Cada 7 de noviembre se celebra el Día del Canillita, una jornada dedicada a los vendedores de diarios, revistas y todos productos derivados de la prensa gráfica. Su origen tiene a Rosario como escenario y a Florencio Sánchez, autor clave de la historia del teatro rioplatense, como a uno de sus protagonistas.
El 1° de enero de 1898 comenzó la distribución del diario La República, creado por el senador, escritor y abogado, Lisandro de la Torre. El político provenía del radicalismo y fundó el Partido Demócrata Progresista y en 1939, tras denunciar la corrupción de la década infame, se suicidó.
Más allá de este final trágico, en aquel verano de 1898, la aparición del diario fue celebrada y se convirtió en un acontecimiento. Un grupo de niños irrumpió las avenidas rosarinas, llevando los ejemplares bajo el brazo al grito de ¡La República a medio peso!
Y esa forma de vender ejemplares por parte de los niños fue la gran novedad porque antes de ese momento los diarios se comercializaban sólo por correo, por suscripción o comprándolos directamente en el lugar de la impresión.
Y en el término Canillita tuvo mucho que ver Florencio Sánchez, un periodista y dramaturgo nacido en Uruguay, que tenía 23 años y una militancia anarquista cuando se convirtió en jefe de Redacción de La República.
Mientras estaba en Rosario, Sánchez creó un texto para teatro titulado Canillita que tenía como protagonista a uno de aquellos chicos vendedores de diarios. La obra surgió después que el hombre viera a un muchacho con unos pantalones que le quedaban cortos. Ese look dejaba a la vista las canillas, los largos huesos de sus piernas muy flacas.
Canillita se estrenó el 1° de octubre de 1902. La representación estuvo a cargo de la Compañía de Zarzuelas y la buena repercusión hizo que estuviera en el escenario durante doce noches seguidas.
En la primera escena aparecía un chico que cantaba este estribillo: “Soy canillita / gran personaje / con poca guita / y muy mal traje”.
Un año más tarde, y ya en Buenos Aires, Sánchez conoció a Jerónimo Podestá, uno de los miembros de una familia clave para el teatro argentino. Estrenó M’hijo el dotor, un drama que desarrollaba la confrontación entre la vida rural y el mundo de la ciudad.
Y luego reestrenó Canillita en Capital. Fue un suceso y en agradecimiento se realizó una función para los canillitas porteños. Desde ese momento quedó asociado para siempre la palabra para los vendedores de diarios y revistas.