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Caminó todo el país concientizando sobre la limpieza en las rutas


Por Matías Gregorio

«Es algo muy contradictorio lo que sucede en nuestro país: teniendo todo, no tenemos casi nada. Y lo poco que nos está quedando lo estamos destruyendo», expresó Emilio Sáez en diálogo con CLG. Su nombre tomó trascendencia cuando, un año atrás, caminó casi cinco mil kilómetros desde La Quiaca hasta Ushuaia durante ocho meses y medio para concientizar sobre el cuidado del medio ambiente. Bajo el lema «Basura Cero en Argentina», el hombre de 64 años y oriundo de Tolhuin (un pequeño municipio de Tierra del Fuego, situado a cien kilómetros de la capital provincial) encendió una señal de alarma en todo el país que sigue latente.

El activista comenzó la travesía por el país el 7 de agosto de 2017, junto con veteranos de Malvinas recogiendo la basura de los costados de las rutas, y recién regresó a Tierra del Fuego el 2 de abril de 2018, justo para conmemorar a los ex combatientes. «La idea era demostrarme a mí mismo y a cualquiera que, siendo medianamente sano, se pueden hacer los kilómetros que se quieran mientras haya tiempo. Sólo es una cuestión de constancia», contó Emilio.

Pero no fue el primer proyecto que llevó adelante en relación a los residuos: «En Tierra del Fuego ya hicimos más de cinco campañas sobre basura, ya que tenemos un problema muy grande en nuestro territorio». En una de ellas, logró unir a voluntarios y recibir el apoyo de instituciones públicas y empresas para juntar en bolsas de plástico todos los desperdicios que encontró en la Ruta Nacional 3, entre las ciudades de Ushuaia y Río Grande.

Emilio Saez y uno de sus compañeros de ruta, un ex combatiente.

Emilio es dueño de La Unión, una panadería emblemática de Tolhuin y de las más famosas del sur argentino. En 2012, los mismos empleados del comercio nominaron a Emilio como «el mejor jefe de la Argentina» y su nombre fue noticia en los medios nacionales.

Con dinero que le había sobrado de las ganancias de la panadería, decidió construir una casa de vacaciones en Puerto Madryn para todos los trabajadores de su empresa. Cada uno de los empleados puede usarla entre diez y doce días, llevar a su familia e invitar a sus amigos. Además, esos días no cuentan como «vacaciones oficiales», por lo que cada uno puede tomarse después sus vacaciones reglamentarias.

La pileta de la casa que construyó en Puerto Madryn.

Querido en su tierra, Emilio emprendió el viaje no sólo con el objetivo de visualizar la basura que desechan los automovilistas y camioneros al costado de la ruta, sino que también aprovechó la ocasión para dar charlas junto con sus compañeros de aventura. «Los veteranos nos abrían las puertas en cada pueblo al que íbamos y nos invitaban a hablar en las escuelas. Dábamos charlas sobre la basura, sobre Malvinas y, cuando podíamos, tocábamos el tema de René Favarolo, otra deuda nacional que tenemos», narró el comerciante.

«Allí contábamos la tarea que estábamos llevando adelante y hacíamos participar a los chicos juntando la basura de la escuela o de la manzana. Buscábamos que intercedan ante los padres que no tiren más basura, porque ellos no tienen la culpa y, sin embargo, son los que van a tener que levantar la contaminación que nosotros generamos», continuó.

«La misma contaminación que está en La Quiaca está en Tierra del Fuego»

Con la bandera argentina colgando de su mochila y durmiendo en su casa rodante o donde lo alojaban los vecinos, Emilio detalló que levantaron más de «70 toneladas de basura», producto de camioneros «que orinan en las botellas y las tiran con el contenido» o mujeres que «descartan los pañales», algo que se ve «constantemente».

Las charlas duraban quince minutos y buscaban generar conciencia en los más chicos.

Continuando el diálogo, el panadero contó una experiencia que vivió en el exterior: «En el 2015 fui a España a hacer el camino de Santiago de Compostela y llevé calcomanías de Basura Cero que voy pegando donde veo residuos, pero no usé ninguna porque en los más de mil kilómetros que recorrí estaba todo limpio».

«Lo que vi me dio bronca y alegría. Bronca porque quiere decir que eso se puede hacer. También me enoja que cuando los argentinos van al exterior respetan a rajatabla todo lo que les dicen, pero aquí no», agregó.

A lo largo del recorrido, Emilio y compañía recogieron más de 70 toneladas de basura.

Un problema de sentido común

Desde que comenzó a realizar campañas en Tierra del Fuego, el nacido en Tolhuin logró instalar el tema de la basura como un problema concreto y real en su territorio: «Antes no se hablaba de eso. La basura formaba parte de la radiografía, al igual que en Jujuy y otras provincias», explicó.

Durante la charla que mantuvo con este medio, el comerciante apuntó: «El suelo argentino está esperando que nosotros le pongamos sentido común a las cosas. Está todo para hacer y por una cosa o la otra, no le ponemos lógica a casi nada».

«Los argentinos hacemos de las rutas basurales a cielo abierto»

«Falta un poco de amor a la patria. Pero no en el dicho, sino en el hacer. Porque somos muy piolas cuando salimos campeones, pero a la hora de la verdad nos falta mucho. Tanto por parte de los que nos dirigen como por parte de toda la ciudadanía», expresó.

Finalizando su relato, Emilio señaló que «esto no resiste más», ya que «el mundo va para otro lado». «Nosotros somos los que estamos encaprichados en que todo nos chupa un huevo, total, ¿qué importa?», manifestó con crudeza. Y cerró: «Uno se va despidiendo de esta vida y tiene que dejar algo». Su tarea será más que recordada. No sólo en el sur argentino, sino en cada pueblo y ciudad que pisó durante los casi cinco mil kilómetros que recorrió.