La primera edición del índice de confianza de 2023 medida por el Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral marcó en enero el valor más bajo en el índice de condiciones presentes
La sequía es la protagonista del pesimismo. Un 86% de los productores enfrentan condiciones climáticas desfavorables con el consiguiente impacto negativo en la rentabilidad y los flujos de fondos para enfrentar los costos incurridos.
Esto influye en su situación financiera actual, que también es la peor de toda la serie desde octubre de 2018: con un índice de 35 puntos, un 72% de los productores manifiestan estar peor que un año atrás.
El Ag Barometer Austral en enero 2023, elaborado por el Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral, alcanzó un valor de 68 puntos en la confianza de los productores agropecuarios y es de los más bajos de su historia. El Índice de Condiciones Presentes marca su caída más drástica, el valor de 38 es el más bajo registrado desde que comenzó a medirse en octubre 2018, y si se lo compara en términos interanuales con enero 2022 (94) la caída es del 59%.
“Los valores son similares a los de mediados de 2020, donde una serie de factores políticos e institucionales, como la intervención fallida a Vicentin, impactaban en forma muy negativa en el ánimo de los productores”, explica Carlos Steiger, uno de los autores del informe.
En lo referido a las expectativas del sector agropecuario en los próximos 12 meses, un 49% piensa que el sector va a estar en una situación peor que la actual, con una sensación de marcado pesimismo, “aunque con un cierto dejo de esperanza por la mejora en las variables climáticas y eventuales cambios en las políticas dirigidas al sector”, suma Steiger. Aun así, no alcanza a compensar la gran caída en la situación presente.
Steiger, quien además es director de la Maestría en Agronegocios de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Austral, ahonda sobre las causas que generan este pesimismo: “72% de los productores manifiestan estar financieramente peor que un año atrás”. Comparada con la del año anterior, implica una caída del 50% y se la ubica como la más baja de toda la historia.
Uno de los factores es el fracaso de la cosecha de trigo, dado que en la campaña 2022/23 se produjeron 11 millones de toneladas, frente 24 millones de toneladas de la campaña 2021/22. “Esta caída ya es definitiva, y hay que sumar los daños prácticamente irreversibles a los cultivos de maíz temprano y soja de primera”, agrega.
Steiger resalta el “enorme” impacto negativo en los flujos de fondos de los productores: “Los resultados de la campaña de trigo generaban recursos para financiar la cosecha gruesa y esperar, luego, las ventas de maíz y soja para cancelar los compromisos adquiridos. Y, eventualmente, guardar la soja como instrumento para preservar el capital, como defensa ante una inflación fuera de control”.
El otro índice que muestra una caída de gran magnitud es el de “Oportunidad para realizar inversiones”. En este año que recién comienza, un 79% de los productores manifiesta que es un mal momento para realizar inversiones en activos fijos/hacienda vacuna. El valor de 41 puntos representa una caída de más del 60% con relación a enero 2022 que fue 119 (el pico más alto registrado).
Steiger considera que el pesimismo que manifiestan hoy los productores se verá también reflejado en Expoagro, que se realizará a principios del mes de marzo. “Es probable que el volumen de negocios sea distinto al de 2022, donde el estado de ánimo positivo de los productores se tradujo en ventas record de maquinarias”.
La sequía, otro factor de pesimismo
El impacto adverso del clima en los cultivos se evidencia en un 86% de los productores, que manifiestan que tendrá efectos muy desfavorables (49%) y desfavorable (37%). El maíz temprano y la soja de primera son los cultivos que presentan la mayor cantidad de daños irreversibles a esta altura del año.
“Es de esperar que las lluvias acompañen lo que resta del mes de febrero, para que los maíces tardíos y la soja de segunda puedan recuperarse, y no tener que continuar bajando los rendimientos y la producción esperada”, analiza el especialista del Centro de Agronegocios y Alimentos.
Aun así, el impacto que la sequía ha tenido en los niveles de producción se traslada a la forma en que los productores han financiado tanto la siembra de trigo, como la cosecha gruesa, y la capacidad de pago de los créditos tomados y la reposición del capital de trabajo propio utilizado. El Ag Barometer Austral indica que, en el caso del trigo, una proporción muy importante de los costos de implantación han sido financiados con capitales de los propios agroproductores, pero solo un 39% manifiesta que el producto de la cosecha alcanza para cubrir esos costos.
En el caso de la cosecha gruesa, un porcentaje importante ha sido financiado con fondos propios. En base a los rendimientos esperados a la fecha, un 60% de los productores piensa que deberán utilizar entre el 50% y el 80% del producido para recuperar la inversión. Por otro lado, un 12% piensa que deberá utilizar el total de lo producido para cubrir los costos, mientras que el 13% manifiesta que no podrán cubrirlos.
“Esto, sin duda, tendrá un impacto muy grande en lo referido al efecto multiplicador del agro en la compra de maquinarias e, incluso, en la financiación de la campaña 2023/24”, considera Steiger.
Sólo un 15% de los productores pudo fijar el precio al maíz o soja. Acorde con el informe, marca que el ritmo de comercialización es muy lento, con un impacto muy grande en el ingreso de divisas. “Está motivando una constante sangría en las reservas del Banco Central y ya se está pensando en un ‘Dólar Soja 3’ como un nuevo parche, sin solucionar los temas fondo como lo reclaman la Cadena de la Soja y entidades de productores”, concluye Steiger.