Por Carlos Duclos
Se acerca el día de la votación en Santa Fe y recrudece la llamada campaña sucia. Campaña que consiste en falsear información con el propósito de socavar la imagen de un candidato, o bien sugerir que voten a un candidato a intendente de un partido, por ejemplo, pero no al candidato a gobernador del mismo partido. Es decir, una operación política lamentable. El principal perjudicado en esta campaña, está a la vista en las redes sociales, es el candidato a gobernador del Frente Progresista, Antonio Bonfatti.
En las últimas horas, en todo el territorio de la provincia de Santa Fe, por las redes sociales han aparecido publicaciones de supuestos vecinos, en donde se le sugiere a la población que vote al candidato a intendente del Frente Progresista de la ciudad, pero no al candidato a gobernador Bonfatti. Una campaña sucia y muy grotesca a la vez. Una campaña que por sus propias características, por estar dirigida contra el candidato a gobernador Antonio Bonfatti, evidentemente surge de alguna fuerza que busca el poder en la provincia de Santa Fe sin que le importen los medios utilizados para ello. Preocupante
Y es una campaña grotesca, porque nadie puede creer, ni un niño, que surjan espontáneamente en cada ciudad de la provincia, los mismos vecinos, con las mismas páginas, con los mismos mensajes, con los mismos colores: Vótelo a Pablo Javkin en Rosario, pero no a Bonfatti para gobernador. Vótelo a Jatón en Santa Fe, pero no a Bonfatti para gobernador. Es, realmente, una grosería maliciosa y doblemente grosera, porque las palabras “grupo de vecinos” para el mensaje falseado son tan antiguas y trilladas como burdas.
Está claro para los que entienden de comunicación en redes, que tal operación está realizada por consultoras o “grupo de tareas” informáticos (en este caso parece que de poca profesionalidad para el daño) que se dedican a estas oscuras tramas y que, por supuesto, cobran fortunas por el trabajo. Y como mejor disparar desde lejos, a veces se contrata a esta gente en otros países de Latinoamérica en donde, como se sabe, funcionan muchos call center y centros “especializados”, aunque en este caso tal parece que no son tan especializados en estas artes, mejor decir artimañas.
El Frente Progresista ha dado a conocer un comunicado por esta situación difundido en las redes y publicado por algunos medios.
Es cierto que mucha gente pensante, desapasionada y que no está dispuesta a que la traten de ignorante con estos mensajes, o que la arreen como ganado adonde quiera el mal pastor, advierte que hay muchas páginas fabricadas por artesanos del mal en los últimos días, que tienen como vehículo la mentira y el objetivo el desprestigio. Gente que reflexiona y sabe que con estos métodos (que mejor no calificar) no se logra un país mejor, ni le podrá dejar a sus hijos un futuro al menos esperanzador.
Pero estas campañas no son una novedad. Sobre el gobierno del Frente Progresista desde hace tiempo se viene diciendo de todo y mucho de lo que se dice son falsedades, y es porque los grandes intereses nacionales e internacionales, y sus capataces, apetecen hacerse de la segunda provincia más rica del país gobernada por una fuerza política independiente que, no obstante que pudo cometer errores y con la que se puede discrepar en muchos asuntos, no está alineada ni con el pasado ni con el presente nacional, ni con los grandes espacios políticos que son los responsables de que la Patria esté tal como está: muy mal.
Si la espada que pesa sobre el Frente es la inseguridad, este es un flagelo presente en todo el país y en su mayoría se debe a causas que el Estado Nacional de siempre no ha podido o no ha querido resolver: pobreza estructural, exclusión y narcotráfico. Narcotráfico sí, un delito que se enquistó fuertemente en la década del 90, que eligió zonas estratégicas para operar (como la zona de Rosafe con puertos y rutas hacia todas partes); un delito de orden federal generador de delincuentes y que le correspondió siempre y principalmente a las fuerzas federales combatir.
Ahora bien, la verdad es que estas operaciones desleales no son tan preocupantes como lo sería una supuesta indiferencia de la sociedad ante ellas. Cuesta aceptar que quien llegue al poder utilizando estos métodos pueda ser magnánimo en otras circunstancias.