Es preciso cambiar las formas de producción y consumo hacia modelos más sustentables, que satisfagan las necesidades actuales sin comprometer las de generaciones futuras
Por María Gabriela Ensinck *
El mundo no será igual después del coronavirus. Su irrupción no sólo generó una crisis sanitaria global, sino también una recesión económica sin precedentes.
Pero la reactivación de la economía pospandemia no debe lograrse a costa de aumentar la generación de residuos provenientes de materiales descartables ni las emisiones de gases de invernadero. O se correrá el riesgo de caer en una crisis climática y ecosistémica mucho más compleja que la provocada por un virus.
Es preciso cambiar las formas de producción y consumo hacia modelos más sustentables, que satisfagan las necesidades actuales sin comprometer las de generaciones futuras.
Esta transformación, lejos de implicar un freno al crecimiento económico y el bienestar, presenta una oportunidad para el desarrollo con equidad y la generación de nuevos empleos verdes en América latina.
Las tecnologías para lograrlo ya están disponibles. Las energías renovables, hoy son más costo-eficientes que las de origen fósil y además generan empleo e inversiones.
Nuevos biomateriales, que utilizan insumos naturales y reciclables, reemplazan a materiales convencionales (como el plástico) que resultan contaminantes. A su vez, las interacciones entre nanotecnología, inteligencia artificial, robótica y otras innovaciones están produciendo nuevos materiales inteligentes, sistemas de energía y remediación de la contaminación ambiental.
Argentina -al igual que otros países de la región- enfrenta desafíos que van desde su modelo de agronegocios basado en el monocultivo de la soja, a la megaminería, la deforestación y la necesidad de impulsar la economía circular para poner en marcha una industria del reciclado.
Por un lado, existe una gran oportunidad de valorizar materiales que hasta hoy se descartan a partir de una gestión adecuada de los residuos. Por otra parte, la industria del reciclado trabaja por debajo de su capacidad debido a la falta de separación de residuos en origen.
La llamada «economía circular» ayudaría a América Latina a dejar de depender de las industrias extractivas y las prácticas agrícolas que impulsan la deforestación, y en su lugar, crear valor reaprovechando materiales que hoy se desechan.
Los mercados internacionales ya están imponiendo regulaciones ambientales y mecanismos de compensación para evitar que las empresas importen bienes o trasladen su producción hacia países con normativas ambientales débiles.
El fenómeno se conoce como «fuga de carbono» (carbon leakage) y más del 50% de las exportaciones latinoamericanas son sensibles a la aplicación de estos mecanismos compensatorios.
La pandemia puso de relieve que el cuidado de la Salud, el Ambiente y la Economía deben ir de la mano. Es preciso cambiar los modelos de producción y de negocios, y no queda mucho tiempo. Para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, los famosos ODS que Naciones Unidas planteó para 2030, gobiernos, sociedades y empresas deben reinventarse.
(*) Lic. en Periodismo y Comunicaciones. Periodista especializada en Ciencia, Salud, Ambiente y Negocios. Autora del libro «Economía Verde. Innovación y Sustentabilidad en América latina».