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Claudio María Domínguez: «Hay que salir de la grieta»


 

Por Mario Luzuriaga

Periodista, escritor, conductor de televisión y radio. Claudio María Dominguez, brinda herramientas para vivir una vida plena y superarse en todas las áreas.

A lo largo de su carrera como periodista, entrevistó a figuras como el Papa Juan Pablo II, Sathya Sai Baba y la Madre Teresa de Calcuta.

Al día de hoy ha dado charlas y conferencias masivas en toda Latinoamérica, y cuenta con 18 libros editados, siendo muchos de ellos best seller. Actualmente conduce el programa de televisión «Hacete cargo» por C5N, y también participa en otros en las emisoras Radio 10 y Radio Pop, hablando sobre espiritualidad.

El próximo viernes 11 de octubre presentará «Las 5 clases de karmas en una vida extraordinaria», en el teatro Broadway. Con la compra de la entrada, cada persona se lleva un libro y un CD de regalo.

Previo a su paso por la ciudad, Domínguez dialogó con CLG acerca de su espectáculo y también, su vida.

—¿Qué te genera hacer estos encuentros con la gente?

—Me genera mucha dicha y mucha gratitud, me parece que todos somos, en un punto, servidores de algo bueno. Que si colocamos nuestras vidas al servicio del bien, de la luz, de la expansión de la conciencia, de que la gente logre salir de la ignorancia. Que se salgan de la «Matrix», chupadora de energía y que sean libres; que se puedan expresar su potencial infinito. Me gustaría que la gente saliera de esa limitación con la que nos han criado en forma tan dogmática y lo que hago es poner mi granito de arena. Lo que hago lo difundo con pasión y que soy gran difusor de los grandes maestros espirituales y lo hago a la criolla, para que la gente, en una hora, quizás pueda encontrar la respuesta a inquietudes paralizantes de la vida.

—¿Cuándo fue que decidiste dejar lo que hacías y dedicarte a la espiritualidad?

—Yo era el típico periodista de espectáculos de los Oscars de Hollywood, Grammys, Emmys, de las Olimpíadas. Pero luego hacía notas culturales y entrevisté a Favaloro, Sábato, Paul McCartney, que me enseñó el vegetarianismo, a García Márquez en Cartagena, entre otros; hasta que sentí que mi vida llegó a un punto de esterilidad. En India, eso se llama «la noche oscura del alma», y sentí que podía modificar y poder entrevistar a seres que me abrieron la cabeza y el corazón. Me enseñaron a vivir y como que lo esencial es invisible a los ojos, y notas que faltan cosas trascendentes. Yo vengo de esa historia de «Odol» exitosa, entre comillas, y salir de la pobreza, poder tener una vida, viajar por el mundo, tener cultura; pero seguía teniendo un vacío. A los 33, la edad de Cristo, me involucré en este camino, y dije que quería llegar a estos grandes seres que me enseñen esta historia. Se reían de mi en su momento y pude estar con muchos notables como el Sai Baba, la Madre Teresa, el Dalai Lama, entre otros.

—¿Te molesta que duden de lo que vos haces?

—No me molesta porque es maravilloso dudar de todo, pero no de uno mismo. Le digo siempre eso a la gente y que no sea creyente en  la creencia ajena. «Nunca más ser actor de reparto de la mirada social, protagonista de tu propia historia», frase que para mí es muletilla de por vida.

—Volviendo en el tiempo; repasando tu vida en la tele: ¿Qué recuerdos tenés del «Odol pregunta»?

—Es hermoso, es como una grana apertura, gracias a «Odol» seré por siempre ese chico, de una televisión de blanco y negro y participante de un programa que premiaba el saber. Causó mucha conmoción y a mi me abrió muchas puertas, pude sacar a mi padre de la cárcel, estudiar, obtuve becas para todos lados, 110 viajes por el mundo; ¡Viva «Odol pregunta»! pero no quedarse prisionero de una mera imagen cultural, que te podía volver un adicto, un esquizoide, a una persona que confunda los premios y la alabanza con la realidad.

—¿En qué te inspiraste para hacer «La marca del deseo? ¿Te molestó que te hayan censurado?

—Le tengo un gran cariño, fue una ficción desafiante de la censura de ese momento. Era la censura de los curas y los políticos que molestaba una historia que reivindicaba a la mujer que elegía y no a la que era objeto. Se adelantó a la época «La marca del deseo». La recuerdo y le tengo mucho cariño, hicimos viajes por el mundo y filmamos en Oriente; lo bueno de la censura fue que me permitió defender la libertad y me abríó puertas laborales. Durante años Alejandro Romay me contrató para escribir nuevas historias y tengo mucha gratitud por ella.

—Se que trabajaste en distribuidoras de cine ¿Te acordás de la famosa «Déjala morir adentro»?

—Fue otra hermosa etapa, en la que para traer las grandes películas, prohibidas por la censura, como Bergman, Fellini, la trilogía de Pasolini, «Simplemente sangre» de los hermanos Cohen y «La ley de la calle» de Francis Ford Coppola; tenía que comprar «La potra» con Joan Collins, que era un thriller que se llamaba «Julie Darling» y para joder a la censura le puse «Déjala morir adentro» y reventamos todos los récords de audiencia y me compré cinco joyas del cine, gracias a esa película y construí mi casa en Necochea. Fue una linda etapa para traer películas de Meryl Streep, Jack Nicholson, Robert De Niro, Liza Minelli, Scorsese, Bob Fosse, fui muy feliz.

—El país está a punto de elegir nuevo mandatario. ¿Cuál es tu mensaje ante tanta grieta?

—Hay que salir de la grieta, es una palabra vieja y queda demodé. No hay que degradarse odiando al otro candidato que no elegiste. Este gobierno, en lo económico, es nefasto y está dejando un país devastado, con hiperinflación. Yo no puedo premiar y votar a un gobierno que mintió atrozmente, o vamos a ponernos compasivos… un gobierno que no prometió en la parte económica, no mostró sensibilidad, mostró tarifas atroces como si el país fuera una empresa. No le importó el sueldo y la comida de un trabajador, trató de hundir a la clase media lo más que pudo; por eso no quiero que continúe este gobierno. Creo que va a ser una larga tarea para el próximo gobierno que venga, entonces ahí es donde hay que mostrar luz y no denigrarlo, sólo hay que olvidarlo. Si es que viene Alberto Fernández, hay que brindarle luz para que podamos seguir adelante, pero nunca denigrar y odiar al otro.