Opinión

CHARLA DE CANDI E INOCENCIO: Aprendamos a vivir


-Un año se va, muere, llevándose consigo episodios buenos, regulares y malos. Los años que pasan, que se van, son como el agua de río que uno ve pasar desde un puente, agua que arrastra cosas, agua que jamás retornará. Los años que se van son como la vida. En realidad lo que se va es una parte de la misma vida.
-Es así, mi querido Inocencio.
-Este día merece de su parte una reflexión.
-¿Qué podría decir?
-Lo que le salga.
-Trataré de poner en letras las palabras que hoy mismo me dijo un gran amigo, un gran ser humano, un gran médico. Una de esas personas que no se encuentran con frecuencia en la sociedad de estos días, el doctor Rubén Bercovich.
-Adelante.
-A veces, en los momentos difíciles la persona debe ser un poco egoísta, debe abstenerse de preocuparse demasiado por los otros para poder ocuparse de sí mismo y recuperarse. Y, asimismo, en los buenos momentos uno debe velar por los demás sin olvidarse, claro, de uno mismo. Este es uno de los pilares de la vida. Un año es un pedazo de vida que se va diluyendo, desgranando, perdiendo, y es de sabios saber aprovechar al máximo ese trozo de vida. Está bien brindar y desear un próspero 2018, pero está mejor saber, al chocar las copas, que en buena medida la prosperidad dependerá de la actitud que tenga la persona.
-Es bien cierto.
-El doctor Bercovich, con su sensibilidad y sabiduría, me decía hoy que uno debe romper con aquellas cosas que a la mente la hacen prisionera y perjudican, al “yo” en toda su dimensión; y añadió que muchos padecimientos orgánicos son somáticos, es decir son consecuencia del estrés, de las preocupaciones. El remedio gratuito y efectivo, me dijo el profesional, es salir de eso cotidiano que atrapa y aflige. “Caminar y observar las otras cosas de la creación, poner el foco en otras realidades a menudo inadvertidas o a las que se le da escasa o ninguna importancia, es un remedio formidable para la mente y para el cuerpo”, dijo.
-Es decir reparar en que además de la estructura diaria a la que uno está sometido hay otra que calma la ansiedad.
-Sí, algo por el estilo. Por mi parte, debo decir que lo mejor que podemos desear al brindar es “aprender a vivir”. No se vive odiando (un veneno que fluye a raudales); no se vive pensando solo en lo material; no se vive envidiando o siendo esclavo de asuntos que roban vida. No se vive desdeñando el perdón, ni se vive pendiente del pensamiento de los demás, sean quienes sean (¡Uy, qué va a decir la gente, qué dirá mi jefe!) Uno debe ser libre, espontáneo, genuino. Todo lo demás provoca ansiedad y esa forma de pasar por este mundo no es vida, es mera existencia desgraciada. En fin, que hay muchas cosas más, pero el espacio es déspota.
-Candi.
-Sí.
-¡Feliz 2018!
-Inocencio: ¡aprendamos a vivir y no nos acostumbremos a permanecer! Hasta el año que viene.