Opinión

Por Candi

Charla de Candi: el Día de los Enamorados


Por Candi

-Creo que mejor celebración para un 14 de febrero, Inocencio, sería la del Día del Amor, en lugar del Día de los Enamorados. O tal vez podría ser el Día de los que Aman, porque ello supone un homenaje al amor más completo, a la vez que un justo homenaje a los que aman en un sentido extenso y no limitado (que no abundan, dicho sea de paso, en estos tiempos). Como sea, está bien que los enamorados tengan su día, aunque yo prefiero, Inocencio, hablar del amor y de los que se atreven a amar completamente.

-¿Qué es el amor?

-No estoy seguro de que se pueda definir cabalmente el amor. La Real Academia de nuestra lengua tiene tres primeras acepciones que me parecen casi perfectas: “Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser”. Esta primera acepción es exquisitamente filosófica. Dos palabras me atraen de ella: la “insuficiencia” de cada uno de nosotros y la necesidad de unirse a otro “ser”. Advierta usted que aquí los académicos a través de la historia hablan de la vacuidad del ser humano y de la necesidad de unirse a otro “ser”. No hablan exclusivamente de la unión con otra persona, repare en ello. Bien puede ser este ser de orden natural-carnal (persona, animal, planta) o sobrenatural-espiritual (Dios).

La segunda acepción es más específica: “Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear”. Esta definición tendría que ver con el Día de los Enamorados. Y la tercera se refiere a un “sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo”. Aquí abarca a todas las cosas que forman parte de la vida del hombre: un amigo, una profesión, el deporte, el trabajo, un hobby, etcétera.

-Sin embargo, los académicos no han reparado en el primer estadio del amor.

-¿Qué dice, Inocencio? ¿Cómo es eso?

-Claro, no han dicho que el amor comienza por un sentimiento prudente de respeto y cuidado por uno mismo. Porque ¿si la persona no se ama a sí misma, cómo podrá amar a los demás?

-Vale su punto de vista, pero le diré que los maestros de la lengua no consideraron necesaria esa definición, amigo mío, por cuanto ese sentimiento es intrínseco a la persona, se encarna en ella en el mismo momento de la concepción. Es más, el mismo acto de la fecundación es un “acto de amor universal”. El amor de toda criatura por sí misma está en su propia naturaleza, es instintivo. Y el instinto es una derivación del amor universal. Todo lo bueno, todo lo que es capaz de vivir, de crear, de proteger, de evolucionar en el universo, se rige por el principio del amor. Por eso, el amor no es solo un sentimiento, sino una energía poderosísima presente en todas las cosas.

-Interesante: “el amor no es solo un sentimiento, sino una energía poderosísima presente en todas las cosas”.

-En efecto, cuando algo o alguien deja de amar, su existencia, su vida, sale de armonía con todas las consecuencias que se pueden imaginar. Porque el amor es un estado de equilibrio, de armonía, de paz, de justicia. Un estado en donde, en el caso del ser humano, se debe estar preparado para corregir rumbos equivocados que llevan al amor hacia el abismo, arrastrando con él a la persona hacia un destino no deseado.

-Por último, porque el tema es amplio: ¿El amor duele?

-Yo creo mucho en la teoría del dualismo de Platón. Hay dos clases de amor: el carnal u hormonal y el de orden espiritual. El primero es imperfecto y duele en ocasiones, porque está atado a las emociones provocadas por las cosas del mundo. Es un amor mezclado con amor propio, orgullo, y otras aberraciones. El otro es superador, es evolucionado, está lejos del dolor. El que ama espiritualmente solo persigue la felicidad del otro, sin especulaciones de lo que obtendrá a cambio o dejará de obtener. Pero esta clase de amor, amigo mío, no abunda hoy. Y los que lo profesan son elegidos, iluminados. Finalmente, deberíamos hablar de algunas virtudes que necesita el amor para existir y crecer: la tolerancia, la entrega, el respeto, la cortesía, el arrepentimiento y, sobre todo, el perdón. Estas son cuestiones indispensables, especialmente cuando se acaba la primera etapa del amor que es el enamoramiento. En el enamoramiento las personas están deslumbradas, fuertemente atraídas, casi nada interrumpe ese estado. Pero en el amor la cosa cambia. Erich Fromm decía que el amor es un arte, y todo arte requiere de vocación, dedicación, esfuerzo, creatividad. Sino la obra se queda en los primeros trazos y finalmente es desechada. En la etapa del amor la persona actúa para la felicidad del otro y encuentra en ello su propia felicidad.