El sacerdote de la congregación Legionarios de Cristo, John O’Reilly, cumplió en Chile su condena por abusar a una niña que tenía seis años y se fue del país, expulsado por la justicia. El cura es de origen irlandés y tenía, desde el pasado jueves, 72 horas para abandonar el país trasandino por sus propios medios. Según informó el diario El País, O’Reilly viajó a Roma.
Desde 2017 que existe, aprobado por la Corte Suprema, un decreto de expulsión para personas condenadas y el miércoles, al darse por cumplida la pena impuesta al sacerdote, comenzó a correr el tiempo para que abandonase el país.
El sacerdote tiene 72 años y, según un comunicado de su congregación, se trasladará a la casa de los Legionarios de Cristo en Vía Aurelia en Roma, Italia, “en cuanto ya no sea requerida su presencia en Chile en relación con su pena civil de cuatro años de libertad vigilada que acaba de terminar. El P. John O´Reilly ha acogido esta indicación”.
Los Legionarios de Cristo en Chile indicaron que “en Roma seguirá sin ejercer ministerio sacerdotal público alguno mientras espera la sentencia del proceso canónico que está en curso en la Santa Sede en la Congregación para la Doctrina de la Fe”.
O´Reilly ingresó en el noviciado de la congregación en 1965 y fue ordenado sacerdote en 1975. Trabajó en Chile a partir de 1984, donde llegó a ser un sacerdote influyente, conocido y cercano a los grupos poderosos del país.
En 2014, un tribunal penal de Santiago de Chile lo declaró culpable de abuso sexual reiterado contra una niña de seis años del colegio Cumbres de la capital chilena, un exclusivo establecimiento de los Legionarios de Cristo, donde se desempeñaba como director espiritual.
Según la acusación de los fiscales que acogió la Justicia, el religioso se aprovechaba de su condición para sacar constantemente a su víctima de la sala de clases, entre marzo de 2010 y julio de 2012. De acuerdo a la condena de noviembre de 2014, quedó inhabilitado de por vida para ocupar cargos públicos o trabajos que tengan relación con menores.
En 2008, el sacerdote había recibido la nacionalidad chilena por gracia, la que fue cancelada luego de la sentencia. Por ser un extranjero que cometió un delito en Chile, por lo tanto, las autoridades podían decretar su expulsión.