Este sábado 11 de febrero se celebró el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia
Por Gabriela Ensinck – Télam
Si bien en Argentina más de la mitad de las personas que hacen ciencia son mujeres, el porcentaje decae a medida que se avanza en la carrera de investigación y en las áreas tecnológicas son menos del 30%, informaron científicas y señalaron que el cupo femenino en las denominadas STEM (Ciencias Exactas, Tecnología, Ingenierías y Matemática) se estancó en los últimos años.
Datos del Conicet reportan que en 2022 las mujeres representaban el 54,3% de las personas que investigan dentro del organismo pero a medida que se avanza en la carrera científica la participación femenina cae hasta llegar al 26% en la categoría de Investigador Superior, tras celebrarse este sábado el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.
«Las mujeres estamos más presentes en las Ciencias Sociales, Humanidades, y Ciencias Médicas, que implican actividades de cuidado asociadas al género; y sub representadas en Ingenierías, Matemática, Física e Informática», dijo a Télam la química e investigadora Valeria Edelsztein, cofundadora del proyecto de divulgación Científicas de Acá.
De hecho, en las áreas STEM la participación femenina es del 34%, y en la última década, en lugar de crecer, ha caído o se ha estancado, reveló una reciente investigación de Chicas en Tecnología (CET).
El trabajo, titulado «Una carrera desigual: la brecha de género en el sistema universitario argentino», relevó más de 7.000 títulos de grado en universidades públicas y privadas de todo el país entre 2011 y 2019, y concluyó que si bien la matrícula universitaria creció un 20% en ese período, en las disciplinas STEM lo hizo a un ritmo menor.
«Las mujeres tuvieron más participación en el crecimiento de la matrícula universitaria total (23%, y los varones 16%), pero en el caso de las carreras STEM su participación se estancó», destacó Paula Coto, directora ejecutiva de CET.
En las carreras ligadas a la programación, sólo hay un 12% de estudiantes mujeres, lo que hace prever que la participación femenina en estas áreas de alta demanda laboral (y buena remuneración) no repuntará en un futuro próximo.
Coto explicó que «es importante que haya mujeres porque aportan otra mirada. Sin equidad de género, no solo hay escasez de talento sino que hacemos ciencia sesgada, y los productos y servicios que se obtienen no son de calidad».
El 80% de los medicamentos retirados del mercado estadounidense entre 1997 y 2000 fueron prohibidos por efectos secundarios producidos en mujeres, e investigaciones posteriores mostraron que en la mayoría de los ensayos clínicos de seguridad y eficacia no se las había incluido, escribió Agostina Mileo (conocida en las redes como La Barbie Científica) en su libro «Que la Ciencia te Acompañe».
En 2018 Amazon tuvo que desechar un algoritmo de Inteligencia Artificial para selección de personal, porque excluía automáticamente a las mujeres. En el proyecto habían trabajado durante ocho años un equipo de varones.
Ahora bien, la falta de mujeres profesionales en Ingeniería, Ciencia de Datos, Programación, Física o Matemática no arranca en la Universidad sino mucho antes.
Según una encuesta del Cippec (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento), el 89% de las chicas de 10 años que participaron de las pruebas educativas PISA dicen que «las matemáticas no son para ellas». Y a los 15 años, sólo el 0,5% de las adolescentes afirma que va a estudiar alguna carrera relacionada con las matemáticas (entre los varones, la proporción es del 15%).
«Los estereotipos de género están presentes desde la infancia y juegan un importante papel. También hay falta de información sobre cuáles son las tareas y empleos de quienes se dedican a las tecnologías y la programación, y faltan referentes femeninas en estas disciplinas», comentó Coto.
Las brechas de género en Ciencia -al igual que en otras actividades- esconden otras brechas, como la económica, de oportunidades educativas, de acceso a tecnologías y servicios.
Un estudio del Cippec presentado en la edición 2020 del Premio L’Oréal Por las Mujeres en la Ciencia, indicó que «si bien las mujeres reciben el 60% de las becas financiadas por el Conicet, las investigadoras perciben un 25% menos de recursos que sus colegas varones para sus proyectos, y publican menos artículos en revistas de calidad y visibilidad nacional e internacional».
En el sector tecnológico, las programadoras reciben hasta un 30% menos de ingresos, y ocupan sólo el 20% de las posiciones de liderazgo, según Chicas en Tecnología.
Un reciente informe de Cepal, señaló que 4 de cada 10 mujeres en América Latina y el Caribe no pueden costear una conectividad efectiva (acceso a Internet, disponibilidad de dispositivos y habilidades básicas para su utilización).
Pero una vez en el mercado laboral, la permanencia y progreso de las mujeres en sus carreras se dificulta. «Muchas mujeres se caen del sistema científico con la maternidad y luego no pueden reinsertarse. No hay una equidad en las tareas de cuidado de hijos y adultos mayores y esto hace que para las mujeres sea más difícil desarrollarse profesionalmente», dijo Edelsztein y agregó que «la respuesta a esto no es individual, sino colectiva».
El Conicet, bajo la actual presidencia de la química e investigadora Ana Franchi, lanzó en 2022 un subsidio por tareas de cuidado destinado a solventar los gastos que tienen las participantes de reuniones científicas, además de extender las licencias por paternidad y maternidad.
Muchas de las mujeres que hoy lideran el desarrollo científico tecnológico en Argentina debieron sortear múltiples obstáculos y sostienen que el armado de redes de apoyo entre pares fue clave para crecer en sus carreras.
A mediados de los 90, las investigadoras Diana Maffia, Silvia Kochen y Franchi fundaron la Red Argentina de Género Ciencia y Tecnología (Ragcyt).
Y hoy no es casual que sea una mujer, la viróloga Andrea Gamarnik, quien lideró el equipo que diseñó el primer test serológico para coronavirus, apenas 45 días después de declarada la pandemia; y que otra mujer, la bióloga Juliana Cassataro, dirija el equipo desarrollador de la Arvac Cecilia Grierson, la primera vacuna argentina contra la Covid-19.
Sin embargo, aún quedan prejuicios y obstáculos por sortear.
«Aún existe el llamado ‘neurosexismo’, que consiste en revestir de lenguaje científico los prejuicios contra las mujeres y mostrar una supuesta inferioridad del género femenino», advirtió la neuróloga Kochen.
En la actualidad los servicios basados en conocimiento aportan el 10% del PBI y el 20% de las exportaciones argentinas. Que haya mayor equidad de género en las actividades de Ciencia y Tecnología no sólo es cuestión de justicia, sino también una premisa para el desarrollo.
El Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia fue instituido hace 8 años cada 11 de febrero por la Asamblea General de la ONU para impulsar vocaciones tempranas y una mayor participación de mujeres y diversidades en áreas científicas y tecnológicas.