El presidente Macron anunció que desde el próximo mes se exigirá mostrar una prueba de vacunación o un resultado negativo de coronavirus para ir a bares, tomar un tren de larga distancia o hacer compras
Casi 1,7 millones de franceses sacaron turno para vacunarse contra el coronavirus en las últimas 48 horas luego de que el presidente Emmanuel Macron anunciara que se exigirá un certificado de inmunización o una prueba negativa para acceder a bares, restaurantes o cines, o viajar en trenes y aviones.
Unas 792.339 dosis se habían administraron hoy en Francia, una cifra récord en un día para la campaña local de inmunización contra el virus.
«Son 792.339 los que recibieron una inyección hoy: récord superado. Este balance debe aún ampliarse y continuar en las próximas semanas. ¡Vacúnense!», escribió en su cuenta de la red social Twitter el primer ministro, Jean Castex.
«Unas 800.000 personas han pedido hoy sus dos citas de vacunación. Esto representa 1,7 millones de franceses desde ayer», indicó Doctolib, el portal de salud privado usado en el país para reservar pruebas médicas.
El responsable del sitio web dijo hoy que el tráfico alcanzó un máximo histórico tras el discurso televisado de Macron del lunes por la noche.
«Registramos 20.000 citas por minuto, un récord absoluto desde el inicio de la campaña, y ha continuado durante la noche y esta mañana», dijo Niox-Chateau, a la cadena de noticias BFM.
Macron anunció que, a partir de agosto, cualquier persona que quiera salir a comer o beber, tomar un tren de larga distancia o hacer compras en un centro comercial, tendrá que mostrar una prueba de vacunación o un resultado negativo de la prueba de Covid-19.
Este comprobante también será necesario para asistir a un festival, al teatro o al cine desde la próxima semana.
El jefe de Estado también anunció la vacunación obligatoria para el personal de salud, los trabajadores de residencias de ancianos y otras personas que trabajen con personas vulnerables a partir de septiembre.
Quienes incumplan la norma «no podrán trabajar y no serán pagados», dijo hoy el ministro de Salud, Olivier Véran, a BFM.
Macron explicó que el objetivo del Gobierno era reconocer el «civismo» de los vacunados, e «imponer restricciones a los no vacunados, y no a todos».
El número de contagios ha aumentado considerablemente en Francia en las últimas semanas, hasta superar los 4.000 casos en los últimos días debido a la variante Delta, que es más infecciosa.
Las medidas provocaron fuertes críticas en las redes sociales.
La palabra clave «dictadura» era tendencia en Twitter, en medio de acusaciones de que el Gobierno ha impuesto la obligatoriedad de las vacunas de forma velada.
Algunos se oponían alegando que con estas medidas se infringe la libertad personal de elegir si se vacunan o no, mientras que los antivacunas formulaban teorías conspirativas sobre los vínculos entre el Gobierno y las empresas farmacéuticas.
La líder de la extrema derecha francesa, Marine Le Pen, criticó al Gobierno por hacer obligatoria la vacunación para el personal de salud.
«Los consideramos nuestros héroes del cotidiano, siempre ahí a pesar de sus bajos salarios y sus difíciles condiciones de trabajo. Ahora se les hace sentir culpables y se les amenaza con no pagarles, con una brutalidad indecente», escribió en Twitter.
Jocelyn Bouyssy, director del grupo de cines CGR, dijo que estaba «muy enfadado» por los anuncios, que serán difíciles de aplicar y podrían impedir el acceso a las salas a muchos franceses.
«Nos mandan al matadero», dijo, según informó la agencia de noticias francesa AFP.
Los dueños de restaurantes también tomaron los anuncios con pesimismo.
«No hay obligación de vacunarse, hay un incentivo máximo», añadió el portavoz del Gobierno, Gabriel Attal, que se mostró «satisfecho de ver que el mensaje del presidente ha sido escuchado.»
Alrededor de 35,5 millones de personas -poco más de la mitad de la población francesa- han recibido hasta ahora al menos una dosis de la vacuna, pero el ritmo de las inyecciones ha disminuido en las últimas semanas.
Francia es uno de los países más escépticos del mundo sobre las vacunas. A finales de 2020, sólo 40% de los franceses estaba dispuesto a recibir la inyección.