Espectáculos

Crítica

Conversaciones tontas con mi alter-ego


Por Santiago Fizsbein

Super héroes. El cine se pobló de estos campeones de la justicia para reventar las boleterías y lo logran año tras año desde 2008 con “Iron Man” y “Batman: el caballero de la noche”.

Ahora es el turno de los villanos en protagonizar sus propias películas y en esta oportunidad le tocó a Venom.

El apareció en los años ’80 y se presentó en las páginas de Spider-Man, un simbionte que se adhirió a Spider-Man, otorgándole más fuerza pero se apoderaba de su mente. Al salir de Spider-Man pasó a Eddie Brock, un periodista fracasado.

En esta versión Eddie (Tom Hardy) es un exitoso periodista que triunfa por sus investigaciones al mejor estilo de un “Proteste ya” de CQC. Pero cuando se pone a investigar a la Fundación Life de experimentar con seres humanos, pierde su empleo y a su prometida Anne (Michelle Williams). Al entrar clandestinamente a seguir investigando, un simbionte se apodera de Brock para luego convertirse en Venom.

Venom es un villano, en esta versión que se proclamó como un anti héroe, se dio todo lo contrario. Hardy está bien como Brock pero el guión lo pone como un Peter Parker. Tiene elementos de la historia pero a su vez se pierde la tonalidad de un personaje tan poderoso como lo es Venom.

Termina siendo un héroe más que un villano, ya que su fin es proteger una amenaza mayor, una mezcla que nunca se va a entender. Es entretenida, pero a veces cansan los diálogos infantiles que tienen Brock y Venom.  Deja pie para una secuela en la escena post-créditos. No es mala como “Gatúbela” de 2005 ni la mejor como “Batman: el caballero de la noche”, entretiene pero le falta.

Calificación: Regular.