La enfermedad se expandió en 90 países. El nuevo coronavirus Covid-19 provocó, hasta el momento, la muerte de 3.460 personas
El centro Johns Hopkins de Ciencia e Ingeniería de Sistemas, de Estados Unidos, informó este viernes que la cifra de infectados con el nuevo coronavirus Covid-19 ya supera las 100.000 personas en más de 90 países.
Hasta el día de la fecha, más de 3.400 personas murieron a causa de la enfermedad, mientras que alrededor de 55.000 personas se recuperaron satisfactoriamente. Los países más afectados por esta epidemia son China, epicentro del brote, Corea del Sur, Irán e Italia.
En la Argentina, el número de infectados de coronavirus en Argentina ascendió a ocho este viernes. Todos los casos en el país son “exportados”, ya que se produjeron en personas que viajaron recientemente a Europa.
El temor global que se generó tras la expansión de la enfermedad provocó cuarentenas, modificó numerosas rutinas y alteró a los mercados financieros por las imprevisibles consecuencias que la propagación del coronavirus pueda tener en la economía mundial.
David Beasley, director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, adelantó hace días que se podría producir «una devastación absoluta» a medida que los efectos de la disminución de la actividad económica global se extiendan por África y Oriente Medio.
¿Cómo impactará el coronavirus en la economía global?
El portal RT dialogó con especialistas en economía, quienes realizaron sus pronósticos sobre los posibles escenarios en medio de los temores en los inversores por los posibles impactos del brote de coronavirus en la economía mundial.
Sourabh Gupta, investigador principal del Instituto de Estudios China-América, estima que el costo económico máximo del coronavirus podría ser significativo y hoy en día se subestima, ya que podría «reducir a la mitad» el crecimiento del PIB mundial en 2020 —el año anterior se proyectó en un 3,5 %— y suponer el peor desempeño del crecimiento global desde la recesión de 2001.
Este analista consideró que un resultado óptimo de esta epidemia sería el que promociona el Fondo Monetario Internacional, una caída del 0,5 % respecto al crecimiento del 3,3 % que pronosticó en enero para todo 2020, pero señaló que es una perspectiva «demasiado optimista» y no tiene en cuenta plenamente «la psicología masiva de la incertidumbre, que deprime el sentimiento del consumidor» y «comenzó a sentirse de manera global» cuando el riesgo de contagio se extendió «mucho más allá» de China.
¿Cierre indefinido de los mercados financieros?
Por su parte, Peter C. Earle, del Instituto Estadounidense de Investigaciones Económicas, opinó que el peor escenario económico incluiría graves interrupciones en la cadena de suministro, cierres de aeropuertos, problemas en el mercado crediticio por cuarentenas masivas, consecuencias negativas en los empleados de bancos y firmas de valores de importancia mundial y hasta el cierre indefinido de los mercados financieros, pero matiza que es poco probable que suceda todo esto.
La mejor opción sería que se produjera una recuperación total del impacto económico negativo que generó el coronavirus, que todo el mundo comprendiera que «el comercio sin restricciones es crítico para el bienestar de todas las personas» y, por lo tanto, que terminara «la guerra arancelaria entre EE.UU. y China».
Impulso a la coordinación global
Philipp Carlsson-Szlezak, economista jefe de la consultora Boston Consulting Group (BCG), indicó que el resultado óptimo sería que el coronavirus impulsara la coordinación global y la inversión en la resistencia a las enfermedades para crear «una realidad geopolítica donde la cooperación se considere esencial para abordar los problemas modernos».
Tanto Earle como Gupta coinciden en que las graves y repentinas caídas en los mercados de valores, sobre todo de EE.UU., no solo se debe al coronavirus. Así, Sourabh Gupta opina que los precios de las acciones están «sobreinflados» desde hace mucho tiempo y la corrección actual no logrará compensar el mercado.
Por su parte, Carlsson-Szlezak asegura que los mercados «no estaban en una burbuja» y, aparte del virus, «había pocas razones para provocar una venta masiva, sobre todo una tan abrupta».