El sistema institucional en Chile está "agotado", lo que sería motivo suficiente para que la derecha asuma ese dato y se muestre a favor de los cambios
La nueva Constitución chilena, que se deberá votar en un referendo el 4 de septiembre, tiene prácticamente dividida a la sociedad de ese país, donde las últimas encuestas dan una leve ventaja al rechazo al texto, una posición que fue respaldada en los últimos días por la oposición de derecha.
La opción por aprobar el texto, cuyo borrador será entregado por la Convención Constitucional el 4 de julio, sumó una importante alza de 5 puntos porcentuales en la última encuesta semanal Cadem y alcanzó el 42%, aún por debajo del 45% que optaría por rechazarlo.
La alianza de derecha Chile Vamos, conformada por Renovación Nacional (RN), Unión Demócrata Independiente (UDI) y Evópoli, definió hace unos días convocar a votar por el rechazo. De todas formas, anunció su intención de cambiar la Constitución actual, vigente desde la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), pero no bajo los lineamientos de la propuesta en curso.
Para Marcelo Mella Polanco, politólogo de la Universidad de Santiago de Chile, no resulta extraño que la coalición de derecha opte por la negativa, siendo que en el plebiscito de 2020 por una nueva Carta Magna también apoyó la postura del rechazo.
El analista dijo a Télam que el sistema institucional en Chile está «agotado», lo que sería motivo suficiente para que la derecha asuma ese dato y se muestre a favor de los cambios.
«Las fórmulas en política, cuando dejan de tener los resultados, obligan a que los actores hagan cosas distintas. Cuando el diseño institucional deja de producir los resultados que los actores esperan es indispensable pensar fórmulas de reforma al sistema institucional para gobernar las transformaciones que se han ido generando socialmente», indicó Mella Polanco.
La última encuesta de Cadem también dio cuenta de un aumento de 8 puntos a la aprobación del presidente Gabriel Boric, que alcanzó el 44%, con el informe de gestión ante el Congreso de la semana pasada como principal causa del repunte, lo que también impulsa el apruebo a la nueva Constitución.
El académico indicó que es muy probable un escenario con resultado estrecho, lo que implicaría que el proceso constitucional no terminaría con el plebiscito de salida, ya que «también es importante que se valorice el papel del poder constituido, es decir, del Congreso que actualmente se encuentra en vigencia y de la próxima legislatura, para poder generar aquellas reformas que podrían darle un respaldo aún más amplio a la Constitución», en el caso de ser aprobada por una mayoría estrecha.
De todas formas, más allá de lo estrecho del resultado, consideró que si gana el apruebo el país recuperará cierta estabilidad y confianza para evaluar su capacidad de construir un nuevo Chile, siempre y cuando se realicen ajustes por la vía legislativa en los meses o años posteriores al plebiscito.
El ministro de la Secretaría General de la Presidencia, Giorgio Jackson, reaccionó al llamado de los partidos de derecha y expresó que un eventual triunfo del rechazo complicaría las propuestas del programa de Boric
Esto «no quiere decir que nos vamos a quedar de brazos cruzados y, si es que gana el rechazo, vamos a tratar de encontrar la forma de acercarnos lo más posible a lo que propusimos», señaló.
Para Mella Polanco, el triunfo del rechazo sería una mala noticia para el presidente, ya que implicaría que tendría que buscar la manera de aplicar las reformas que prometió antes de su elección, entre las que se destacan la reforma tributaria, que implica subir impuestos a los más ricos y grandes empresas; la reforma de pensiones, que busca fijar una pensión mínima garantizada; la transformación del sistema de salud y otras propuestas con el fin de crear un Estado de Bienestar que, según expertos, será difícil de conseguir con un eventual triunfo del rechazo.
Por otra parte, el triunfo del apruebo significaría, según el politólogo, un impulso fundamental para el Gobierno de Boric para su segundo año de administración, «que es en Chile el año más complejo, donde en buena medida se define si un Gobierno cumple un programa».
«En todo caso, creo que ni de ganar el apruebo o el rechazo, el debate sobre la Constitución en Chile va a terminar», concluyó el analista de la Universidad de Santiago.
El borrador de la nueva Constitución aún no está terminado, pero ya se conocen los aspectos más relevantes de la propuesta, que implican que Chile sea una democracia paritaria y un Estado Plurinacional que reconoce la coexistencia de diversos pueblos y naciones, que tendrán derecho a la autonomía y autogobierno.
Este es uno de los aspectos que más preocupa a la derecha, ya que considera que le daría más libertad de acción al pueblo mapuche, inmerso en un conflicto en la macrozona sur del país.
Asimismo, en cuanto al sistema político, los principales cambios en esta propuesta de Constitución apuntan a un presidencialismo atenuado y a transformaciones importantes en el Poder Legislativo, otorgando mayor poder a la Cámara baja, que pasaría a llamarse Congreso de Diputados y Diputadas, y eliminando el Senado, que sería reemplazado por una Cámara de las Regiones, que contará con menos poder que el que tiene actualmente.
La derecha cuestiona que estas y otras propuestas construyen un texto constitucional que no responde a las urgencias que piden los chilenos y que no une al país.
El texto también propone el paso de un Estado subsidiario a un Estado social de derechos, lo que responde el grueso de las demandas de la población chilena durante las manifestaciones de octubre de 2019.
La redacción de este texto fue la salida política que encontró Chile para apaciguar las violentas protestas que estallaron en ese momento en reclamo de mayor justicia social en un país muy desigual, en que solo en 2021 el patrimonio de los chilenos más ricos representó el 16,1% del PIB, según estimó la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).