Por Matías Gregorio
«La situación es crítica, se triplicó la necesidad de raciones y cada vez recibimos menos donaciones». El comedor Piecitos Descalzos de Villa Gobernador Gálvez, que de lunes a viernes le entrega un plato de comida por la noche a 400 personas, está a punto de cerrar sus puertas. Con dolor y ya cansada de luchar sin ayuda, María Laura Miranda, quien se pone al hombro toda la labor del hogar solidario, le contó a CLG las dificultades que atraviesan en un contexto económico y social que cada vez pega más.
La historia de la Asociación Civil Piecitos Descalzos comenzó hace siete años en calle La Plata 3215, en el corazón del barrio Ghiglione. En un principio, sólo entregaban una copa de leche, pero al mes y medio de abrir sus puertas ya empezó a funcionar como comedor. En ese entonces, un grupo de vecinas se encargaban del lugar, pero con el paso del tiempo sólo quedó María Laura y las mamás que van a buscar su ración y ayudan a la hora de cocinar.
«Arrancamos con 70 chicos, después pasaron a ser 170 y hoy, con todos los niños y también mamás que vienen, tenemos casi 400 raciones por día», remarcó María.
La situación de Piecitos Descalzos es muy apremiante porque no reciben ningún subsidio al no tener la personería jurídica, lo que permitiría obtener fondos de la provincia y Nación, como lo hacen otras instituciones que entregan alimentos. Por el momento, sólo cuentan con la ayuda del municipio de Villa Gobernador Gálvez. «Nos cuesta todo el doble y la única manera de conseguir alimentos es a través de donaciones, pero hace un tiempo que no nos llega nada», agregó.
La encargada del comedor explicó que, anteriormente, cuando la gente compraba mercadería para sus hogares, también adquirían 200 o 300 pesos en alimentos para destinarlos al lugar. «Con eso nos alcazaba, pero hoy ya no es lo mismo, nadie puede ayudar por la situación económica», expresó.
«Hasta yo solía comprar, pero ahora tampoco puedo, está muy complicado», insistió quien es madre de cuatro hijos y se quedó sin su empleo hace unos meses.
Pero la asociación civil no sólo tiene que lidiar con la falta de alimentos, sino que también debe afrontar los aumentos que sufrieron servicios indispensables como la luz y el gas. «Usamos tres garrafas de gas de 45 kilos por mes. Una chica nos da 2.000 mil pesos para ayudarnos en eso, pero ahora el valor de cada tubo subió a 2.500 y sin gas no podemos cocinar», narró Miranda.
Ante este contexto de saturación que viven los comedores del Gran Rosario, María Laura afirmó en diálogo con este medio que está «a punto de cerrar el comedor». Y agregó: «Sería muy preocupante porque la gente no tendría donde ir, pero magia no puedo hacer sin ayuda y esto ya afecta mi salud».
“Piecitos Descalzos está luchando para que el Estado se haga cargo del lugar con el fin de que los chicos puedan seguir retirando su comida diaria sin ningún problema. En la última cena que hicimos se quedaron cuatro familias sin comida», contó con crudeza.
En la institución ubicada en Villa Gobernador Gálvez, además de ayudar a la gente con un plato de comida, se desarrollan otras actividades. Cada 15 días se proyecta una película para toda la familia, también se realiza apoyo escolar tres días a la semana, hay obras de teatro todos los martes y jueves y se baila cumbia cruzada para adultos y chicos.
Para que el comedor siga funcionando decidieron organizar un bingo el próximo sábado 20 de octubre a las 15: «Con la plata recaudada vamos a intentar comprar una heladera, porque hoy no tenemos. A veces traemos lácteos del Banco de Alimentos y tenemos que entregarlos de inmediato porque no tenemos donde guardarlos», explicó María Laura.
La mujer oriunda de Chacho pidió colaboración a quienes quieran sumarse y puedan colaborar con algo. «Necesitamos la solidaridad de la gente». A través del Facebook de María Laura, los interesados se pueden contactar con el lugar.