Tres de cada cuatro médicos argentinos recomiendan beber vino con moderación y uno lo contraindica totalmente, según una investigación presentada recientemente en un congreso internacional y coordinada por el cardiólogo Ricardo López Santi, que demostró que no hay acuerdo entre los profesionales acerca del consumo de esa bebida.
El estudio, realizado entre 745 médicos argentinos -671 cardiólogos, 18 especialistas en medicina interna,17 médicos generales y otras 36 especialidades- y presentado en el Congreso Mundial de Cardiología, que se realizó este mes en Dubai, fue avalado por la Federación Argentina de Cardiología (FAC) y aprobado por el Consejo de Ética en Investigación de la Universidad de Queen, Canadá.
Los resultados son preliminares, ya que se completarán con datos que aportarán profesionales canadienses y uruguayos, países donde también se está realizando la encuesta sobre el efecto del alcohol en la salud cardiovascular.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la medida diaria recomendable, conocida técnicamente como UBE (Unidad de Bebida Estándar), contiene unos 10 gramos de alcohol, lo que equivale a una copa de vino de 100 mililitros, un porrón de cerveza de 250 o un vaso de whisky de 30 mililitros.
Asimismo, las medidas difieren según el género: debido a diferencias en el metabolismo, se recomiendan dos UBE para hombres y una para mujeres por día.
Con respecto a las percepciones sobre la ingesta moderada de alcohol, el 71% de los médicos del país piensa que el consumo moderado «es beneficioso» para la salud cardiovascular, aunque la mitad (36%) afirma que ese efecto se da «en especial con el vino tinto».
En tanto, el 24% (179/737) consideró que «cualquier ingesta es perjudicial», mientras que el 5% restante (37/737) tuvo otras opiniones. El estudio concluyó que tres de cada cuatro médicos recomiendan a sus pacientes beber con moderación, mientras que uno lo contraindica totalmente.
«El consumo excesivo de alcohol establece un riesgo sanitario, ya que según la OMS aparece como causante de más de 200 enfermedades que determinan 3,3 millones de muertes por año», afirmó a Télam López Santi.
Sin embargo, el consumo leve a moderado «no fue reportado como un peligro para la salud», y en el caso particular del vino está asociado con la «prevención de enfermedades crónicas como las cardiovasculares, la diabetes y el cáncer», señaló.
«Hay una doble mirada. Por un lado el exceso de consumo puede provocar daño en varios órganos, incluido el corazón, provocando dilatación y falla cardíaca. Por otro lado el consumo moderado, en especial de vino tinto, muestra evidencia de menor cantidad de individuos con enfermedad de sus arterias coronarias», planteó.
Y continuó: «Eso llamó la atención, sobre todo después de estudios publicados en la década del 90 que analizaban la dieta de los franceses, con mucho contenido de grasas y, contrariamente a lo esperado, con una menor presencia de enfermedad coronaria».
«Esto se conoce como la ‘paradoja francesa’ y se atribuyó al consumo moderado y regular de vino, por lo que se estima que beber 200 centímetros cúbicos de vino cinco veces a la semana podría ser la dosis apropiada para los varones, y la mitad para las mujeres», precisó.
Consultado sobre las diferencias en las recomendaciones de los médicos, López Santi comentó que el estudio que coordinó junto al canadiense Adrián Baranchuk «buscaba respuestas».
«Más del 80% de los médicos encuestados dijo no estar satisfecho con su grado de conocimiento de las guías internacionales de consumo y afirmó que esas medidas son confusas. Además, cuatro de cada 10 dijeron directamente que no las conocían», detalló.