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De Haití a Rosario: la historia del enfermero que se enamoró de la ciudad y lucha contra el racismo


Jean Alex Destin es dueño de una historia de vida que une a Haití y la Argentina. Llegó para estudiar, se recibió de enfermero y hoy trabaja en una empresa privada, además de presidir la Asociación Civil Haitiana. En diálogo con CLG contó cómo es ser un inmigrante en el Siglo XXI

Por Matías Gregorio

La historia de los migrantes suele estar marcada por la conexión que despiertan por más de un lugar. El caso de Jean Alex Destin es testigo de eso. Nacido en Haití, decidió viajar a Rosario para estudiar medicina. Su elección lo fue llevando por distintos caminos y 13 años después de aquel primer paso hoy afirma que es feliz en la Argentina. «No tengo ninguna duda de que volvería a tomar la misma decisión», le dijo a CLG. Sin embargo, Alex no se olvida de su tierra. Actualmente es el presidente de la Asociación Civil Haitiana y lucha para combatir la discriminación y poder formar una red de colaboración entre sus compatriotas. Alegrías, pesares y sensaciones de un migrante que se enamoró del asado pero todavía padece el frío.

«Es muy difícil viajar para ir a vivir a otro país», comenzó admitiendo Alex, de 41 años. «A pesar de las expectativas que uno puede tener, cuando llegás es otra cosa», afirmó, y sostuvo que si bien «no fue fácil», destacó que «por suerte tuve un buen tiempo para adaptarme». Entre las cosas que más se le hicieron difícil, dijo que fueron «el idioma y el frío». «Ahora estamos en otoño, y el fresquito que hace ahora es el frío de Haití. Me fui acostumbrando y ya no siento tanto el frío, pero fue duro porque venimos de un país tropical, por eso muchos no se pudieron adaptar y han vuelto», contó.

Según estiman desde la asociación que preside Alex, en Rosario hay más de 3.500 haitianos. El éxodo del país centroamericano no es nuevo y los ciudadanos se expanden por todo el continente. Quien finalmente se terminó recibiendo de enfermero hace ya un año y medio después de cambiar de carrera fue contundente sobre la crisis que atraviesa su país: «El problema no es que nosotros no podemos hacer nada o somos cabezas, sino que desde que tomamos la libertad fuimos ocupados un montón de veces por los países grandes, y hasta el día de hoy somos manipulados por Francia, Canadá y Estados Unidos».

«Yo cuando dejé mi país lo hice con la idea de venir a estudiar acá y luego volver y vivir con mi familia. Pero desde que me fui la situación empeora día a día. No es que no tenemos la esperanza de que mejore, pero la hipocresía de muchos de los países que dicen que están con nosotros para ayudarnos nos termina hundiendo porque favorecen la inseguridad para justificar su presencia y hacer negocios. Mientras, el país sigue perdiendo, porque no tenemos hospitales, escuelas ni facultades», relató con dolor Alex.

Después de obtener el título, Alex ingresó a trabajar en una empresa privada de la ciudad como enfermero. Allí recibe el cariño y la hospitalidad de sus compañeros, algo que sintió desde el primer día que pisó Rosario: «Cuando llegué toda la gente me quería hablar, me recibieron muy bien», remarcó. No obstante, comentó algunas situaciones incómodas que le tocaron vivir, «sobre todo cuando durante el gobierno anterior había una campaña anti migrantes, ahí la situación comenzó a cambiar un poco», aseguró.

En este punto, Alex se refirió a la agresión que sufrió la empleada de un almacén de calle Maipú al 1200, hecho que generó mucho eco dado que una cámara de seguridad captó el ataque contra la joven haitiana, que luego fue recibida por el Concejo Municipal. «Fue muy feo lo que pasó. Cada uno de nosotros vivimos situaciones similares, no fue una excepción, pero como ella tenía una cámara se pudo viralizar y nosotros la apoyamos en todo lo que podemos, está recuperándose. Ahora todos dicen que esa mujer es una loca pero hay otras personas que hacen lo mismo. Estamos pidiendo justicia para que quede algo en claro: todos somos iguales aunque vengamos de otros países, tengamos otro color y otro tipo de pensamiento», exigió.

De todos modos, Alex insistió en que las mayorías de las personas tienen un buen trato, y sentenció: «Nunca pretendo decir que la Argentina es racista, sino que el sistema es el que discrimina a través de sus leyes».

Más allá de los hechos discriminatorios, los jóvenes haitianos que recién llegan a la ciudad se topan con muchos inconvenientes, por eso en junio de 2016 decidieron crear la Asociación Civil Haitiana. «Yo tenía que usar un diccionario para ir al kiosko, o si tenía un problema en la facultad también era complejo, por eso nos agrupamos para poder ayudar a cada uno», explicó Alex. El enfermero contó que están trabajando en la creación de un centro cultural «para que los chicos sepan donde está la asociación por si tienen algún problema» y a la vez deseó que «se regularice la situación de todos aquellos que están sin papeles».

Para Alex y muchos otros haitianos encontrarse y juntarse entre ellos es una de las formas de no extrañar tanto la tierra natal y sobre todo a la familia. En este punto, la pandemia frustró los planes de Alex de reencontrarse con su madre y hermana: «El año pasado tenía todo planeado para volver a Haití y ver a mi mamá después de 14 años. Además, mi hermana que vive en Francia y no la veo desde hace 20 también iba a ir. Pero por la pandemia se canceló todo», lamentó.

A 13 años de la decisión que cambió su vida, Alex pudo cumplir su meta de estudiar y recibirse. Además, consiguió un empleo formal, hizo amistades y fundó y preside una asociación con sus coterráneos. Por eso, asegura que «sin ninguna duda volvería a tomar la misma decisión». «Rosario es una buena ciudad, la gente te recibe muy bien. Recuerdo la primera salida que hice acá: un amigo me llevó a comer un asado y quedé encantado. Lo aprendí a hacer y cuando puedo hago uno porque me gusta mucho», concluyó entre risas Alex, dueño de una historia de vida que une a Haití y la Argentina para demostrar que las fronteras son ficticias y los territorios somos hermanos.