Se realizó en el marco del paro nacional de 48 horas que afecta a todas las sedes del país
Fotos: Juan José García
Mientras la transmisión científica desde el fondo del Atlántico realizada por investigadores argentinos continúa batiendo récords de audiencia en plataformas digitales y despertando el interés de la sociedad, en Rosario los trabajadores del Conicet alzaron la voz para denunciar la crítica situación que atraviesa el organismo de ciencia y técnica.
Este miércoles por la tarde, en la esquina de Corrientes y Pellegrini, se llevó a cabo un “ruidazo” en el marco del paro nacional de 48 horas que afecta a todas las sedes del país. La protesta formó parte de una convocatoria nacional en reclamo por la aprobación urgente de la ley de financiamiento de la educación universitaria y ante la falta de definiciones sobre becas, contrataciones y el futuro del personal científico.

Guillermo Labadie, director del Conicet Rosario, advirtió que “no hay expectativas de que se corrija el rumbo del gobierno nacional en cuanto a la política sobre recursos humanos” y calificó al panorama como “desolador”. Además, alertó que si se mantienen las decisiones actuales, “la ciencia argentina puede ser llevada a la destrucción”.
Desde mayo, 45 profesionales han abandonado el Conicet Rosario por distintas causas: renuncias, jubilaciones, despidos, licencias sin goce de sueldo o traslados. Labadie explicó que “destruir es muy rápido, construir es muy lento” y remarcó que, si este proceso se detiene, “hay investigadores que no pueden reinsertarse y deciden irse del país o buscar empleo en el sector privado”.
También advirtió sobre los “baches generacionales” que podrían afectar áreas clave del conocimiento científico. A pesar de la campaña de desprestigio que circula en redes sociales, el funcionario destacó el apoyo de la sociedad: “Lo que están haciendo los investigadores en Mar del Plata demuestra la pasión y la vocación que existe. Y la gente lo percibe”.

Actualmente, el Conicet enfrenta una crisis profunda por la falta de presupuesto, la suspensión de becas doctorales —especialmente en ciencias sociales— y la fuerte caída del poder adquisitivo de salarios e incentivos.
