Hace 40 años en Rosario se realizó la competencia suramericana transformándose en un hito. En el marco de los nuevos Juegos, algunos deportistas locales la recuerdan
En 1982, Rosario recibió a los II Juegos Cruz del Sur, el evento multideportivo más importante del continente, hoy renombrados como Juegos Suramericanos. Aunque ya había recibido como subsede a los mundiales de fútbol de 1978 y de voleibol de 1982 (un mes antes de los Cruz Del Sur), estos Juegos representaron un hito al poner a la ciudad en el centro del deporte del continente, además de beneficiarse con la renovación de la infraestructura deportiva, como fue la construcción de nuevos escenarios, materializando un legado valioso para varias instituciones.
En total participaron mil atletas de diez países, compitiendo en un programa deportivo compuesto por 19 disciplinas, entre ellas: atletismo, básquet, béisbol, boxeo, ciclismo, esgrima, fútbol, gimnasia artística, judo, levantamiento de pesas, lucha olímpica, natación, patinaje, remo, tenis de mesa, tiro, tenis, vela y voleibol.
La llama suramericana partió desde La Paz, Bolivia, sede de los primeros Juegos, e ingresó al país a través de La Quiaca, llegando a Rosario luego de recorrer 1721 kilómetros. Luego de atravesar puntos importantes de la ciudad, la llama llegó al Monumento a la Bandera hasta el día de la inauguración. La misma se llevó a cabo en el estadio de Rosario Central ante veinte mil espectadores. Marcelo Alexandre, representante de ciclismo, fue el abanderado de la delegación argentina, mientras que el remero rosarino Gerardo Costantini, atleta olímpico, fue el encargado de encender la llama.
Argentina se impuso en el medallero con un total de 272 preseas (114 de oro, 92 de plata y 66 de bronce). Luego le siguieron Chile con 135 (37, 51 y 47) y Perú con 75 (30, 18 y 27).
Estos Juegos tuvieron la participación de atletas que llegaron a ser grandes figuras en sus deportes, como Hugo Conte (vóleibol), Hernán Montenegro y Héctor Campana (básquet), Sergio Goycochea, Claudio García y Fabián Basualdo (fútbol), Nora Vega (patín), Fernando Lúpiz (esgrima), Mercedes Paz, Mariana Pérez Roldán y Christian Miniussi (tenis) y el ciclista Marcelo Alexandre.
A casi 40 años de esta gesta, Rosario sigue marcando el camino. En 2022 recibirá otro evento multideportivo: los III Juegos Suramericanos de la Juventud. Con 15 países, 26 deportes y 2.500 atletas será un acontecimiento que quedará marcado a fuego, no solo en la historia deportiva de la ciudad, sino también en la del país.
En primera persona
Marcelo Cardarelli es esgrimista y hace cuarenta años participó en los Juegos Cruz del Sur representando a la Argentina. Además de los logros deportivos, ese momento fue importante para él porque sus padres pudieron verlo competir.
«De la inauguración de los Juegos en la cancha de Rosario Central tengo varios recuerdos lindos. Lo más emocionante fue que me tocó izar la bandera junto a la enorme patinadora Nora Vega. Creo que me eligieron en ese momento porque venía de ser tres veces campeón nacional, venía de ganar los primeros Juegos y por supuesto, soy rosarino», recuerda.
«Los días de competencia eran muy intensos. Me tocó participar con un desgarro del abductor derecho. Muy molesto, muy doloroso. Tuve que competir infiltrado. Cuando uno saca la medalla de plata, se le escapa por poquito la de oro. Entonces fue el dolor de no poder lograrlo porque para ese entonces quien ganaba los Cruz del Sur era campeón sudamericano también. Y quien lo ganó, fue un argentino, amigo mío, así que compensó bastante el hecho de haber salido segundo. Teníamos un equipo fuerte en ese momento y por eso con el equipo ganamos la de oro. Hacía unos años que veníamos ganando por grupos en la especialidad a nivel sudamericano», cuenta.
Sobre los Juegos Suramericanos que comenzarán a fin de mes en Rosario dice que es una alegría enorme. «Este evento permite remover cosas lindas. Lo veo con un orgullo muy grande porque va a ser el foco deportivo de Sudamérica de los jóvenes, a quienes les aconsejamos siempre que realicen el deporte con esfuerzo, con entusiasmo y con sacrificio».
Otra de las competidoras de los Cruz del Sur fue Silvia Augsburguer, quien participó como atleta. «Fue una experiencia muy hermosa porque era competir en mi provincia, en mi ciudad, representando al equipo nacional. Tenía experiencia porque estaba en el equipo nacional de atletismo y había participado de muchos campeonatos sudamericanos. Lo que recuerdo de la preparación es que entrenaba dos veces por día, a la mañana y a la noche, así que era muy exigente. Recuerdo entrar al estadio muy nerviosa, pensando en el público que me iba a ver porque representaba a mi país, cuánto importa la hinchada y ser local, y la hinchada era nuestra. Era muy motivador», dice emocionada.
Silvia ganó la de medalla de bronce en la competencia de 800 metros y la medalla de plata en la de 4×400 metros.
«Lo que más me gustó de mi experiencia deportiva fueron las amistades que hice y que son para toda la vida. Ahora tenemos grupos de WhatsApp con las personas que participamos de los Juegos en el 82», cuenta.
Y finaliza: «Los Juegos Cruz del Sur fueron el anticipo a una ciudad pensada fuertemente para el deporte, creo que es importante rescatarlo. Me parece que se puede tomar como una experiencia de algún modo fundante. En mi caso fue fundamental porque Rosario todavía no tenía pista sintética, por eso creo que después de estos Juegos, a Rosario le va a quedar una infraestructura interesante y una experiencia para fomentar el deporte».
Ana Lía Bulleri formó parte del equipo nacional de nado sincronizado. Ganaron el oro en grupo, en dueto ganó la medalla de plata y también obtuvo el segundo lugar en la competencia individual.
«La experiencia fue muy movilizante porque fue un gran torneo, la primera vez que se organizaba una competenciade esa envergadura en Santa Fe y en nuestra ciudad. Todo el plantel era de Rosario así que era un fuerte compromiso con la gente. Las más jóvenes en esa época subíamos de categoría para poder formar parte de un plantel de primera división, de lo que se llama mayores. Veníamos de una preperación previa, de torneos en torneos, del Sudamericano en el 80, de Bolivia», recuerda.
«El nado sincronizado es un deporte que requiere mucha preparación, de danza, natación y resistencia. Eran entrenamientos de tres turnos: mañana, tarde y noche. El domingo era el único día que descansábamos. El deportista siempre busca las medallas, siempre quiere subirse al podio, pero no es eso lo que más me quedó de ese torneo, sino el grupo, las amistades, el equipo, las anécdotas, lo que entrenaste, las experiencias. De eso no te vas a volver nunca. Con las chicas del equipo nos seguimos reuniendo y recordando anécdotas de esos Juegos», se emociona.
Asimismo, Ana Lía cree que todo evento, toda organización que se haga, va a sumar en hacer crecer el deporte tanto de la ciudad como de la provincia y del país.