Dos referentes consultados por Télam explicaron por qué el sistema sigue resultando imprescindible para las personas ciegas o con visión disminuida y aún no ha fue superado por otras herramientas
Pese al avance de nuevas tecnologías, el sistema Braille aún resulta “imprescindible” para la autonomía e inclusión de las personas ciegas y con disminución visual, según sostuvieron dos referentes que, consultados por Télam, resaltaron la demanda todavía vigente de masificar este sistema en los distintos ámbitos de la vida, con motivo del Día Internacional del Braille, que se conmemora cada 4 de enero.
“El braille es la herramienta que nos posibilita nada menos que la alfabetización, la lectura y la escritura a las personas ciegas”, expresó a Télam Carlos García, vicepresidente de la Biblioteca Argentina para Ciegos (BAC), fundada en 1924 y dirigida por personas con discapacidad visual.
«A diferencia de otras tecnologías, el braille nos permite una lectura autónoma y en silencio y la intimidad de leer algo desde el papel y no a partir de una voz que reproduce lo que está escrito», agregó el también estudiante de Letras en la Universidad de Bureemplazarenos Aires.
Fue el francés Louis Braille quien a sus 15 años, en la segunda década de 1800, inventó el sistema Braille, un alfabeto táctil de seis puntos en relieve, distribuidos en tres filas y dos columnas, que hoy posibilita el acceso a la información y a la cultura a las 1.300 millones de personas en el mundo que tienen algún tipo de discapacidad visual, según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“No se trata de un idioma, sino de un sistema de lectura y escritura que representa los caracteres del alfabeto, la simbología científica, matemática y música”, precisó el vicepresidente de la BAC, organismo que cuenta con 2000 títulos de libros impresos en braille.
En esa línea, Pablo Lecuona, director y presidente de la asociación civil Tiflonexos, destacó el rol fundamental del braille «para que las personas ciegas, especialmente los chicos, puedan alfabetizarse y acceder a la educación».
«Los chicos no se alfabetizan a través de una computadora. El aprendizaje del braille debe ser el primer sistema de escritura para después sí pasar a lo abstracto, a lo digital”, agregó en diálogo con Télam.
Creada en 2001, esta organización impulsó el desarrollo de Tiflolibros, la «primera biblioteca digital para personas con discapacidad visual de habla hispana» y actualmente motoriza el diseño de libros escolares accesibles para niños y niñas.
Lejos de ser reemplazado, entonces, el uso del braille «se combina con las nuevas tecnologías y se potencia”, apuntó Lecuona en referencia a las distintas herramientas digitales disponibles para personas ciegas como los audiolibros o lectores de pantalla, que verbalizan a través de una voz lo que aparece en un dispositivo.
En todo caso, es necesario “seguir difundiendo el braille y ampliar las posibilidades de elección que favorezcan la autonomía de las personas ciegas y una mayor accesibilidad”, aportó García.
En 2008, la Argentina sancionó la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad que, en su artículo 6, insta a los Estados a adoptar medidas pertinentes para asegurar el acceso de las personas con discapacidad, en igualdad de condiciones con las demás, al entorno físico, el transporte, la información y las comunicaciones, incluidos los sistemas y las tecnologías de la información y las comunicaciones, y a otros servicios e instalaciones abiertos al público o de uso público.
Esto incluye la identificación y eliminación de obstáculos y barreras de acceso y, en particular, establece la obligación de dotar a los edificios y otras instalaciones abiertas al público de señalización en braille y en formatos de fácil lectura y comprensión.
«El braille es un instrumento para generar accesibilidad en la vida cotidiana, pero por sí sólo no garantiza la inclusión. Necesitamos políticas públicas que amplíen su aplicación, para las que sean convocadas y tomen parte activa las organizaciones de la sociedad civil lideradas por personas con discapacidad visual”, sostuvo García.
Si bien el braille está presente en ascensores, museos, cartelería en transportes y otros espacios públicos, los referentes enfatizaron en la necesidad de su masificación en “juguetes con braille, libros infantiles, electrodomésticos, envases, alimentos”.
«No existe por ejemplo una normativa sobre medicamentos, que tengan en braille el nombre del medicamento y el teléfono del laboratorio, que es lo que es viable imprimir», agregó Lecuona.
Si bien el braille en papel tiene límites de espacio (una página en tinta pueden ser cuatro en braille), a lo que apuntan es «a combinar los sistemas disponibles».
«Los datos básicos pueden estar en braille y la información completa se puede acceder a través de QR, ahí sumaríamos medidas de accesibilidad que se complementan», explicó el director de Tiflolibros.
Lo importante, coincidieron, es que el braille «esté más presente para todos poder sentirnos un poco más parte».
El Día Internacional del Braille se celebra cada 4 de enero en homenaje al creador del sistema de lectura, quien nació en esa fecha en Coupvray, una comuna cercana a París en 1809.