Ciudad

Diego Muslera: atajando los designios del destino


Por Alejandro Maidana

Diego Muslera supo codearse con los grandes, su manos y versatilidad lo llevaron a integrar el equipo de primera de Newell’s. “El loco”, como lo apodan, lejos de ser un tradicional dueño de los tres palos, se animaba a patear penales y a salir gambeteando. Un verdadero todo terreno del verde césped.

Fanático de la lepra y dueño de un carisma muy especial, hoy la vida lo encuentra manejando su propio remis y acumulando un bagaje notable de anécdotas. Cuando el fútbol es rehén del destino, pero lejos de interpelar al mismo lo acompaña en sus decisiones.

“Mi vida en Newell´s arranca con el futbol de 7, en las queridas canchas de Malvinas, en el baby. Para luego continuar por todas las divisiones inferiores de AFA, logrando los campeonatos de sexta, quinta y cuarta. Esta última era un avión, la dirigía el querido “negro” Julio Zamora y terminó invicta ganando todos los partidos del campeonato”, así iniciaría su charla Con la Gente Diego Muslera, una carta de presentación teñida de rojo y negro.

Su llegada a la reserva y ese berretín “loco” de seguir ganando campeonatos, “un paso importante en mi camino fue haber llegado a la reserva, allí ganó dos campeonatos hasta que nuevamente Julio Zamora al agarrar la primera me sube”, indica “el loco”.

“El negro me da la oportunidad de ser el segundo arquero de la primera división en dos temporadas, 2001/02. Lamentablemente cuando Julio deja la dirección técnica, las cosas se complicaron. Con la llegada de Héctor Veira, quien me mantuvo algunos partidos, a la par aterrizaron el flaco Passet y Sala, dos tipos con renombre a lo cual fui quedando marginado”, relataría quién a partir de ese momento tomaría un rumbo no deseado pero obligado por las circunstancias.

“Esa situación me obliga a cambiar de aire para tener continuidad, recalo en Gimnasia y Esgrima de Jujuy donde tuve un muy buen año y medio. Lamentablemente en ese periodo pierdo a mi papá y decido dejar ese lindo lugar para poder anclarme mas cerca de los míos”.

San Telmo sería el club que lo recibiría, y desde allí un derrotero notable que Diego Muslera se encarga de detallar: “En el equipo de la Isla Maciel no estuve mucho tiempo, y si bien las heridas de la muerte de mi viejo no habían cerrado, tomamos la decisión de ir a jugar en el ascenso italiano. Pero como mi vida no para un segundo, debido a que tenía que resolver algunos trámites personales, aproveche en ese ínterin para ocupar el arco de Argentina de Rosario”, sostuvo.

“Central Córdoba, Panamá que por un tema de cupo no pude arreglar, hasta llegar nuevamente a Italia. En ese momento comienzo a renegar con una lesión en el hombro que, si bien me permitía jugar, me expulsaba de todos los exámenes médicos. Por ese tema en el 2012 regreso a la Argentina, y comenzaba a preparar mi retiro por esto mencionado”, dijo Muslera.

Momento de salir a volantear, pero sin dejar el arco

“No hice plata, pero la que pude juntar me alcanzó para hoy tener mi propia casa. Si bien no deje el fútbol, la necesidad de trabajar me impulsó primero a manejar colectivos. Los Ranqueles y luego Rosario Bus fueron los que me cobijaron en mis años de colectivero”, es evidente que para “el loco” no hay límite alguno.

Si bien no dejó del todo al fútbol, lo profesional quedó muy lejos, “el hombro no me permitía practicarlo profesionalmente, pero despunte el vicio en la liga casildense, Sanford y Matienzo. En medio de esto puedo percatarme que el hombro no me dolía más, increíblemente la lesión había cedido. Es ahí donde me comunico el “Billy” Trebino para volver al ruedo en Tiro Federal durante tres años”.

Diego Muslera se bajó del bondi, se subió al taxi para poder combinar los horarios y seguir volando de palo a palo, “me pongo a laburar de tachero para poder entrenar, ya que el dolor había cedido, de Tiro paso a Coronel Aguirre, lugar que me abraza hasta la actualidad y que me ha dado la oportunidad de tener muy buenas actuaciones”.

Así es la vida de un “loco”, de alguien que no claudicó jamás en la búsqueda de la felicidad. Hoy se lo ve subido a un remis de su propiedad, acumulando tantos kilómetros como los que supo almacenar como profesional.

Porque cuando se trata de atajar los designios del destino, ahí estará Muslera, volando y conteniendo el remate.