Info General
Informes CLG

Informe CLG

Cruzaron las Malvinas en bicicleta en memoria de los caídos


Por Ariel Gómez

No quedarse con los brazos cruzados. La concreción de los sueños como motor de la vida, alimentado por los desafíos. Un grupo de argentinos pedaleó, corrió, soportó un clima severo y, sobre todo, disfrutó de una travesía única por las Islas Malvinas.

Con La Gente habló con Gonzalo Prados, uno de los integrantes de la misión. Es fotógrafo y vive en Buenos Aires pero su trabajo lo ha llevado a lugares como el sur de África (Zimbabwe, Zambia y Bostswana), como también el Amazonas, la Franja de Gaza y las Islas Malvinas, entre otros.

Hace un tiempo Prados tenía un sueño: realizar una travesía para unir el cementario de Darwin con Puerto Argentino, como forma de homenaje a los caídos en la Guerra de las Malvinas.

Y este sueño lo compartía con Alexis Padovani, un amigo suyo. Pero con la particularidad de que Padovani es discapacitado. Hace 21 años, mientras jugaba un partido de rugby, sufrió una seria lesión en la médula. Sin embargo, nunca aflojó y el ciclismo y el esquí adaptado pasaron a formar parte de su vida.

Foto: Gonzalo Prados

“Con Alexis ya habíamos realizado dos travesías. Una en el Valle de la Luna, en San Juan, con la gente de CQC, el programa de televisión. Por cada kilómetro que recorría Alexis, pedaleando con las manos, se donaba una bicicleta a una escuelita rural de San Juan. Al tiempo hicimos otra, un poco más difícil, en Ushuaia. Unimos el Parque Nacional Lapataia con el Cerro Castor. Fueron 60 kilómetros en dos días, a beneficio de una escuela de cocineros para chicos con síndrome de down”.

Y el sueño de recorrer Malvinas fue tomando forma. Pero esta travesía no la podían realizar solos, por eso, se sumaron a la misión Mario Saucedo, Martín Chielli y Pablo Vitucci. “La idea fue formar un equipo y afrontar las dificultades todos juntos”, dice Prados.

Ya en las islas, el 21 de mayo fue el día elegido para el comienzo. El recorrido se realizó en dos partes. En la primera jornada partieron desde el cementerio de Darwin hasta Mount Pleasant, una base de la OTAN. El tramo fue de 35 kilómetros, y les llevó cinco horas de recorrido. Al día siguiente, fueron otros 35 kilómetros hasta Puerto Argentino, lugar al que llegaron después de siete horas extenuantes.

El clima fue un factor importante. La travesía la realizaron con temperaturas que llegaban apenas a los 3 grados y con ráfagas de viento de 80 kilómetros por hora. “El día de la partida tuvimos 6 grados bajo cero. Muy duro”.

El trayecto estuvo lejos de ser lineal y de no tener inconvenientes. Al tiempo de haber partido de Darwin, se rompieron dos bicicletas. Sin embargo no se detuvieron: hasta que llegaron las nuevas, el recorrido se hizo corriendo.

Además, por el tipo de terreno, había que ayudar a Padovani. “Alexis no dejó de pedalear en ningún momento –cuenta Gonzalo- pero hay trepadas que tienen siete u ocho kilómetros y se complicaba. Entonces, nos bajábamos de las bicicletas y lo empujábamos con una mano, mientras con la otra sosteníamos nuestra bicicleta. A eso lo teníamos coordinado”, cuenta Prados, quien también tenía el trabajo de documentar la travesía. ”La idea era que ‘empujaran’ los otros tres. Yo estaba como rotativo: iba hacia adelante, los pasaba y filmaba; luego iba hacia atrás y sacaba fotos. Cuando alguno estaba cansado, me sumaba al empuje”. El trabajo en equipo fue fundamental.

Foto: Gonzalo Prados

El recorrido también tuvo su momento de riesgo. Prados cuenta que “en un momento quise hacer una foto panorámica y me subí a una especie de montecito para hacerlo desde arriba, y una persona que estaba en una camioneta me dijo que no lo haga, que salga de allí, porque estaba sobre campo minado”. Además recuerda un momento en especial: el comienzo en el cementerio de Darwin. “Estás en el medio de la nada, y cuando comenzás a caminar se escucha un viento furioso y tus zapatos por el caminito de piedras, y, a medida que te vas acercando, el repiqueteo de los rosarios contra las cruces blancas, sumado a un frío que no te podés quedar parado. Eso te golpea”.

Luego de dos jornadas agotadoras, la travesía llegó a su fin. El sueño estaba cumplido. Con Alexis “como timón, ya que era el aliento constante”, el grupo había podido cumplir el objetivo de llegar a Puerto Argentino, un lugar más que significativo para la soberanía de nuestro país.