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Claudia y su pasión por las motos: la restauración de la recordada “Pumita” argentina


"Siempre me gustaron las motos, la Pumita la tengo para disfrutarla en la cuidad y en los eventos y para viajar tengo una de cilindrada 500cc", contó la protagonista de esta historia de EQC Mujer

Claudia Albertin es estilista y tiene su negocio en Rosario. Disfruta de su profesión pero en la sangre lleva otra pasión, el amor por las motos. Fue por esa razón que se dedicó a restaurar una “Pumita” que perteneció a su abuelo. EQC Mujer dialogó con ella.

En una charla con la protagonista de la historia contó todo lo relacionado a la restauración tanto desde lo técnico como de lo emocional y expresó: “Les cuento cómo nace este sentimiento hacia la Pumita. Cuando yo tenía 4 años mi abuelo me llevaba sentada en el tanque de la moto, se imaginan la emoción que era para mí. Al poco tiempo él fallece y no me fue fácil superarlo, a pesar de que era muy pequeña. En mi adolescencia le pedía la moto a mi abuela, que todavía funcionaba y recorría el barrio la Florida que es dónde yo nací, Tengo muchas anécdotas de esa época, mejor no contar, sería interminable”, dice riéndose.

Continúa su relato y cuenta que “luego la empieza a usar mi hermano y la moto comienza a deteriorarse hasta romperse definitivamente. Este hecho le causa mucha tristeza a mi abuela y es ahí cuando ella me la regala. La moto realmente había quedado en muy malas condiciones (oxidada) y el motor estaba todo desarmado».

 

Luego de unos años la traigo a casa y la dejo cubierta para que no siga arruinándose. Pasaron 15 años y ella seguía ahí, no tenía ni el dinero ni la persona para confiar en una restauración. Un día, de camino hacia Funes, nos cruzamos con una camioneta que llevaba una moto restaurada, le hicimos seña y se detuvo . La persona que manejaba fue muy amable y nos recomendó a Federico Grosso que había sido el restaurador de la suya. A la semana siguiente lo fuimos a visitar y acordamos la restauración de la hermosa Pumita, mi sueño !!. Le llevó 6 meses aproximadamente para dejarla en la belleza que la convirtió.»

«Hay algo que no se puede explicar con simples palabras y es el momento cuando volví a escuchar el sonido de su motor, se me cayeron las lágrimas y ahí me subí a ella puse primera y orgullosa me vine a casa», expresa.

Con emoción agrega: “Para ese entonces mi abuela ya había fallecido pero le di la sorpresa a mi mamá, que cuando la vio y escuchó su motor se emocionó mucho y me abrazó. Sueño cumplido y la verdad que me siento tan orgullosa y emocionada de poder andar en ella que no lo puedo explicar con palabras”.

Sobre si había participado de alguna exposición, dijo: “Después de su restauración nos pusimos en contacto con los encuentros de motos y autos antiguos y dónde se realiza uno, allí vamos con ella y un cartel colgado en el frente que dice, PUMA 98 Año 1956. Me encanta que la gente me pregunte sobre ella. En unos de los eventos me hicieron un reportaje y mi voz por momentos se quebraba cuando contaba la historia, pero me gustó mucho poder compartir parte de mi vida”.

Juntos a la par

Sobre su experiencia de andar en moto Claudia dijo: “La verdad que siempre me gustaron las motos, la Pumita la tengo para disfrutarla en la cuidad y en los eventos y para viajar tengo una de cilindrada 500cc, salimos cuántas veces podamos, no importa los kilómetros ni el lugar, sólo nos motiva el hecho de manejar y rutear. Mi marido tiene la suya y nos acompañamos mutuamente. La sensación de la moto la llevamos muy dentro nuestro, no importa si llueve, hace frío o calor, la cuestión es sentir el viento sobre la cara, sentir que no tenemos un destino y la sensación de libertad ni les cuento. Resumiendo, recomiendo a todas las mujeres y hombres que tengan la duda de si se compran una moto, que lo hagan, yo digo ¡sí!, nunca se van a arrepentir.”