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Chile vota en unas elecciones presidenciales marcadas por el crecimiento de la polarización


Según los sondeos, llegan como favoritos los candidatos considerados por muchos chilenos como los extremos: Boric en representación de la izquierda y Kast por la derecha más abiertamente pinochetista

En medio de una crisis social y política y poco después de dejar atrás una sanitaria, el domingo 21 próximo los chilenos votarán en la primera vuelta de la elección presidencial y elegirán también legisladores y consejeros regionales, unos comicios que cierran un prolongado año electoral en medio de una fuerte polarización y de la apertura de un juicio político al mandatario saliente.

El espectro de candidatos está además muy atomizado. Desde el campo de la derecha, se presentan el abanderado de la coalición de Gobierno Sebastián Sichel por el sello de Chile Podemos Más, el pinochetista José Antonio Kast por el Frente Social Cristiano, y el ingeniero Franco Parisi por Partido de la Gente, el único que pasó toda la campaña fuera del país.

Del lado opositor, en tanto, está el diputado magallánico y exlíder estudiantil Gabriel Boric de la alianza de izquierda Apruebo Dignidad, la extitular del Senado Yasna Provoste por la coalición de centroizquierda y heredera de la Concertación, Nuevo Pacto Social; el candidato del Partido Progresista y miembro del Grupo de Puebla, Marco Enríquez-Ominami, y el profesor universitario Eduardo Artés de Unión Patriótica, otro partido de izquierda.

Según los sondeos, llegan como favoritos los candidatos considerados por muchos chilenos como los extremos: Boric en representación de la izquierda y Kast por la derecha más abiertamente pinochetista.

Para Marcelo Mella Polanco, politólogo de la Universidad de Santiago de Chile, el país atraviesa una «fuerte polarización tanto a nivel de élite como de sociedad civil».

«Los datos de intención de voto demuestran que aquellos candidatos que representan la opción de mayor radicalización, de mayor polarización en Chile, como son Kast y Boric, son los que tienen más chance de pasar al balotaje» del 19 de diciembre, afirmó en diálogo con Télam.

Polanco sostuvo que esta radicalización se debe al «desgaste de los partidos de centro derecha y centro izquierda, de la antigua Concertación y la Alianza por Chile, que fueron las dos grandes coaliciones de la transición, que gobernaron durante casi tres décadas el país pero que a estas alturas no generan confianza ni mayor capacidad de movilización electoral».

La campaña electoral estuvo dominada por las mismas tensiones sociales que atravesaron la larga serie de comicios de estos últimos 12 meses y que surgieron como una explosión en 2019, con el estallido social en el que miles de chilenos salieron a las calles a reclamar mayores reivindicaciones sociales, políticas y económicas.

Esta crisis social puso en jaque a Gobierno de Sebastián Piñera que terminó, junto a la oposición, firmando un acuerdo por la Paz y una Nueva Constitución, que dio origen a un proceso constituyente inédito en el país que se volvió central en el debate político y abrió el camino para redactar una Carta Magna que nadie hoy puede prever cómo será.

Pese a esta incertidumbre pero por la popularidad que acompaña este proceso, los candidatos presidenciales han apoyado el trabajo de la Convención Constituyente como una forma institucional de responder a los reclamos de los chilenos que se manifestaron masivamente en 2019 y luego en el referendo del año pasado.

La única excepción es Kast, quien rechaza una nueva Constitución y dice que trabajará para mantener la actual, escrita en 1980 durante la dictadura de Augusto Pinochet.

Para Mella Polanco, «la sola existencia de la Convención Constituyente es un impulso, un respaldo para aquellas candidaturas y liderazgos que son partidarios y favorables a las transformaciones que el país demandó en las calles».

El politólogo ve en la Constituyente un organismo que tiene incidencia en esta elección «en la medida que represente un espacio de construcción de un horizonte para el país y un nuevo pacto político pensado en una perspectiva de largo plazo».

Su existencia, continuó, «favorece a aquellos candidatos que han mostrado un apoyo explícito a un cambio institucional y a la elaboración de una nueva Constitución y, por defecto, podría dañar y limitar la posibilidad de crecimiento para la segunda vuelta de la candidatura de Kast si es que esto ocurre».

Sin embargo, el proceso constituyente no ha sido el único protagonista de la campaña.

La agenda también se centró en el debate por el acceso a la educación superior, la mejora del salario de los trabajadores y las pensiones, así como mayor beneficio a los pequeños y medianos empresarios del país, la gestión de la pandemia de coronavirus y de la conflictividad política, una realidad que tuvo su pico esta semana con la aprobación de la apertura de un juicio político a Piñera en el Congreso por su aparición en la investigación periodística Pandora Papers.

A esto se suma la tensión por temas como la llamada crisis migratoria en el Norte: Boric pidió abordarla desde el respeto a los derechos humanos, mientras que Kast propuso crear una zanja en la zona fronteriza de Colchane para impedir el paso de inmigrantes.

Para Mella Polanco «no es fácil determinar si es la oferta política en términos programáticos lo que genera la movilización electoral o más bien una reacción frente a una evaluación de cuál podría ser el candidato que genera menos temor e incertidumbre, digamos el mal menor».

Los chilenos «no se van a definir por un respaldo a los programas (de Gobierno), sino más bien por un voto que tienda a eliminar un escenario más riesgoso» porque, según su visión, el país «necesita discutir ideas y visiones de mediano y largo plazo».

Uno de los datos que definirá el resultado será la participación.

Se espera que la participación se acerque a los niveles del plebiscito de 2020 para iniciar el ciclo constituyente, cuando concurrieron a votar el 51,9% del padrón electoral, lo que la convirtió en los comicios con más votantes de toda la historia de Chile. Sin embargo, este año los números cayeron.

Para Mella Polanco, en la primera vuelta «es probable que la elección tenga un nivel de participación superior a la media», pero esto dependerá de los jóvenes.