Por Diego Carballido
El ex presidente ecuatoriano, Rafael Correa, en su itinerario de visita por la ciudad, luego de recibir el Doctorado en Honoris Causa de la Universidad Nacional de Rosario, realizó este miércoles un acto que reunió a cientos de personas en la explanada de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la UNR.
La presentación estaba programada para las 18.30 pero, como es natural en este tipo de eventos, se fue postergando. Casi una hora después de lo previsto, la imagen del ex presidente irrumpió en el medio de los integrantes de los Bardos, grupo musical que estaba amenizando la espera con algunos temas del cancionero popular. En ese momento, uno de los micrófonos fue arrebatado por un Rafael Correa eufórico que sorprendió con sus interpretaciones de “Mariposa tecknicolor”, “El fantasma de Canterville” y el infaltable “Hasta siempre Comandante”.
Con la concurrencia encendida por el preludio musical que rompió con toda formalidad y protocolo, el ex presidente comenzó advirtiendo que «son tiempos difíciles para América Latina» por la avanzada continental de los gobiernos conservadores de derecha pero que, sin embargo, no son épocas terribles como lo fueron los años setenta con las dictaduras que ensangrentaron toda Latinoamérica. Luego, dedicó unas palabras a lo sucedido durante la década de los noventa diciendo que “no sólo fue una crisis económica, sino que también fue una crisis de liderazgo».
La patria grande
Correa formó parte de una camada de mandatarios que compartieron una misma mirada con respecto a las políticas continentales. Por eso, recordó la imagen del ex presidente venezolano, Hugo Chávez, y destacó: “En un momento dado, de los diez países sudamericanos, ocho tenían gobiernos de izquierda. Sumado a lo que sucedía en El Salvador, Nicaragua y a nuestra eterna Cuba», remarcando que: «No sólo fue una época de cambio, sino que un cambio de época».
Según el diagnóstico del ex mandatario: «Los principales adversarios de nuestros gobiernos no fueron los partidos de derecha sino su prensa. La denominada opinión pública que, en realidad, era la opinión publicada», sin dejar afuera de su análisis a una cuestión que es el bastión para desprestigiar a muchos gobiernos populares, como es el tema de la corrupción: «Quien diga que en su gobierno no habrá corrupción, o es parapsicólogo o está mintiendo. Porque hasta el Papa Francisco dijo que en el Vaticano encontró corrupción. Un gobierno honesto no es el que no tiene corrupción, sino el que no la tolera».
El mecanismo destituyente
En el medio de un público que aplaudió cada una de sus intervenciones, Correa aprovechó para desentramar el mecanismo que se implementó en la destitución de muchos de los líderes continentales: «Primero existe, durante varios meses, un linchamiento mediático. Cuando ya pierdes todo el apoyo y nadie te sale a defender, ahí te destituye el Parlamento. Vivimos golpes parlamentarios que luego son judicializados”.
Y hasta tuvo tiempo para hacer un mea culpa: «A la gente que salió de la pobreza nosotros le seguimos hablando de los pobres y, tal vez, ese discurso ya no era para ellos. No sólo porque no coincidía con sus objetivos, sino porque hasta eran antagónicos, quedando proclives a caer en los cantos de sirenas de la derecha y sus medios de comunicación».
Finalmente, arengó a los jóvenes a comprometerse en política, pero con un compromiso a conciencia: «No se preparen para ocupar un puestito, prepárense para transformar la sociedad” dijo Correa, y aseguró: «Así como hay café sin cafeína, cigarrillos sin nicotina y cerveza sin alcohol; nos quieren hacer creer que puede existir la política sin políticos”.