Tuvo enfermedad avanzada, lleva 12 años sin tratamiento y los rastros del virus son casi indetectables en su organismo. La estudiaron en profundidad aquí y en Estados Unidos y no hallan explicaciones a la excepcionalidad de su cuadro
Tras suspender el tratamiento y estar más de 12 años sin medicación, una mujer con VIH casi no tiene rastros del virus en su organismo, a tal punto que ya no tiene anticuerpos contra el VIH. La «Paciente de Buenos Aires» es un caso único a nivel mundial, estudiado en profundidad entre Argentina y Estados Unidos, para el que todavía no se encuentra explicación.
Pérdida de peso, visión borrosa, debilidad en el lado izquierdo del cuerpo y fiebre fueron los síntomas que la llevaron a la consulta en 1996. En el Hospital Naval, donde quedó internada, la testearon para VIH y dio positivo. Además, por sus síntomas neurológicos, se le indicó una resonancia de cerebro, que mostró lesiones compatibles con la infección, que se sometieron a biopsias.
El cuadro de la mujer, hoy de 56 años, era avanzado: su recuento de linfocitos CD4, actores claves del sistema inmunológico, era muy bajo, por lo que sus defensas estaban debilitadas. Inició un tratamiento antirretroviral (TARV) con tres drogas y evolucionó favorablemente, tras lo cual obtuvo el alta.
En 1997 comenzó a atenderse en Helios Salud, siendo una de las primeras pacientes de la institución. «La conozco en 2005, al reemplazar a la doctora que la atendía. Tenía bastante toxicidad por la medicación, principalmente lipodistrofia, un trastorno de la distribución de la grasa (que con los antiguos antirretrovirales era muy frecuente) y una dislipemia bastante marcada, estaba muy cansada de tomar los comprimidos que le caían muy mal y, a su vez, los tomaba bastante mal. A pesar de eso, su carga viral estaba indetectable, pero sabemos que eso puede fallar con el tiempo y terminar generando resistencia», cuenta la infectóloga Analía Urueña.
Los esfuerzos por mejorar la adherencia al tratamiento no llegaron a buen puerto por lo que, debido a los efectos adversos que presentaba, en 2007 decidieron hacer una suspensión programada de la medicación. Aclaración importante: esa conducta no se recomienda en la actualidad, advierten las médicas.
«En la gran mayoría de las personas que viven con VIH la suspensión no está recomendada porque enseguida hay rebote, sube la carga viral, los virus se replican, eso impacta en el sistema inmune, las defensas bajan y puede haber complicaciones clínicas», enfatiza la infectóloga Isabel Cassetti. Además, la gran mayoría de las personas bajo tratamiento mantiene su carga viral indetectable, lo que también vuelve intransmisible al virus.
«Después aprendimos que los pacientes que suspenden la medicación con el tiempo pueden reaccionar peor. No es algo aconsejable para hacer -insiste Urueña-. Pero en ese momento lo hicimos y sorprendentemente ella no tuvo un rebote de carga viral.»
El virus, que le había provocado a la mujer enfermedad avanzada y por el que ya no recibía tratamiento hacía años, prácticamente era inhallable: las pruebas de anticuerpos daban negativas y tampoco se encontraba ADN del virus. «Parecía una persona que nunca había tenido VIH», afirman.
En profundidad
Al advertir la excepcionalidad del caso, las médicas resolvieron estudiarlo en profundidad. Recurrieron al laboratorio de Virología del Hospital Garrahan y trabajaron junto a la doctora Andrea Mangano. Descartaron así que la mujer presentara características de los «controladores de élite», que controlan naturalmente la infección sin necesidad de tratamiento (se estima que representan entre el 0,5 y 1,5% de la población con VIH).
En 2014, Urueña presentó el caso en un congreso internacional. Entre los asistentes, la escuchaba Clifford Lane, director adjunto de Investigación Clínica y Proyectos Especiales del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAD, por sus siglas en inglés), que integra los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH), quien les sugirió realizar allí estudios de mayor complejidad.
La paciente viajó acompañada por sus dos médicas en dos oportunidades, en 2015 y 2017, a la sede de los NIH, en Bethesda, Washington. Tras firmar el consentimiento informado, se sometió a biopsias de ganglios linfáticos, 30 de intestino, leucoféresis (análisis de células de la sangre más específicos) y punción lumbar para la obtención líquido cefalorraquídeo, con el objetivo de buscar reservorios del virus.
Los estudios, realizados en diferentes laboratorios especializados de Estados Unidos, hallaron trazas o fragmentos de virus en la biopsia de cerebro, en el ganglio linfático y respuesta celular T a los antígenos del VIH. Eso documenta que la paciente estuvo infectada, pese a que el testeo da negativo.
Para confirmar que el diagnóstico de VIH realizado en 1996 no se tratara de un falso positivo, las médicas pudieron además rescatar una muestra de tejido cerebral almacenada en el Hospital Naval, que confirman que estaba infectada en ese momento.
«Se trata del primer informe de seroreversión completa (N de R: es decir, pérdida de anticuerpos), supresión prolongada del virus tras el tratamiento, un reservorio de VIH profundamente pequeño y células T específicas de VIH persistentes en un adulto con sida previo», concluyen las médicas argentinas, junto a Clifford Lane y otros investigadores del NIH en un artículo recientemente publicado en el Open Forum Infectious Diseases. La última medición con carga viral indetectable se informó en febrero de 2020.
«Es un caso único entre los controladores postratamiento«», dice Cassetti. Los controladores postratamiento son una población especial dentro de las personas que viven con VIH que mantienen la carga viral indetectable sin tratamiento por largo tiempo. La serie más amplia descripta hasta el momento es la cohorte Visconti, que reúne 27 casos. «Cada controlador postratamiento es único. Este caso de Buenos Aires es interesante debido a la evaluación clínica, inmunológica y virológica muy completa«, dijo en diálogo con aidsmap.com Asier Saez-Cirion, investigador principal del estudio VISCONTI, en el que no está la paciente argentina.
Las características que configuran a la «Paciente de Buenos Aires» como caso excepcional es que se trata de una persona con enfermedad avanzada con remisión virológica sostenida sin medicación antirretroviral durante 12 años, uno de los ejemplos más largos de control postratamiento, además de la pérdida de anticuerpos, un fenómeno muy inusual. «Se piensa que al tener poca cantidad de virus, no actúan como antígenos para generarlos», explica Cassetti.
«Esto sirve para decirle a la comunidad científica ‘hay pacientes que pueden ser diferentes’ y que vale la pena profundizar en eso. Pero sin perder el foco de nuestra actualidad: tenemos que testear y tratar a más gente, avanzar en la profilaxis preexposición (PrEP), ya que la epidemia sigue creciendo», concluyó Urueña.