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Casciari: «Disfruto más el silencio del público cuando se emociona, que la carcajada»


El reconocido escritor dialogó con CLG Radio (AM 830), en la previa a su llegada al Mateo Booz para hacer “Cuentos dibujados”, junto al legendario historietista Horacio Altuna

Por Julia Fernández (CLG Radio)

Artistas de primer nivel desembarcan este jueves en la ciudad. Esta noche, desde las 21, llega al Teatro Mateo Booz “Cuentos dibujados”: un recital de relatos cortos interpretados por Hernán Casciari e intervenidos en directo por un historietista legendario: Horacio Altuna.

Mientras el narrador cuenta sus historias, el mejor historietista vivo de la Argentina las ilustra en una pantalla gigante. Se trata de un espectáculo único, con sólo cuatro funciones en Argentina. Y una de ellas tendrá lugar en Rosario. CLG Radio dialogó con el escritor y editor oriundo de Mercedes, que fundó la Editorial Orsai y dirige la revista del mismo nombre.

¿Qué significa para vos hacer un espectáculo tan prometedor al lado de un maestro como Horacio Altuna?

— Siempre me gustó hacer cosas con gente que admiro. En el caso de Horacio es algo muy particular, porque estuve cerca de dos años intentando convencerlo para hacer esto. En algunos casos no lo conseguía por su timidez y en la mayoría de ellos porque vive a doce mil kilómetros (desde 1982, Altuna reside en España). En este viaje que hizo para la Feria del Libro en Buenos Aires, finalmente conseguí abrochar una cosa que tenía muchas ganas de hacer. Cuando empecé a visitarlo en su casa de Barcelona comencé a verlo dibujar, a observar cómo crecía el dibujo en la hoja. Lo primero que pensé fue que la gente no podía perderse eso, que no podía ser algo que sólo lo vieran los amigos. Tenía que verlo todo el mundo. Mis cuentos son una excusa para que la gente pueda ver dibujar a Horacio. Es un privilegio enorme estar al lado de él viendo cómo dibuja cosas que se me ocurrieron a mí.

— ¿Cómo seleccionaron los cuentos que conforman el show?

— Le ofrecí a Horacio que fuera él quien los eligiera. Hizo una elección muy gráfica, muy ilustrativa. Hay que tener en cuenta que cuando yo empiezo a contar el cuento, él empieza a dibujar. En ese dibujo no tiene que spoilear el desarrollo. Los textos que eligió son cuentos sobre los cuales se puede hacer un dibujo sin adelantar lo que viene. Es casi como hacer un tratamiento de piano y violín: la música tiene que sonar y terminar al mismo tiempo. Para nosotros es muy divertido pensar en este formato.

— ¿Cuál fue el cuento que más disfrutaste escribir?

— Es muy complicado, porque después de escribir mucho te olvidás qué generó cada escritura. Hoy por hoy, puedo decir qué cuento es el que más disfruto leer en voz alta. Pero el recuerdo de cuál me generó más placer escribir, ya lo perdí. “Messi es un perro”, por ejemplo, lo escribí a una velocidad tremenda. Una tarde se lo conté a un amigo, le comenté que estaba viendo unos videos de Messi que me recordaron a un perro que tenía en mi infancia. Cuando noté que mi amigo le prestaba mucha atención a esa metáfora, me di cuenta de que podía ser un texto y lo escribí muy rápido. Después hay otros cuentos que me llevaron meses de escritura, que los he tenido que dejar crecer en la cabeza hasta que salieron. Realmente no recuerdo cuál me causó más placer. Hoy me divierte mucho leer aquellos que emocionan rápidamente a una platea presencial. Me divierte muchísimo. Me gusta más leer cuentos dramáticos que chistosos. Disfruto más el silencio del público cuando se emociona, que la carcajada del mismo cuando se divierte. El público se vuelve un elefante gigante en la penumbra. Me encanta cómo respiran al mismo tiempo y cómo, en algún momento, agarran un ritmo único y se convierten en un animal emocionado.

La semana pasada comenzaste un podcast semanal titulado “Larga duración”. ¿De qué se trata este proyecto?

— Desde hace un tiempo largo vengo haciendo lecturas de cuentos que tienen como máximo una duración de cuatro o cinco minutos. Larga duración es un experimento que estoy haciendo con lecturas de cuentos que duran entre 15 y 20 minutos. Son de una atención un poco más concentrada y tienen un trabajo de edición de sonido más fuerte que en formatos cortos. En estos textos, si el personaje va en tren, hay un fondo de ruido de estación o hay diferentes personajes que hablan. Se parece un poco más al antiguo radioteatro, fusionado con la modernidad del podcast. En estos nuevos formatos intento contar cuentos con un poco más de tiempo, con otra intención y tranquilidad, a raíz de lo que hago para la radio.

¿Cómo fue mutar hacia las nuevas tecnologías?

— Para mí no hubo cambios. En el año 2001 empecé a escribir en un blog en lugar de en un cuaderno. Me parece que es lo que hay que hacer. Tenés que escribir ahí, donde están posados los ojos de las personas. No tiene sentido quedarte escribiendo en un formato donde ya no hay nadie mirando. La gente consume contenidos nuevos y, a su vez, yo soy un usuario muy curioso. Cada vez que cambio de formato como usuario, y eso me seduce, trato de generar contenidos con esas características. No lo hago de forma estratégica, lo hago por curiosidad y porque me gusta investigar cuáles son las creatividades de los formatos nuevos.

¿Cómo altera el cambio de formatos a la producción integral de un texto?

— La escritura de un texto que está pensado para leerse en voz baja es completamente distinta a un texto que sabes que lo vas a decir en voz alta. Cuando escribís de forma literaria usas, por ejemplo, la palabra “aún”. Para decirlo en voz alta, en cambio, vas a usar la palabra “todavía”. No decís nunca “tal vez” en voz alta, decís “capaz”. Hay un montón de palabras que se usan en la forma literaria que, cuando hablas, es mejor no usarlas. Yo estoy ejercitándome en la narración oral. Cuando empecé a hacer radio fui encontrando nuevas herramientas. Ese cambio me resulta, posiblemente, lo más divertido de los últimos tiempos. Es el juguete con el que más me gusta jugar. Aprendí a matizar la voz, a cambiar adjetivos, a que el texto literario pueda ser comprendido por muchísimas personas y sin la necesidad de que estas tengan que saber leer de corrido. Me encuentro con muchísimas personas que me dicen que es la primera vez que se compran un libro. Eso me emociona muchísimo. Un padre me cuenta que, con su hijo de 20 años, escuchan o leen el mismo cuento. Eso logra que lo que hago tenga dentro de mi cabeza un sentido mucho más enorme de lo que tenía previsto.

¿Estas nuevas plataformas acercan a la gente a la literatura?

— En realidad todo ayuda. El cambio de formato no hace más que multiplicar la cantidad de personas que consumen lo que sea. No necesariamente literatura. Pasa también con la música, con imágenes o con recetas de gastronomía. No importa qué. La multiplicidad de formatos no hace más que mejorar el número de la audiencia.

¿Se puede decir que una muerte significativa en tu profesión fue la muerte de Basdala, uno de tus lectores más asiduos y participativos?

— Hay una significación en la muerte y en la profesión todo el tiempo. Hace tres años y medio tuve un infarto e inmediatamente dejé de escribir por un tiempo. También hay pequeñas muertes en esas interrupciones. En la literatura, dentro de ella, la muerte siempre anda rondando. Si no existiera esa certeza, no nos pondríamos a escribir. Si fuéramos inmortales no haríamos nada.

De yapa: un cuento de Casciari, elegido por él: Los consejos de Don Marcos