Un grupo armado atacó y mató a 23 personas el viernes durante una marcha en Bagdad
Un grupo armado atacó y mató a 23 personas el viernes durante una marcha en Bagdad
Miles de iraquíes volvieron a movilizarse este sábado en las calles de Bagdad para exigir mejores condiciones de vida y la reforma del sistema político al que consideran ineficiente y corrupto, pese a la matanza de 23 manifestantes el viernes en la capital a manos de un grupo armado.
El ataque contra manifestantes en la céntrica plaza Al Jalani, que produjo al menos 23 muertos y 135 heridos, hizo temer una escalada de la violencia, tras días de una calma inusual desde el estallido de las protestas en octubre. En medio de la noche, hombres armados llegaron a la plaza en vehículos todoterreno y comenzaron a disparar indistintamente contra los manifestantes.
Las autoridades iraquíes no lograron identificar ni detener a los agresores, pero activistas denunciaron en las redes sociales que podrían pertenecer a milicias chiitas proiraníes, que tienen cada vez mayor influencia en el país y a veces incluso integran las fuerzas de seguridad.
Poco después de la matanza en Bagdad, un dron tiró esta madrugada un mortero contra la casa del líder chiita Muqtada al Sadr, político nacionalista crítico con el gobierno y ex jefe de una milicia que entregó oficialmente las armas pero que conserva miles de combatientes.
Una acción que no causó daños ni víctimas, según la policía, pero que «podría provocar una guerra civil» en palabras del vocero de al Sadr, Salah Obeidi.
Los miembros de las Brigadas de la Paz del clérigo chiita se desplegaron anoche en la capital para «proteger» a los manifestantes, pero «sin armas», según precisó el movimiento.
Esta tensión creciente no impidió este sábado a miles de iraquíes salir a protestar en las calles de la capital y en las plazas del sur del país para pedir la caída de todo el sistema político, pese a la renuncia la semana pasada del entonces primer ministro Adil Abdul-Mahdi. Si bien hubo un gran despliegue policial tanto en la capital como en varias ciudades del sur, las movilizaciones se desarrollaron sin incidentes, reportó la agencia de noticias EFE.
En estos dos meses de protestas, los manifestantes fueron también víctimas de la represión de las fuerzas seguridad, que usaron fuego real contra ellos.
En este contexto, el presidente de Irak, Barham Salí, condenó en un comunicado el «ataque criminal armado de bandas criminales» de anoche, a la vez que exhortó a la policía a cumplir su labor y garantizar el derecho de los ciudadanos a «manifestarse pacíficamente».
«La responsabilidad de los aparatos de seguridad del Estado, además de proteger a los manifestantes pacíficos y las propiedades públicas y privadas, y preservar la vida de los iraquíes, es perseguir y arrestar a los delincuentes y criminales, y llevarlos ante la justicia», sentenció.
La dudosa actuación de las fuerzas de seguridad y el auge de milicias armadas desató también las critícas de la comunidad internacional.
La máxima representante de Naciones Unidas en Irak, Jeanine Hennis-Plasschaert, advirtió que los actos de violencia liderados por bandas «que emergen de lealtades al exterior» podrían poner al país petrolero «en un camino peligroso».
Desde el comienzo de las protestas, más de 400 personas murieron y miles han sufrido heridas, sobre todo en Bagdad y en las regiones del sur del país de mayoría chiita y ricas en petróleo, escenario de los mayores disturbios.
Además de pedir mejores servicios públicos y oportunidades económicas, los manifestantes reclaman el fin de la corrupción y la renovación de la clase política que gobierna el país desde hace 16 años.
En las últimas semanas, se acentuaron las críticas contra Irán -aliado del gobierno-, al que consideran como el arquitecto del sistema político iraquí, a sus ojos corrupto e incompetente.