La ONU señaló que 152 millones de latinoamericanos y caribeños fueron afectados por 1205 desastres en los últimos 20 años
La ONU señaló que 152 millones de latinoamericanos y caribeños fueron afectados por 1205 desastres en los últimos 20 años
Un nuevo informe de la Oficina de la ONU para Asuntos Humanitarios alertó que América Latina y el Caribe es la segunda región más propensa a desastres naturales en el mundo.
Desde el 2000, 152 millones de latinoamericanos y caribeños han sido afectados por 1205 desastres entre los que se cuentan inundaciones, huracanes y tormentas, terremotos, sequías, aludes, incendios, temperaturas extremas y eventos volcánicos.
Según la ONU, las tormentas que afectan a Centroamérica y el Caribe son cada vez más poderosas y producen un aumento de las precipitaciones y mayor marejada debido al cambio climático.
Tormentas más frecuentes e intensas en la región significa que hay menos tiempo para la recuperación entre eventos, como lo atestigua el caso de Dominica, indicó el informe.
En los últimos 20 años, los países más afectados por las tormentas en la región han sido Cuba, México y Haití con 110 tormentas, 5000 muertes, 29 millones de personas siniestradas y 39.000 millones de dólares en daños totales.
Es importante tener en cuenta, sin embargo, que más del 85% de esas muertes se registraron en Haití, el país más pobre y vulnerable en el Caribe, señaló el trabajo de la ONU.
En el mismo periodo la región de Latinoamérica y el Caribe ha experimentado 75 terremotos, que han resultado en 226.000 muertes y 339.000 heridos. En total, los fenómenos telúricos han afectado a 14 millones de personas y causado daños de hasta 54.000 millones de dólares.
La región en general es vulnerable a los terremotos, pero América Central y del Sur tienen una mayor exposición comparadas con el Caribe.
América Central y la costa oeste del continente sudamericano están situadas dentro del «Anillo de Fuego», un camino ubicado a lo largo del Océano Pacífico caracterizado por volcanes activos y terremotos frecuentes.
La costa occidental de América del Sur es una de las zonas más sísmicas del mundo: más de una cuarta parte de los terremotos del mundo de magnitud 8,0 o más ocurrieron allí desde el año 2000.
Los países con mayor riesgo de terremotos son Chile, Ecuador y Guatemala, seguidos por Costa Rica, Nicaragua, y el Salvador.
De mayor a menor los terremotos más fuertes desde el 2000 en la región han sido: Chile en 2010, de 8,8 en la escala de Richter; Perú en 2001, de 8,4; Chile en 2015, de 8,3; Chile en 2014, de 8,3; Perú en 2007, de 8,0; Ecuador en 2016, de 7,8; El Salvador en 2001, de 7,7; y Haití en el 2010, de 7,0.
Muchos países de América Central y del Sur están situados a lo largo del «Anillo de Fuego», que se extiende desde México hasta Chile en la región, exponiéndolos a la actividad volcánica. El Caribe también es vulnerable a la actividad volcánica, con volcanes activos en Montserrat, San Vicente y las Granadinas, Guadalupe y Martinica.
También hay un volcán submarino altamente activo, Kick ‘em Jenny, que se encuentra en la cadena de islas Granadinas,solo 8 km al norte de Granada.
Las inundaciones, en tanto, son el desastre más común en la región. En los últimos 20 años se han registrado 548 de estos fenómenos, con pérdidas que alcanzan los 1000 millones de dólares. Unos 53 millones de personas fueron afectadas directamente.
Brasil se encuentra entre los principales países del mundo con mayor población expuesta a estas catástrofes, pero Colombia, Panamá, Costa Rica, Venezuela, Perú, Bolivia, Uruguay y Argentina también han sido afectados.
En Colombia, más de 10 millones de personas han sufrido este tipo de desastre en los últimos años, la mayor cantidad de población en la región.
Las inundaciones se consideran una de las catástrofes naturales más costosas debido a la gran variedad y al alcance de los daños, desde pérdidas directas a activos físicos y ambientales, incluidos pertenencias y vivienda, sistemas ecológicos y producción en todos los sectores económicos, hasta cuestiones relacionadas con la salud y la pérdida de vidas humanas.