Una vez más, la ciencia y la tecnología local demostraron que, pese a no contar con los presupuestos acordes, el talento puede más
Una vez más, los científicos argentinos han demostrado lo que pueden dar y hasta dónde pueden llegar. A pesar de que históricamente el presupuesto dedicado a la investigación y a la educación no ha sido el suficiente o el que sería de desear, el área siguió adelante ya que pudo surtirse de la sapiencia, la entrega, la vocación y hasta la abnegación de los científicos argentinos, que se ponen al frente de cada estudio y hacen hasta lo imposible para demostrar la capacidad que tienen. Ante la pandemia del coronavirus, los avances locales para hacerle frente a la enfermedad fueron notorios: la creación de respiradores y kits de testeos rápidos, de bajo costo e innovadores; dan cuenta de ello.
No es la primera vez que ocurre y seguramente no será la última en el país donde se destacan hombres y mujeres por sus valores. Algunos tuvieron más reconocimientos y laureles que otros: el doctor René Favaloro, Bernardo Houssay, ganador del premio Nobel en Medicina en 1947, Rebeca Gerchsman, Julio Maiztegui o Luis Federico Leloir. Todos ellos en su momento, y tantos otros en la actualidad, demostraron la capacidad y el talento que existe en el país, principalmente en las universidades públicas y en el Conicet.
Un talento que no siempre es bien pago en un país que ya ha perdido muchos cerebros extraordinarios que han debido emigrar para trabajar en otros lugares del mundo y desarrollarse, pero que se potencia con la vocación y que demuestra que pese a los atropellos económicos y los recortes, es importante dar espacio y apoyo a la ciencia y la tecnología. Porque talento sobra y debe ser aprovechado.
Lo dijo este viernes Alberto Fernández al presentar un kit rápido de detección de coronavirus y debería aplicarse en todos los estrados, no solamente para hacer frente a una pandemia: «Tenemos que seguir trabajando así, muy unidos, juntos y darnos cuenta que unidos somos capaces».