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Dolores lumbares: por qué aparecen y cómo sobrellevarlos


Muchos jóvenes se ven afectados por padecimientos lumbares que complican la vida cotidiana

Muchos jóvenes se ven afectados por padecimientos lumbares que complican la vida cotidiana

Los dolores lumbares afectan a un 85%, al menos una vez en su vida, de las personas y es la principal causa de baja laboral en menores de 50 años. Los dolores en la espalda baja tienen múltiples causas y un buen diagnóstico es fundamental para aplicar el tratamiento más adecuado en función del origen del dolor.

“Muchas veces no podemos identificar la causa clara del dolor y las pruebas que efectuamos tampoco nos ofrecen una justificación clara”, explica Antonio Montes, jefe de sección de la Unidad del Dolor del Hospital del Mar, de Barcelona. “Lo que sucede es que el dolor no guarda una gran relación con la causa física que podemos ver, hay una desproporción”, aclara.

Tampoco existe una relación directa entre dolor lumbar y discapacidad. La lógica lleva a pensar que si alguien soporta mucho dolor en esa zona tendrá más discapacidad, pero hay pacientes con un dolor considerable que apenas aprecian repercusiones en sus quehaceres diarios y al contrario: personas con menor nivel de dolor que experimentan una discapacidad relevante.

La mayoría de los dolores lumbares desaparecen al cabo de un cierto tiempo; el porcentaje restante -que no es despreciable si se tiene en cuenta la gran prevalencia del dolor lumbar- tiende a cronificarse y, tal y como especifica Julio Doménech, profesor de la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia, “las alteraciones estructurales en la zona lumbar no predicen qué pacientes van a tener recaídas o una cronificación de su dolor”.

Objetivo: identificar el riesgo de cronificación

Saber qué personas van a sufrir una cronificación de la lumbalgia es importante porque pueden beneficiarse de un abordaje en el que el tratamiento psicológico cognitivo-conductual juega un papel crucial. Doménech aclara que esto no quiere decir que su dolor sea de causa psicológica, ya que “hay un inicio orgánico, aunque se desconozca cuál es”. Pero sí que existen factores psicosociales que influyen en que se perpetúe. Podrían considerarse moduladores psicológicos del dolor.

Los profesionales creen que la lumbalgia debe contemplarse bajo el prisma de un modelo biopsicosocial en el que, según el especialista del CEU, “cuando vemos a un enfermo no solo estamos viendo alteraciones estructurales, sino también psicológicas y sociales”.

En ese modelo los factores psicológicos agravan la enfermedad o provocan su mejoría si el paciente afronta adecuadamente el dolor y la discapacidad.

Y, según las investigaciones llevadas a cabo por el equipo de Doménech, son dos los factores que influyen de forma decisiva en la cronificación del dolor:

La catastrofización, es decir, la interpretación exagerada de las consecuencias negativas del dolor. Engloba la incapacidad del paciente para dejar de pensar en el dolor y la magnificación a través de pensamientos exagerados sobre el dolor, como la amenaza y la desesperación al apreciar que no puede hacer nada para aliviarlo.

La kinesofobia, que se refiere al miedo a realizar determinados movimientos que puedan agudizar el dolor que el paciente siente, lo que le lleva a dejar de hacer actividades relacionadas con el trabajo, pero también con el ocio, la vida familiar, etc.

Montes señala otros factores que también se ha apreciado que influyen en el riesgo de cronificación: “la edad joven, que se trate de una persona con un componente elevado de ansiedad y que ya sufra dolor crónico por otras causas, como por ejemplo las cefaleas”.

Tratamiento del dolor lumbar

El modelo bipsicosocial propone un manejo multidisciplinar del problema, para el que existen, en primer lugar, distintos fármacos y procedimientos médicos que resultan eficaces. Domingo ventura, especialista de la Unidad de Tratamiento del Dolor de Quirónsalud Infanta Luisa, de Sevilla, enumera algunos de ellos: “Antiinflamatorios, opioides, bloqueos epidurales, radiofrecuencia…”.

Resultan igual de importantes -o más, según los casos- otras medidas terapéuticas a largo plazo, como la terapia psicológica o el fomento de los buenos hábitos posturales. “Son imprescindibles ya que, junto al tratamiento por parte del médico, se requiere una adaptación del estilo de vida”, remarca el especialista.

No al reposo

Doménech señala un cambio importante en las guías de tratamiento de la lumbalgia más recientes, que siguen la línea del tratamiento multidimensional: “Insisten en evitar recomendar el reposo para el dolor lumbar”. Lo que se aconseja es lo contrario, que los pacientes “permanezcan activos, incluso trabajando”. En definitiva, se trata de evitar que “el dolor guíe su actividad diaria”.

Mantenerse activo evita, desde el punto de vista físico, “la atrofia de la musculatura”, pero también que el paciente “se discapacite y desarrolle ideas catastrofistas y de temor al movimiento”.

Cada vez menos cirugías
El quirófano ya no es un destino frecuente de los pacientes con lumbalgia. “El dolor en sí ya casi nunca es una indicación de cirugía, que se reserva para los casos en los que existe, por ejemplo, un déficit sensorial por una gran hernia discal, o bien una pérdida de fuerza…”, apunta Montes.

Fuente: Cuidate Plus