El 5 de enero de1939, a la edad de 70 años, se suicida en Buenos Aires el abogado, escritor y exlegislador santafesino Lisandro de la Torre, primer presidente del Partido Demócrata Progresista y fundador del periódico La República.
El 1º de mayo de 1933 se firma el pacto Roca-Runciman, por medio del cual el 85 por ciento de las exportaciones argentinas de carne se harían a través de frigoríficos ingleses, mientras que el 15 por ciento restante quedaría para los argentinos.
Desde su banca de senador por Santa Fe, De la Torre se puso al frente de la investigación por las irregularidades en el comercio de las carnes. A lo largo de sesiones, fue develando corrupción y complicidad, que asociaba a los frigoríficos ingleses con altos miembros del gabinete, como eran Federico Pinedo, ministro de Hacienda, y Luis Duhau, de Agricultura. Fue probando que esos establecimientos obraban sin ser inspeccionados ni pagar impuestos y que cajas con documentación comprometedora eran guardadas en despachos oficiales.
A continuación, fragmentos del discurso de Lisandro de la Torre en el Senado
de la Nación sobre la firma del pacto Roca-Runciman, 28 de julio de 1933.
«…Alguna explicación hay que buscar ante el hecho enorme de que en la Argentina podrán trabajar persiguiendo lucro privado las empresas extranjeras, y no lo podrán las empresas nacionales […]. El informante decía ayer: «el Gobierno inglés quiere» o «el Gobierno inglés no quiere» […] y eso que el Gobierno inglés quiere o no quiere se refiere a cosas que pertenecen a la República Argentina y deberían ejecutarse por el Gobierno argentino.
El Gobierno inglés dice: le permito que fomente la organización de los frigoríficos cooperativos y no le permito que fomente la organización de compañías individuales que le hagan competencia a los frigoríficos extranjeros. En estas condiciones no podría decirse que la Argentina se haya convertido en un dominio británico, porque Inglaterra no se tomó la libertad de imponer a los Dominios británicos semejantes humillaciones.
Los Dominios británicos tienen cada uno su cuota y la administran ellos […]. La Argentina es la que no podrá administrar su cuota. Lo podrá hacer Nueva Zelanda, lo podrá hacer Australia. Lo podrá hacer Canadá, lo podrá
hacer hasta África del Sur. Inglaterra tiene respeto a esas comunidades de personalidad internacional restringida que forman parte de su Imperio, más respeto que por el Gobierno argentino. No sé si después de eso podremos
seguir diciendo ¡Al Gran Pueblo Argentino, Salud!»