Alrededor de 18 horas después de los ataques a la sede de los tres poderes, la capital de Brasil se encontraba hoy bajo control, pero aún se podían ver las huellas de la destrucción en el Palacio del Planalto, el Congreso y el Supremo Tribunal Federal (STF) luego del violento asalto que sufrió ayer por parte de miles de militantes bolsonaristas para pedir un golpe militar.
«La situación en Brasilia está controlada», afirmó a través de Twitter el interventor federal en el Distrito Federal, Ricardo Cappelli.
Cappelli asumió el comando de todas las fuerzas de seguridad de Brasilia después de que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva ordenara una intervención federal en los organismos de seguridad de la capital administrativa para hacer frente al ataque a las instituciones perpetrado por los seguidores del expresidente ultraderechista Jair Bolsonaro.
En la Plaza de los Tres Poderes, que separa el Palacio Presidencial de Planalto, la sede del Congreso y la sede del Supremo Tribunal Federal, el escenario era de destrucción, con pedazos del piso removidos, hierros retorcidos, basuras esparcidas por todas partes y hasta cápsulas de gases lacrimógenos.
Los rastros de destrucción se extendían por varios de los jardines de la Explanada de los Ministerios, la amplia avenida en la que están ubicadas las sedes de los ministerios y que culmina en la Plaza de los Tres Poderes.
Dentro de las edificaciones quedaron los rastros del violento ataque, con cientos de ventanales quebrados, sillas arrancadas, equipos destruidos y obras de arte vandalizadas, informó el medio local O Globo.
La edificación del Congreso quedó marcada con carteles y pintadas con leyendas golpistas.
Tras las elecciones presidenciales de octubre, los bolsonaristas habían instalado campamentos frente al cuartel general del Ejército para presionar por un golpe militar que impidiera el regreso de Lula al poder y desde el que fueron lanzados los ataques de ayer.
Agentes de la Policía Militarizada de Brasilia, reforzados por tropas del Ejército, bloquearon los accesos al campamento a primera hora para impedir la llegada de más manifestantes y ordenaron el desalojo pacífico de los que permanecían en el lugar.
El operativo de desalojo del campamento frente al Cuartel General del Ejército en Brasilia, donde hoy estaban detenidos unos 1.200 bolsonaristas, transcurrió sin enfrentamientos.
Según el sector de comunicación del Ejército, nadie resistió el acercamiento de las fuerzas de seguridad.
Capelli, que será responsable por la seguridad en la capital brasileña al menos hasta el 31 de enero, afirmó que las fuerzas policiales reiniciaron a primera hora de hoy las operaciones para identificar a los responsables por los actos de vandalismo en las sedes de los tres poderes .
«Ya estamos en campo nuevamente. Los criminales seguirán siendo identificados y sancionados. No permitiremos la continuidad de concentraciones que funcionen como incubadoras de planos contra el Estado Democrático de Derecho», afirmó Capelli.