El síncope, pérdida brusca del conocimiento (desvanecimiento, desmayo) producido por una falta de llegada de sangre al cerebro, es un evento que ocurre con mucha frecuencia ya que son numerosas las causas que pueden producirlo.
El 1% de las consultas en un Departamento de Emergencias son debidas a cuadros de pérdida aguda del conocimiento.
La enorme mayoría de las veces la persona que se desmaya se recupera sola sin necesidad de asistencia y no queda con ninguna secuela. Este cuadro de pérdida del conocimiento con recuperación espontánea y completa se denomina vulgarmente «lipotimia» y científicamente «Síncope Vaso-Vagal» (SVV).
Eduardo Silvestre, Divulgador Científico de Grupo Medihome, explicó que el SVV «es la causa más frecuente de desmayos».
«Es un cuadro benigno en el cual los episodios de pérdida del conocimiento son desencadenados por situaciones de estrés emocional (ver sangre, ponerse una inyección o una vacuna, tener miedo), estrés situacional (lugares cerrados y calurosos, aglomeración de personas, estar mucho tiempo parado) o estrés metabólico (ayunos prolongados, deshidratación, pérdidas abundantes de sodio, potasio y minerales por vómitos y/o diarrea)», comentó.
Silvestre destacó que «el Infarto Agudo de Miocardio (IAM) y el Accidente Cerebrovascular (ACV) pueden producir episodios sincopales. Una Crisis Epiléptica puede confundirse con un Síncope».
«Raramente, la persona que se desmaya en forma brusca y sin tener antecedentes de problemas previos puede ser portador de una
Enfermedad Cardíaca Encubierta (ECE). La ECE es una afección del corazón de origen genético que suele no dar síntomas y que no es detectable con los estudios cardiológicos habituales-«, añadió.
El especialista dijo que «el primer síntoma de una ECE puede ser la Muerte Súbita (MS)» y añadió que «los pacientes afectados son aparentemente sanos, no tienen síntomas muy llamativos y desarrollan una vida normal hasta el momento del evento que puede terminar con su vida a causa de arritmias graves del corazón (fibrilación ventricular)».
«El ejercicio físico y el estrés emocional intenso pueden desencadenar los episodios de arritmias. Suele haber en la historia familiar del paciente algún otro afectado. El antecedente de MS en consanguíneos es un factor de riesgo de consideración», comentó.
La fibrilación ventricular (FV) es un ritmo cardíaco anormal que se observa con frecuencia en el paro cardíaco súbito y que es causado por una actividad eléctrica anormal y muy rápida en el corazón.
La FV es caótica y desorganizada; el corazón solo tiembla y no puede bombear sangre de manera eficaz, dura poco tiempo y se deteriora hasta convertirse en una asistolia (paro cardíaco) si no se trata adecuadamente.
El único tratamiento eficaz para la FV es una descarga eléctrica denominada «desfibrilación». La desfibrilación es una corriente eléctrica que se aplica en el torax.
Esta corriente vuelve a organizar el ritmo del corazón –que se había vuelto caótico- y hace que el corazón pueda volver a bombear sangre.
«Con mucha probabilidad cada uno de nosotros presenciaremos, independiente de la profesión o la ocupación que tengamos, alguna situación en la cual una persona se desmaya. Como ya describimos previamente, la enorme mayoría de las veces el desmayo será secundario a una lipotimia (bajón de presión, SVV) y nuestra función consistirá simplemente en acompañar y tranquilizar al paciente hasta que se recupere.
Pero en otras ocasiones será necesario adoptar una actitud más activa. Si conocemos las reglas básicas de Resucitación Cardiopulmonar (RCP) podremos, en algún caso, salvar la vida del paciente», comentó Silvestre.
El experto destacó que «el primer paso ante una persona que se desmaya consiste en establecer si se trata de un cuadro benigno (lipotimia o SVV) o si estamos en presencia de un paro cardíaco o una fibrilación ventricular».