la zona del Alto Perú y que debía ocuparse Lima para terminar la Guerra de la Independencia en forma definitiva.
Tras su experiencia en el Ejército del Norte y como resultado de las reuniones con Belgrano y Güemes, San Martín comenzó a planificar la expedición libertadora de Argentina, Chile y Perú. Pensó en una campaña independentista a escala continental, regional y local, donde las tres se articulaban a la perfección. Cruzar la cordillera de los Andes, liberar Chile y desde allí, por medio de una operación anfibia, avanzar por mar hacia Lima. Avanzando junto a Bernado O’Higgins (desde Cuyo a Chile) y esperando contar con la ayuda de Simón Bolívar, el referente libertador de la Gran Colombia, se anhelaba emancipar para siempre al territorio sudamericano del dominio realista.
La antesala del Cruce de los Andes
«Lo que no me deja dormir es, no la oposición que puedan hacerme los enemigos, sino el atravesar estos inmensos montes». Carta de San Martín a su amigo Tomás Guido, 14 de junio de 1816.
En noviembre de 1813 se creó la Gobernación-Intendencia de Cuyo (Mendoza, San Juan y San Luis), hecho de gran importancia para los planes de San Martín, que tras renunciar como Comandante del Ejército del Norte asumió Gobernador-Intendente en agosto de 1814, contando con el auxilio de tenientes de gobernación en San Juan y San Luis mientras él residía en Mendoza junto a su esposa Remedios de Escalada.
Con la campaña libertadora en mente, y con la misión de organizar la defensa ante un posible ataque realista, San Martín se instaló en Mendoza por la cercanía con la cordillera, y por ser un territorio muy bien organizado económica y logísticamente gracias a la actividad vitivinicultora. De a poco, la fisonomía de la ciudad se fue modificando, pareciéndose cada vez más a un cuartel militar: se instalaron talleres de artillería, almacenes de acopio de alimentos, fábricas de pólvora y campos de entrenamiento.
Durante su gobernación sucedió otro hito clave en la historia: la Declaración de la Independencia en 1816, de la que San Martín fue principal impulsor y sostén político y militar. Con apoyo del gobierno central, San Martín puso en marcha su plan libertador y fue nombrado Comandante en Jefe del Ejército.
La creación del Ejército de los Andes se conformó con parte del Ejército del Norte, del Litoral y con la incorporación de civiles, gauchos, mestizos, esclavos libertos, indígenas y voluntarios de todas las clases sociales, predominando los sectores populares. Todos recibieron adiestramiento militar en los cuarteles del Campo de Plumerillo. La liberación de los esclavos varones entre 16 a 30 años para ser incorporados al Ejército Libertador fue una acción revolucionaria. El 26 de enero de 1815 se estableció que “quedaban libres con la única obligación de servir en el ejército hasta un año después de concluida la presente guerra”.
Como los pedidos al gobierno central no siempre tuvieron una respuesta satisfactoria, fue necesario generar recursos propios. Para ello, San Martín modificó el régimen tributario, mantuvo el cobro sistemático de multas, acudió a las contribuciones voluntarias y a la reducción de los sueldos públicos. Además, el gobernador se apropió de recursos destinados al gobierno central como “derecho extraordinario de guerra”.
Los preparativos de la expedición también significaron sacrificios y cambios en la vida cotidiana de la ciudad. La sociedad mendocina realizó colectas de dinero donde aportaron desde un arriero hasta un terrateniente; cedieron terrenos para la instrucción militar, se donaron materiales de construcción y los carreros se ofrecieron para hacer traslados. Fueron donadas astas de las reses, las niñas y mujeres cosieron ropas o se dedicaron junto a los niños y ancianos a las tareas de correo y acopio de materiales. El ejército se abasteció, más que nada, gracias al compromiso y entrega del pueblo cuyano que colaboró con convicción y donó hasta lo que no tenía para la campaña libertadora.
El Cruce de los Andes
El plan de San Martín y sus colaboradores contemplaba dividir el ejército en seis columnas a lo largo de más de mil kilómetros de ancho entre La Rioja y el sur de Mendoza. Las columnas ingresarían por seis diferentes pasos y debián llegar de manera sincronizada a un punto en común, donde organizarían la ofensiva para tomar la ciudad de Santiago de Chile.
El desafío era vencer las hostilidades de la naturaleza y al enemigo con un ejército numerosos: 4.000 soldados de combate, y unos 1.400 hombres destinados a otras tareas, como transporte, abastecimiento y sanidad. Para transportar el material bélico se incluyeron 10.000 mulas y 1.600 caballos para peleas en el llano; 600 reses en pie para ser faenadas en el camino. Entre el armamento llevaban 900 mil tiros de fusil y carabinas, 2.000 balas de cañón a bala, 2.000 de metralla y 600 granadas.
El 5 de enero se realizaron las ceremonias de partida de las tropas. Eligieron a la Virgen del Carmen de Cuyo como Patrona y se enarboló la bandera del Ejército de los Andes con el diseño de una franja azul y otra blanca. El 9 de enero comenzó el avance y entre el 12 y el 19 se inició el cruce las distintas columnas.
(Fuente: Dirección General de Escuelas, Gobierno de Mendoza)
La columna principal, compuesta por Miguel Estanislao Soler en la vanguarida, Bernardo O’Higgins en el centro y José de San Martín en la retaguardia, cruzó por paso de Los Patos. La segunda columna en importancia estuvo al mando del general Juan Gregorio de Las Heras lo hizo por el cruce de Uspallata. Las cuatro columnas secundarias se dividieron dos por el flanco norte y las otras dos por el flanco sur, con el objetivo de confundir y
istraer al enemigo para enmascarar el movimiento principal.
La marcha entre O’Higgins y San Martín llevaba siete días de diferencia, sin embargo, mediante chasquis, los libertadores mantenían conversaciones a diario.
«Acabamos de ganar completamente la acción. Un pequeño resto huye precipitadamente. Nuestra caballería les persigue hasta concluirla. La Patria es libre. Dios guarde a vuestra señoría muchos años. Cuartel general en el campo de batalla en Lo de Espejo 5 de abril de 1818″.
(Fuente: Archivo Nacional de Chile. Leer manuscrito completo ACÁ.)El ejército atravesó la cordillera para reunirse las columnas, entre el 9 y 10 de febrero, en Curimón, valle del Aconcagua. La sincronización del plan fue perfecta. El 12 de febrero de 1817, el Ejército de los Andes realizó un ataque envolvente desde todos los ángulos sobre el ejército realista. La Batalla de Chacabuco fue una victoria. El Ejército Libertador hizo una entrada triunfal en Santiago de Chile el 14 de febrero. Después de la Batalla de Chacabuco, las tropas realistas se retiraron a esperar los refuerzos de un ejército de auxilio enviado desde Perú. Una vez reorganizados, los realistas avanzaron hacia Santiago y el 19 de marzo de 1818 se produjo un revés en el Combate de Cancha Rayada y el ejército libertador fue vencido.
(Reproducción de «El abrazo de Maipu», de Pedro Subercaseux. En la pintura se ven representado el encuentro entre José de San Martín y Bernardo O’Higgins).A los diecisiete días llegó el desquite con la victoria final en la Batalla de Maipú, donde el ejército realista fue derrotado en forma definitiva, quedando asegurada la independencia de Chile.
«Al ejército de los Andes queda para siempre la gloria de decir: en veinticuatro días hemos hecho la campaña, pasamos las cordilleras más elevadas del globo, concluimos con los tiranos, y dimos la libertad a Chile», dijo San Martín en Chile después del cruce.
Pero el Plan Contiental no había terminado. Quedaba otra hazaña heroica por resolver: derrotar la sede del poderío realista en la ciudad de Lima e iniciar el proceso de liberación del Perú.