Ian Fontana es delegado de Soepu y vivió en carne propia, por segunda vez en su vida, cómo comunicaban la decisión del cese de actividades en la fábrica de Puerto San Martín. Contó su situación en diálogo con CLG
Cuando Ian tomó el teléfono para hacer la llamada que ningún trabajador quería ya sabía lo que iba a suceder. Del otro lado su esposa, con la que lleva formalmente casado 3 meses. “Quieren cerrar la fábrica”, dijo el delegado del Soepu (Sindicato de Obreros y Empleados Petroquímicos Unidos) de Dow Químicas. La respuesta: un llanto inconsolable. Ian Fontana es delegado de la planta industrial que la firma estadounidense Dow Corpore tiene en Puerto General San Martín y que el viernes de manera intempestiva cerró sus puertas. La tristeza, incertidumbre y tensión invaden a los más de 120 trabajadores que forman parte la empresa.
En las últimas semanas, los directivos de Dow habían reducido las horas de producción ante falta de insumos. Un barco averiado hacía faltar la materia prima necesaria para producir. Pero a las 8 comenzó el turno de doce horas donde Fontana y un puñado reducido de compañeros de operaciones llegaron a la empresa, donde también se encontraban los trabajadores tercerizados de limpieza. Administración y mantenimiento no fueron convocados. Mientras Fontana hacía sus primeras tareas recibe una seña de advertencia de un compañero: había que mirar el celular.
“Cuando veo el Whatsapp dos compañeros comunicaron que les había llegado el telegrama de despido. Nos agarró de sorpresa porque no había indicio de cierre, todo lo contrario”, relató Fontana a CLG, que raudamente se acercó a la oficina de Gerencia.
En su trayecto se encontró con tres administrativos, lo cual no era habitual para ser viernes, y “tres autos de alta gama y con gente de traje” irrumpiendo en el predio. Otro llamado de atención. Ya en la puerta que identificaba a la Gerencia una custodia avisa que la oficina estaba vacía. Ante esto decide reunirse con sus compañeros y sin posibilidad de analizar mucho el tema volvió a sonar el celular. Del otro lado una voz convocándolos a la Sala de Conferencias para anunciar el cierre de la planta.
Fueron menos de 40 minutos de incertidumbre entre los telegramas de despido y la convocatoria a la conferencia. Una caminata lenta, llena de preguntas y rodeado de –lo que Fontana definió como- “movimientos extraños”, los llevó a la Sala a las 10.15 del viernes. Tres “hombres de traje”, seguridad privada contratada especialmente para esta jornada, y una decena de personas, entre las que se encontraba el gerente Martín Ballesteros, personal de Recursos Humanos, Legales y una escribana. “Ahí nos comunican el cierre. Nos dijeron que no era por performance o porque daba pérdidas, sino que era una directiva que venía de la sede central de Estados Unidos”, dijo Fontana.
Las razonas fueron las mismas esgrimidas en 2021, cuando Dow había anunciado su cierre. Tras reuniones con el ex ministro de Desarrollo Productivo de la Nación, Matías Kulfas, y el por entonces gobernador Omar Perotti, la empresa tomó la decisión de dar marcha atrás. Fontana en aquella oportunidad también estaba trabajando cuando frenaron la producción.
Haciendo una comparativa, el delegado de Soepu aseguró que las formas empleadas en 2024 fueron “completamente diferentes”: “Aquella vez estábamos produciendo y el plan iba a ser un cierre progresivo por desguace, que iban a terminar las producciones e ir eliminando los sectores. Lo anunciaron en agosto y ese cronograma estipulaba actividad a mayo del 2022”.
“Esa vez entramos, dijeron el fin de operaciones y nos preguntaron si queríamos firmar el acta”, resumió el trabajador de Dow. La negativa fue rotunda. Allí comenzó la comunicación con el gremio que lidera Mauricio Brizuela, mientras tanto les indicaron que tenían que retirar sus pertenencias del lugar y abrieron la oficina de Recursos Humanos.
Al salir de la sala abundaba el personal de seguridad –el mismo que sigue custodiando la planta por dentro-. La retirada del personal se demoró ya que, al estar en plena producción, las máquinas tenían productos químicos que podían afectar a toda la comunidad si eran manipuladas sin los cuidados necesarios. Cuando se normalizó la situación, los trabajadores pasaron por sus elementos, siempre acompañados por la empresa de custodios. “Nos trataron como criminales”, sentenció el delegado.
La angustia de llamar
Ya apostados en la puerta de la fábrica de Yrigoyen 2946 de Puerto General San Martín, los empleados comenzaron a comunicarse con sus familias y recibían a otros compañeros que se sumaban al pedido desgarrador: “No al cierre de Dow”. Ian Fontana lo hizo con su esposa y cada uno de los empleados repitió el fatídico llamado.
Casado hace tres meses, la noticia cayó como un terremoto. Las réplicas llegaron a todos los hogares. El entorno era devastador, sin embargo, reconoció Fontana, “cuando regresé a mi casa me mostró la firmeza necesaria para sentir que no estaba solo, lo mismo les pasó a mis compañeros, nuestras familias están unidas”.
Si bien el cierre de la fábrica fue contundente, Fontana sintió el apoyo del sindicato para revertir la situación porque “ya pasó una vez” y sin ánimos de confirmarlo, planteó: “Es difícil decir si te sentís o no desempleado, porque se pelea la realidad contra la esperanza”.
La planta de Dow en Puerto San Martín cuenta con más de 120 empleados, pero sólo 40 inscriptos bajo la firma, el resto tercerizados. Jóvenes que apenas pasan los 20 años y hace menos de seis meses forman parte de la empresa hasta personal con 35 años de antigüedad, hoy no saben si tienen que salir al mercado laboral para conseguir un nuevo puesto. “Es un ambiente de trabajo como en ningún otro lado”, describió Fontana.
La postura del cuerpo de trabajadores es clara: se van a quedar en la puerta de la empresa mientras se prolonguen las negociaciones. Referentes de otros gremios se acercaron a la zona para acompañar el necesario reclamo. El mismo viernes en un encuentro en el Ministerio de Trabajo de Santa Fe, en su sede en Rosario, la directiva encabezada por Ballester confirmó el cierre y acató la conciliación, pero definió una licencia con goce de sueldo hasta el 14 de octubre. “Ya estuvimos en una misma situación. La mayoría de los que estamos acá hoy, son los mismos que estábamos hace tres años. Así que tenemos algo de experiencia y tenemos fe. Sabemos que el Sindicato se va a mover y va a hacer lo que tenga que hacer», afirmó el delegado de Soepu.
La importancia de la fábrica puertense
La sede de Dow en Puerto General San Martín había sufrido en las últimas semanas una merma en su producción. Un barco con la materia prima necesaria se descompuso y se retrasó, pero actualizó su arribo para el 20 de octubre.
Es la única planta productora de poliuretano del país. En el llano, Dow Puerto San Martín genera los reactivos para espumas de diferentes densidades como las que se utilizan en colchones o rellenos aislantes para paredes, heladeras o freezers. “Nosotros generamos las materias primas para que otros puedan confeccionar productos terminados”, detalló el trabajador.
La empresa comunicó que la decisión internacional es traer los productos de Brasil y abastecer el mercado desde Bahía Blanca y Zárate, donde también tienen sedes. No planean vender la planta para que no se pueda aprovechar la tecnología que la compone.
Fontana aseguró que están convencidos de las explicaciones dada por los directivos. Los antecedentes a nivel internacional marcan el mismo camino: comunicados abruptos y escuetos. “Pasó en otras partes del mundo y ahora nos toca a nosotros, por segunda vez”, recordó el delegado gremial.