La víctima estuvo 23 años presa de su captor en una casa de barrio Cura hasta el 2019 cuando pudo escapar y pedir ayuda
Finalmente el hombre que mantuvo privada de su libertad a una mujer en el barrio Cura fue condenado a 26 años de prisión. El tribunal integrado por Nicolás Vico Gimena, Nicolás Foppiani y Rafael Coria condenó a Oscar R., de 60 años, por privación ilegítima de la libertad agravada en concurso ideal con el delito de reducción a la servidumbre en concurso real con abuso sexual con acceso carnal, en grado consumado y en calidad de autor. La víctima, María Eugenia, pasó 23 años en el domicilio de Santiago al 3500, logró escapar en 2019 y pudo llevar a la justicia a su raptor.
El juez, al dar el veredicto, consideró que la víctima vivió «un terror difícil de imaginar», ya que según la investigación, la víctima fue atada en la casa, rapada, abusada, golpeada y reducida «hasta la servidumbre», ya que hasta sacó su DNI y en el barrio la hacía llamar con otro nombre. «Le robó su identidad, le quitó su personalidad», afirmó el juez Nicolás Vico Gimena, presidente del tribunal del juicio.
El dictamen final dio por probadas las golpizas, vejaciones, maltratos y hostigamiento contante de forma presencial o telefónica a Eugenia. Aseveró que dio por evidenciado «el sometimiento en el aspecto estético y la identidad por parte del acusado para ejercer dominio con la finalidad de aislarla y despersonalizarla».
El relato de María Eugenia fue fundamental y los testimonios de los vecinos, muchos de ellos testigos de las palizas que recibía la mujer, daban cuenta de disparos de arma de fuego que se escuchaban dentro del domicilio. «Tiene alto valor intrínseco por la extraordinaria calidad de su discurso. Se presentó con una actitud serena que acompañó con firmeza en el relato. Pudo reconstruir con elocuencia sorprendente tramos de su vida que fueron signados por un terror difícil de imaginar», agregó Vico Gimena.
«Refirió a su calvario con lujos de detalles sin caer en exageraciones sin ánimo de venganza contra quien la sometió en degradación infame. Su relato no tuvo fisuras sobre cómo a lo largo del tiempo le quebró cada uno de los lazos que unían a la víctima por fuera de la perversa situación a la que la sometió hasta el punto de considerarse un pedazo de carne», explicó.
El juez afirmó además que la víctima llegó a estar ante un «estado de dominación total, con encadenamiento físico, de forma siniestra y efectiva. No tenía esperanza de contar con una vida distinta. La hizo hasta creer que era merecedora de ese castigo».
«Pudimos reconstruir cómo se conocieron, cómo fue la relación al inicio, la personalidad violenta de Racco, con acceso a armas de fuego. Esto, ratificado por el allanamiento a su domicilio. Se pudo reconstruir el trato que le dispensaba a la víctima ante el público: humillaciones, agresiones y vejaciones; control y permanencia ininterrumpida de forma presencial o por teléfono», amplió el magistrado.
El juez mencionó testimonios de vecinos. Uno que vio una golpiza que le dio Racco a Eugenia en 1996; otro que llamó al 911 porque se escuchaba la golpiza y además tiros que efectuaba el violador dentro de la casa; hasta incluso testimonios de testigos de «comentarios inapropiados a niñas menores de edad» por parte del condenado.
«El aislamiento de la víctima quedó expuesto cuando pidió en la estación de servicio la guía para contactar a un conocido o vecino para ubicar a familiares», finalizó.
Según la acusación de la fiscal de la oficina de Violencia de Género Luciana Vallarella, la situación comenzó el 6 de mayo de 1996, cuando retuvo contra su voluntad a su pareja, Eugenia, que actualmente tiene 43 años. Agregó que ejerció violencia contra ella con agresiones físicas y que la mantuvo atada cuando él se ausentaba del domicilio. Al comienzo del juicio pidió 18 años de cárcel, pero luego amplió la imputación y elevó ese monto a 26 años.
Eugenia logró salir de la casa el 8 de mayo de 2019, cuando aprovechó un descuido del agresor, con quien comenzó una relación cuando ella tenía 18 años. “Salí y corrí por mi vida hasta bulevar Seguí, corrí media cuadra y para mí eran 100 kilómetros. Tomé un taxi hasta un surtidor de Italia y Pellegrini y busqué a una tía mía en la guía. La llamé y le dije que me ayude porque si no, para la noche estaba muerta”, contó en una entrevista que dio a Telenoche (El Tres).
“Nunca pensé que iba a salir de lo que estaba viviendo, ni que iba a salir con vida. Hoy la fuerza la saco en el compromiso de que se sepa la verdad y también para cerrar esta historia para mí. La declaración –ante el jurado– fue revivir 23 años de horror, de lo más feo de mi vida, de tocar muchos sentimientos y cosas que no quisiera recordar pero que fueron y es necesario para que se haga justicia”, concluyó.