Mantener una buena salud hepática es clave para un bienestar general. Hay algunos alimentos cuya composición contribuye al cuidado de este órgano
El hígado es fundamental en muchos procesos metabólicos; por eso, mantenerlo sano es indispensable. Afortunadamente, a través de la dieta y la práctica de buenos hábitos es posible contribuir a su bienestar.
Es un órgano que puede deteriorarse por enfermedades crónicas como el hígado graso, la hepatitis, la cirrosis o el cáncer.
Las enfermedades del hígado son, en gran parte, prevenibles, ya que están causadas por factores relacionados con la dieta y el estilo de vida. En concreto, el exceso de peso corporal, sobre todo cuando la acumulación de grasa se da en la zona abdominal, es el motivo que tiene mayor influencia en la aparición de las afecciones antes mencionadas.
Así pues, adoptar hábitos saludables que se basen en alimentos de calidad nutricional, aumentar la actividad física diaria y evitar los productos tóxicos como el alcohol, el cigarrillo y el abuso de fármacos es la mejor forma de cuidar el hígado.
¿Cómo cuidar el hígado?
Los alimentos que ayudan a cuidar el hígado son aquellos que, en su interior, contienen sustancias fitoquímicas o fitonutrientes, capaces de proteger la integridad de las células frente a reactivos que pueden dañarla. En particular, suelen ser ingredientes de origen vegetal cuya abundancia en nutrientes produce interesantes beneficios en el organismo.
Brócoli
El brócoli contiene múltiples compuestos bioactivos, como vitamina C y flavonoides. En un artículo publicado en The Journal of Nutricion se determinó que el consumo diario de este alimento es capaz de suprimir la activación de los macrófagos del hígado, lo que disminuye posibles daños o riesgo de tumores.
En esta época, en la cual la obesidad es un problema, incluirlo en la dieta aporta beneficios para mantener este órgano sano, sobre todo en aquellas personas con exceso de peso.
Té verde
En un estudio publicado en Nutrición Clínica en Medicina, se observó que el té verde, debido a su abundante contenido de antioxidantes, es una bebida con potencial beneficioso para las personas que padecen hígado graso. De hecho, se recomienda para cualquier persona que desee cuidar su salud.
Aceite de oliva
Varios estudios han sugerido que la adhesión a un patrón mediterráneo produce una mejoría en el perfil lipídico y evita el depósito de grasa hepática. El efecto tiene que ver con el aporte de grasas monoinsaturadas omega 9, provenientes del aceite de oliva virgen extra.
Sumado a esto, los beneficios de este alimento sobre el hígado se asocian a su efecto en la disminución de los procesos inflamatorios y la oxidación Celular, los cuales detonan enfermedades crónicas.
Café
Los componentes del café, como el cafestol y el ácido clorogénico, disminuyen la actividad del «factor de crecimiento». Este último se considera un estimulador importante de la inflamación y la cicatrización hepática. Los efectos protectores de este producto son independientes de la cafeína que aporta.
En un estudio publicado en el año 2016 se demostró que el consumo habitual de esta infusión, pero sin caer en excesos, puede reducir de forma significativa la cicatrización en pacientes con hígado graso. Eso sí, es importante considerar que no se obtienen los beneficios si se consume cafeína de forma aislada o procedente de otras fuentes.
Semillas de lino y chía
Las semillas de lino y de chía son alimentos conocidos por sus propiedades nutricionales. En particular, se destacan por su aporte de ácidos grasos omega 3 y fitonutrientes que contribuyen a combatir la inflamación y el estrés oxidativo.
Varios estudios han determinado que consumir omega 3, en cantidades suficientes, puede mejorar la salud hepática en adultos y niños con hígado graso.
Por sí solos, estos alimentos no van a proteger el hígado frente a las enfermedades que lo pueden aquejar. Sin embargo, incluidos en el marco de una dieta saludable y variada aportan interesantes beneficios. De igual forma, es conveniente alejarse de malos hábitos, como el consumo de alcohol y tabaco.
Además, las personas con sobrepeso y obesidad deben realizarse una ecografía abdominal para detectar si hay una alteración en esta glándula. La detección oportuna de cualquier enfermedad hepática es clave para su tratamiento.