Una encuesta que llevó adelante la consultora Voices hace unos años arrojó que 8 de cada 10 mujeres manifestaron que les resultó difícil combinar lactancia y trabajo
En el mes de la lactancia, la puericultora Paola de los Santos se propuso conversar con su comunidad de seguidoras en Instagram acerca de sus experiencias con la misma, el apoyo que habían recibido, si se habían sentido contenidas por su entorno y si habían podido lactar tras su regreso al trabajo, ya sea una vez terminada su licencia o cuando retornaron, en el caso del trabajo informal o independiente, situación sumamente frecuente en nuestro país.
«Me relataron experiencias de las más variadas, muchas valorando el rol de su pareja y de sus colegas de trabajo, aunque se presentó un factor común, un aspecto sobre el que debemos poner particular atención: la mayoría no encontró en sus lugares de trabajo contención y un espacio preparado para extraerse leche y conservarla, lo que se llama formalmente un lactario, sostuvo de los Santos, autora de los libros «Yo doy la teta» y Destete», este último recientemente publicado.
En esta misma línea, una encuesta que llevó adelante la consultora Voices hace unos años arrojó que 8 de cada 10 mujeres manifestaron que les resultó difícil combinar lactancia y trabajo.
De hecho, 2 de cada 10 sintieron que su trabajo estuvo en riesgo si continuaban dando de mamar o extrayéndose leche y el 65% de las mujeres que se extraían leche debía hacerlo en el baño[1].
Además, el 46,4% de las empresas en Argentina afirma realizar acciones para facilitar la lactancia, pero solo el 9,8 % cuenta con salas de lactancia.
Para sostener la lactancia, pero también para que toda la experiencia en forma integral sea satisfactoria para la mujer, es indispensable el apoyo de su pareja, si tiene, de su círculo directo (padres, hermanos, vecinos, amigos) y de todas aquellas personas que podrían conformar una red de cuidado que pueda dar sostén y facilitar que todo siga funcionando cuando la mujer vuelva a trabajar.
«En muchos casos, la mujer es sostén económico del hogar, pero también es sobre quien recaen todas las tareas domésticas y el acompañamiento del resto de los miembros de la familia, por lo que es sumamente agobiante intentar llevar adelante todo esto, con la carga emocional y física que la mujer está atravesando, sin contar con el soporte mínimo indispensable», explicó la puericultora.
La buena noticia es que, a diferencia de lo que sucede en otros países de la región, la tasa de lactancia exclusiva hasta los seis meses en Argentina viene creciendo en forma sostenida y se incrementó un 50 por ciento en la última década, habiendo pasado de 30 a 45%. Esta cifra muestra los grandes esfuerzos que vienen llevándose adelante, aunque quede camino por delante para seguir mejorando.
La enorme mayoría de las mujeres que maternan y trabajan debe volver al trabajo antes de tiempo, por trabajo informal o independiente. La legislación establece 45 días antes de dar a luz y 45 días después, pero aquí aparece la primera de las contradicciones porque la lactancia está recomendada en forma exclusiva durante seis meses y como complemento de otros alimentos hasta los dos años o hasta que madre y bebé negocien.
El derecho a la lactancia está incluido dentro del derecho a la alimentación, en el cual el Estado tiene rol de garante y también existen legislaciones específicas como la ley de 1.000 días y la ley de lactancia materna, entre otras, que aportan más elementos para establecer el marco adecuado que fomente la lactancia. La legislación prevé que las empresas destinen un espacio cómodo, higiénico y preparado para que la mujer se saque leche y la pueda refrigerar hasta que regrese a su casa.
«La mujer que vuelve a trabajar estará muchas horas fuera de su casa y la producción de leche no se frena porque una llegue a la oficina, la escuela o donde sea. Pero, si no amamantás ni te extraés leche durante varias horas, involuntariamente estás ordenándole a tu organismo que reduzca la producción y pueden producirse obstrucciones o mastitis, por eso es vital poder extraerse leche con frecuencia, para que el cuerpo siga produciendo, para poder almacenar lo suficiente para que el bebé tome mientras la mujer está en el trabajo y para no tener que pasar por ningún cuadro doloroso en el pecho», explicó la puericultura.
En el mundo ideal, la mujer puede tomarse un año de licencia, vuelve al trabajo y tiene horarios flexibles, posibilidad de teletrabajo, espacios preparados para extraerse y conservar leche, colegas y superiores que la comprenden y apoyan.
«El mundo real, en cambio, es como es, el que te toca, mejorable, pero sobre el que hay que hacer lo que se pueda, mientras entre todos contribuimos a concientizar sobre la importancia de que se garanticen los derechos de las mujeres que amamantan y las de sus hijos e hijas», aclaró Paola de los Santos.
Cada experiencia es única y cómo cada madre atraviesa los primeros meses de maternidad también lo es. Lo que se puede hacer es contribuir a la concientización para que esté dado todo el marco que permita el mejor contexto posible para el desarrollo de un nuevo ser humano en las primeras etapas de su vida, y que se respete todo lo que prevé la legislación vigente.
«Seguiremos trabajando, mucho más allá del mes de la lactancia, para que esté garantizado ese derecho, porque -a la luz de lo que experimentan muchas mujeres y de lo que veo a diario en el consultorio con mi equipo- todavía tenemos una cuenta pendiente como país en lo que respecta a la lactancia», concluyó de los Santos.