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Vientos de 205 km/h

EE.UU. en alerta ante posibles inundaciones por el huracán Florence


Autoridades de Estados Unidos advirtieron el miércoles sobre las graves lluvias, vientos e inundaciones que puede provocar el huracán Florence, que amenaza con golpear la costa atlántica en las próximas 48 horas.

Florence fue degradado a categoría 3 en la escala de cinco de Saffir-Simpson, pero aún se prevé que sea «muy peligroso» cuando se acerque a la costa el jueves y el viernes, advirtió el Centro Nacional de Huracanes (NHC) en su último boletín de las 18H00 GMT.

Según lo pronósticos, Florence avanzaba sobre el océano Atlántico con vientos máximos sostenidos de unos 205 km/h, y podría debilitarse lentamente en la noche del jueves. De acuerdo con la trayectoria, tocará tierra en los estados de Carolina del Sur, Carolina del Norte y Virginia.

Las órdenes de evacuación alcanzan a unas 1,7 millones de personas en esos tres estados, que ya declararon el estado de emergencia al igual que Maryland y el distrito federal, Washington DC, más al norte.

Se prevé que Florence se desvíe hacia el sur en dirección a Georgia, que este miércoles se sumó a las declaratorias de emergencia en previsión de las fuertes lluvias y marejadas esperadas.

«Es imperativo que todos sigan las órdenes locales de evacuación», dijo el presidente Donald Trump, que publicó más temprano en Twitter un video instando a la gente a «no jugar» con este huracán.

«Esta tormenta es extremadamente peligrosa. ¡Cuídense!», agregó, tras asegurar que el gobierno federal está «listo» para atender la emergencia, rechazando las críticas por su respuesta el año pasado al huracán María, que causó 3.000 muertos.

«Flo, no eres bienvenida»

En Wilmington, un balneario de Carolina del Norte, brillaba el sol en la tarde, a pesar de que el ojo del huracán estaba a apenas 700 km. En un barrio de casas rodantes en las afueras, Alondra Espinoza se preparaba para partir.

«Nos vamos a ir en las próximas horas, todo está listo», dijo a la AFP. «Tengo dos hijos y quiero llevarlos lo más lejos posible de aquí y de los peligros del huracán».

Óscar Pérez, un jardinero de origen mexicano radicado hace hace unos 12 años en Estados Unidos, coincidió: «No hay más remedio que irse».

«Vamos a tomar algo de comida para sobrevivir unos días con los niños y no sabemos qué esperar, tenemos que creer en nuestras buenas estrellas, lo más importante es mantenerse vivo. Lo material es secundario», dijo.

Las calles estaban desiertas en esta ciudad de poco más de 100.000 habitantes, con tiendas y casas selladas con tablas de madera, supermercados vacíos y estaciones de servicio desabastecidas.
«Mucha gente ya se fue. Los medios a veces tienden a hacer las cosas más grandes de lo que realmente son», dijo Mary Glover, al estacionar su 4×4 para tomar una foto de los mensajes a su alrededor.

«Wilmington está blindado», «Flo, no eres bienvenida aquí», se podía leer frente al bar Tavern Law.