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Eje de una transformación

China, el gigante que quiere liderar el futuro de la movilidad


Los esfuerzos de China ya no solo están puestos en que una mayor porción de su población acceda a un automóvil, sino en que todos los ciudadanos logren disponer de alguna forma de movilidad. Ese es el eje de una transformación que el gigante asiático está decidido a encabezar.

Vehículos eléctricos, aplicaciones para compartir viajes, vehículos autónomos, bicicletas y monopatines compartidos y transporte público inteligente son algunos de los focos establecidos para los próximos años. Las cifras impactan. Según un artículo de The Economist reproducido por La Nación, se espera que en 2019 China venda 1,5 millones de autos eléctricos, superando los 1,1 millones de 2018 y manteniéndose como líder global en ese aspecto.

Aunque en Occidente sea raro cruzarse con un auto eléctrico chino por la calle, el gigante lidera la producción mundial de eléctricos. Por ejemplo, la mayoría de los 400 000 ómnibus que poseen ese tipo de propulsión y circulan por el mundo se fabrican allí. Además, hay ventajas financieras para las empresas que producen vehículos con energías limpias, y beneficios para quienes los compran, ya que cuentan con subsidios y están exentos de algunos impuestos.

Por otro lado, China tiene una de las infraestructuras de carga para vehículos eléctricos más desarrollada del mundo. Gracias a acuerdos con productores de litio, señala el artículo de The Economist, el país planea transformarse en el principal fabricante de baterías del mundo. También que diferentes automotrices, urgidas de «electrificación» pero sin la capacidad de realizar la gran inversión que ello requiere, le compren tecnología.

Desde la consultora Shangai Automobility sostienen que el país está decidido a reducir la importación de petróleo, para lo cual debe extender la electrificación. Por fuera de la movilidad tradicional, en China crece el uso de vehículos compartidos. Según la consultora Roland Berger, en 2018 el 10% de los autos se usó de manera compatida. Es diez veces más que en el resto del mundo. Esa tendencia cuenta con el apoyo de las grandes empresas tecnológicas, que por otra parte también invierten en la producción de automóviles.

Un dato sirve de ejemplo: la aplicación Mobike, para el uso de bicicletas, tiene en China 230 millones de usuarios registrados.

En el campo de la conducción autónoma China está unos pasos por detrás de Estados Unidos. Para la firma McKinsey, son unos dos años de retraso. Sin embargo, una de las áreas donde el país está apostando fuerte es el de la inteligencia artificial, clave en el desarrollo de los autos sin conductor. “En China los fabricantes de autos hacen más unidades que cualquier otro país. También fabrican más autos eléctricos que cualquiera, con lo que pretenden adueñarse del futuro de la industria”, sostiene The Economist.

En la década del 80 el Estado chino permitió el ingreso de automotrices extranjera asociadas en “joint ventures”. Solo el año pasado produjeron 23 millones de autos, ratificando que es el mayor fabricante del mundo. En el campo de la industria automotriz tradicional, China está atacando sus puntos flacos: la calidad de los productos. Para eso también contrata diseñadores de reconocidas marcas, en la búsqueda de lograr una identidad propia con sus modelos.

Se estima que en las calles de China hay rodando 325 millones de autos. Con más de 70 fabricantes locales, para 2020 espera superar en ventas a las marcas extranjeras.