Opinión

Cualquiera puede cantar


Opinión: Diego Añaños

No sé si es una peculiaridad de la Argentina, pero sí es muy peculiar lo que ocurre. Cualquier economista en nuestro país tienen la solución para resolver todo en dos patadas. Los problemas que aquejan la economía local se solucionan en 15 minutos de charla, sentados a la mesa de un programa de televisión. Los discursos son atractivos, fácilmente comprensibles, y abusan de una manera absolutamente impune de ejemplos cotidianos (ejemplos que nada tienen que ver con la realidad del funcionamiento de la economía de un país, por supuesto).

“Es muy fácil, señora. Es como en su casa. Usted no puede gastar más de lo que le entra”. Imposible resistirse a la simplicidad de los razonamientos, dado que la capacidad heurística de los mismos es inmensa. “Cuando alguien habla claro, seguro que te dice la posta”, piensan. Pero, como cita un viejo adagio (no es una reproducción exacta, sino aproximada): “Para cada problema complejo, existe una solución simple y clara, que habitualmente está equivocada”. Sin embargo, como nadie se hace responsable de los resultados de lo que se afirma en los medios de comunicación, los irresponsables pululan. Algunos son meros comentaristas, otros son ex funcionarios, que habitualmente han fracasado estrepitosamente, pero parecen haber perdido la memoria. Como decían los Auténticos Decadentes, parece que en nuestro país “Cualquiera puede cantar”. O hablar de economía, en todo caso.

La lista de funcionarios malogrados dispuestos a participar de cualquier debate es larga: Domingo Cavallo, Federico Sturzenegger, Hernán Lacunza, Nicolás Dujovne, Carlos Melconián, Guido Sandleris. Pero también están los opinólogos, una suerte de panelistas económicos que hace 30 ó 40 años que no aciertan un pronóstico, como Juan Carlos De Pablo, Miguel Ángel Broda, o Roberto Cachanosky. Hasta ‘El Dipy’ en Argentina se atrevió a opinar en los medios, pero parece que sus 30 segundos de fama se desvanecieron. Va a tener que aprender cómo funcionan las cosas en el ecosistema de medios hegemónicos. O tal vez no aprenda nunca, no lo sé.

Pero como decían en mi barrio: “Éramos pocos y parió la abuela”. Una nueva aparición fulgurante hizo su entrada en el debate económico argentino. Y como a falta de dipis, buenos son los kunes, Sergio Agüero, el Kun de la gente, se descolgó con una nueva (vieeeeeeeeeeeeeeeja) solución para los problemas del país. Durante la transmisión del partido Villarreal-Liverpool, por la semifinal de la Champions Leage, el ex delantero le lanzó a la Fiera Rodríguez, que lo acompañaba: “Pa mí, hay que sacar los pesos”. A lo que el ex volante de la selección le preguntó: “Y qué querés poner???”. “Dólares”, respondió Agüero. “Yo lo tengo que ver, pero diría, el peso a tomar por culo. Ahora todos ganan el sueldo en dólares. Si el dólar lo necesitamos para todos lados, el peso dónde lo llevamos”. Bien, la intención no es caerle al pobre Sergio. Cualquiera que ha viajado un poco sabe que tampoco puedo llevar reales, ni pesos chilenos, ni pesos uruguayos, pero tampoco coronas suecas a todos lados. El Kun ha viajado y lo sabe. Sin embargo, su inquietud responde a un tema que algunos economistas suelen traer ocasionalmente al debate mediático.

Es un debate mediático que se nutre de pequeños microdebates cotidianos. Del supermercado, de la cola de la verdulería. Así como se espuma la superficie del puchero para ir retirando la grasa, algunos políticos pasan la espumadera sobre la superficie de las inquietudes sociales, y llevan esas inquietudes al debate público, sin mediación. De ahí la propuesta de la vuelta del servicio militar obligatorio, la condena a la clase política o la dolarización de la economía.

“El peso argentino no existe”, dicen. “No sirve para nada, nadie cree en él. Por eso hay que poner el dólar”, dice el Kun, desde su sencillez. Y claro, es mucho más fácil eliminar el peso que ponerse a pensar las razones por las que se llegó a esa situación. Representa el típico modo de resolver problemas que muchos defienden, y funciona más o menos así: “Si tiene fiebre, metelo en la heladera, sencillito”, o “Para bajar la desocupación hay que matar desocupados, fácil”. Evidentemente los problemas son bastante más complejos, y requieren de soluciones a la altura de esos problemas. Cualquier intento de eliminar la moneda nacional, sea dolarizando o sea a través de la creación de una moneda única regional, como propone Lula Da Silva, implica la cancelación de la posibilidad de hacer política monetaria, es decir, deja renga a la conducción económica. Lo cual es especialmente grave a la hora de enfrentar una crisis.