Estiman que el sistema alimentario es responsable del 80% de la pérdida de biodiversidad, el 80% de la deforestación y el 29% de las emisiones de gases de efecto invernadero
La forma en que se producen alimentos a gran escala debe revisarse porque actualmente socava las bases de la biodiversidad por causar sequías, falta de absorción de la tierra y contaminación, además de afectar la seguridad alimentaria, advirtieron especialistas en el marco del Día Mundial del Suelo que se celebra hoy, por lo que llamaron a políticos, empresarios y sociedad civil «a cambiar radicalmente este escenario».
El sistema alimentario es responsable del 80% de la pérdida de biodiversidad, el 80% de la deforestación y el 29% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), aseveró la Fundación Vida Silvestre en un comunicado.
Siendo que el 75% de la superficie del planeta ya fue transformada por el ser humano y de esa proporción un 41% está destinado al sector agroalimentario, «la solución consiste en transformar los sistemas alimentarios insostenibles para lograr que sean amigables con la naturaleza y saludables para las personas», apuntaron especialistas de esa organización de la sociedad civil.
En este contexto, afirmaron que todos deben desempeñar «un papel para hacer frente a la crisis mundial de alimentos, climática, de biodiversidad y de agua dulce, pero el progreso real depende de la acción urgente de las principales partes interesadas».
«Los responsables políticos locales, nacionales y transfronterizos, los líderes empresariales y financieros y las organizaciones de la sociedad civil deben movilizarse para cambiar radicalmente este escenario», enfatizaron.
En este escenario, en la Argentina, la ingeniera agrónoma Carina Álvarez, docente de Fertilidad y Fertilizantes de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (UBA), precisó los desafíos que se enfrentan en el país para cuidar del recurso suelo, vital para la vida.
«Los desafíos que tenemos desde la Argentina para su cuidado es procurar las rotaciones de cultivos, hacer mayores aportes al suelo de rastrojo (conjunto de restos de tallos y hojas que quedan en el terreno tras cortar un cultivo) y material vegetal para mantener buenos niveles de materia orgánica y reponer los nutrientes que exportamos con las cosechas», planteó Álvarez, doctora en Ingeniería.
La reposición de los nutrientes puede hacerse «a través de la fertilización o fijación de nitrógeno o cerrando ciclo de nutrientes con la aplicación de abonos orgánicos», agregó la especialista.
Al referirse al cultivo de granos, que implica mayores extensiones de tierra, enfatizó la necesidad de «manejar la rotación de cultivos, realizar otros de coberturas, utilizar leguminosas para fijar nitrógeno y usar fertilizantes».
En tanto, para la producción de hortícolas y frutícolas, Álvarez reiteró la importancia fundamental de utilizar abonos o residuos orgánicos, como el compost.
En el marco de la celebración del Día Mundial del Suelo, que se celebra cada 5 de diciembre desde 2014, la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) sostuvo que «la seguridad alimentaria a nivel de individuo, hogar, nación y global, se consigue cuando todas las personas, en todo momento, tienen acceso físico y económico a suficiente alimento, seguro y nutritivo, para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias, con el objeto de llevar una vida activa y sana».
En esa línea, la Fundación Vida Silvestre remarcó en un comunicado la necesidad de «invertir en la naturaleza creando las estructuras adecuadas de gobernanza, administración, financiación y asociación para proteger, restaurar y gestionar de forma sostenible los ecosistemas tanto terrestres como acuáticos, y allanar el camino hacia un futuro positivo para la naturaleza, equitativo y resiliente».
«Necesitamos modificar y repensar las bases, cambiar la forma en la que producimos alimentos y convertir el actual sistema alimentario en uno que responda a los cuidados ambientales, sanitarios y sociales. De lo contrario, se profundizarán los efectos en el clima, la provisión de agua, la estabilidad y calidad de los suelos y, en consecuencia, la misma producción de alimentos, afectando a la seguridad alimentaria global y la salud del planeta y las personas», profundizó el titular de Vida Silvestre, Manuel Jaramillo.